EUROPA/ITALIA - Reforzar la red de carácter nacional y regional, crear una internacional para hacer frente a la trata de seres humanos. "No creo que pueda haber un país que se lave las manos ante este fenómeno" dice a Fides Sr. Victoria Gonzales de Castejon

lunes, 9 junio 2008

Roma (Agencia Fides) - Durante el Congreso plenario de su Unión Internacional (UISG) celebrado en el 2001, las Superiora Generales de todo el mundo se comprometieron a intervenir para hacer frente a la difundida plaga del tráfico de seres humanos. Desde ese año, centenares de religiosas en el mundo han seguido cursos de formación, en colaboración con la organización internacional para las migraciones (OIM), para escuchar y ayudar sobre todo a las mujeres víctimas de la trata y de la esclavitud con fines de explotación sexual. La ocasión para contar los resultados y experiencias de estos años y para reforzar la red de relaciones e intervenciones, que este momento implica entre 600.000 y 800.000 personas, en su mayoría mujeres, han sido el reciente Congreso internacional, que ha tenido lugar en Roma del 2 al 6 de junio, promovido por la UISG y la OIM.
Ya se ha definido una línea de acción a partir de este año: reforzar la red de carácter nacional y regional, crear una internacional, y localizar los elementos necesarios para dar vida y supervivencia a esta red de relaciones. Es difícil cuantiar un fenómeno como la "trata": se calcula - pero los números podrían ser mucho más grandes - que el 70% de las personas víctimas de los explotadores son mujeres y el 50% de estas, menores de edad. Un fenómeno vario y vasto, difundido a nivel internacional: cada año son victimas del tráfico, como si fueran mercancía, entre 700.000 y 2 millones de personas; la mayor parte de las víctimas provienen de Asia, seguidas de la ex Unión Soviética, que está convirtiéndose en uno de los nuevos polos de atracción para los explotadores; 75.000 personas vienen de Europa del este, entre 200 y 500.000 de América Latina, que son llevadas hacia Estados Unidos y Europa.
Una actividad criminal que engendra una enorme negocio: según datos ofrecidos durante el Congreso, sólo en Canadá, cada año, el tráfico de mujeres extranjeras para explotación sexual y prostitución, produce beneficios de unos 400 millones de dólares. Un fenómeno estrechamente ligado a asuntos geo-políticos, en los que las mujeres son, ante todo, víctimas de la pobreza, de la discriminación, de las dificultades de acceso a los bienes primarios, obligadas a la emigración para poder mantener a sus hijos y a ellos mismos. No sólo las mujeres (hasta setenta años) y los niños (desde la primera infancia) son el blanco privilegiado del trafico sino también personas de familias pobres, que viven en las zonas rurales o en las periferias más profundas de las grandes ciudades, minorías étnicas, analfabetos, chicas que han escapado de sus familias de origen. También hay un discreto número de personas que no se dan cuenta que son víctimas de la explotación.
Son 'alistadas' con la promesa de mejores condiciones de vida y económicas, con las que poder ayudar a las familias, que con frecuencia se encuentran en situaciones de extrema pobreza y dificultad. La condicionas de trabajo rozan la esclavitud: horarios de trabajo amplios, en total precariedad, sin contar que los trabajadores no consiguen casi nunca ni siquiera una parte de las rentas producidas. Las víctimas del tráfico no son utilizadas sólo para la prostitución, sino también en trabajos forzados, en el tráfico de droga, en las adopciones ilegales de menores, en la venta de órganos, en la mendicidad y en varias formas de explotación laboral.
Al término del encuentro, Sor Victoria Gonzales de Castejon, Secretaria de la Unión Internacional de Superiora Generales, en un coloquio con la agencia Fides ha destacado los elementos más importantes que han surgido en estos días de trabajo: "Subrayar la amplitud del problema, la complejidad de este problema: lo que emerge es la necesidad de colaborar para poder tener un impacto y ser escuchados por los gobiernos, por las instituciones, las organizaciones. En este mundo globalizado, estos grandes y complejos problemas se deben afrontar en red”.
Los cursos de formación nacen de una idea de la organización internacional para las migraciones, que ha pedido la colaboración de la Unión; se ha tratado durante el congreso sobre los frutos de un trabajo hechos juntos, el de los cursos que se han realizado en estos años, a partir de las experiencias de lo que realizan las religiosas en orden a la prevención, protección y asistencia, en estas situaciones políticas y sociales. "¡Mi esperanza está en la gota de agua - continúa sor Victoria -. Cuando escucho a estas religiosas, con cuantas mujeres están en contacto! Si uno compara este número con la realidad, es una gota de agua, pero al menos si hay una mujer liberada, una mujer que ha encontrado su dignidad, tiene mucho valor, aunque no podamos llegar a mil millones de personas". Un punto importante es el de las relaciones con los países más desarrollados: "Todos están implicados y todos son responsables, los países de destino como los de tránsito. No creo que pueda haber un país que se lave las manos ante este fenómeno" continúa suor Victoria, haciendo referencia a la historia de una de las chicas víctimas de trafico que murió asesinada, en Australia, obligando el Gobierno de aquel país a tomar medidas para hacer frente a un fenómeno difundido por todo el mundo.
La fe es el gran instrumento de las religiosas que están en contacto con las víctimas del tráfico, a las cuales, le transmiten con frecuencia este valor, después de haberlas ayudado a recuperar su libertad. "Estas mujeres son mujeres apasionadas, con una pasión grande. Viven con ellos, alguna pasa la noche en la calle con ellas, acompañando a estas personas. Yo creo que esta relación es ya salvación. Y les hacen redescubrir su dignidad, su belleza como mujeres" afirma suor Victoria.
También los religiosos comienzan a implicarse en la lucha contra esta plaga. Se está pensando en como hacer frente de forma conjunta a una cuestión que no es sólo un problema de las mujeres, a su vez explotada, en la mayor parte de los casos, por hombres, sino que es un problema mundial, un problema de todos. El congreso ha concluido con un compromiso abierto, una declaración y un compromiso de continuar, una pregunta a los diversos componentes de las organizaciones implicadas, para establecer cómo continuar esta colaboración y como reforzar el trabajo de red. Un congreso realizado a partir de la narración de experiencias, de la vida real, no un congreso intelectual y frío, que responde a una llamada, y se basa en el trabajo en red "con una pasión que viene de la experiencia" concluye sor Victoria. (P.C) (Agencia Fides 9/6/2008)


Compartir: