VATICANO - El Santo Padre continúa la catequesis sobre San Gregorio Magno, que quiso ser “sencillamente la boca de Cristo y de su Iglesia en el camino que se debe recorrer para llegar a Dios”

jueves, 5 junio 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - También en la audiencia general del miércoles 4 de junio, el Santo Padre Benedicto XVI ha vuelto a hablar sobre San Gregorio Magno, que a pesar de los compromisos como Obispo de Roma, nos ha dejado numerosos escritos de los que la Iglesia se ha alimentado abundantemente. "Haciendo un rápido repaso a estas obras - ha dicho el Santo Padre en su catequesis -, debemos notar ante todo que, en sus escritos, Gregorio jamás se muestra preocupado por trazar una doctrina ‘suya’, una originalidad propia. Más bien intenta hacerse eco de la enseñanza tradicional de la Iglesia, quiere sencillamente ser la boca de Cristo y de su Iglesia en el camino que se debe recorrer para llegar a Dios”.
Centrándose en sus comentarios exegéticos, el Papa ha recordado que Gregorio "fue un apasionado lector de la Biblia", y consideraba que el cristiano debía "sacar no tanto conocimientos teóricos, sino más bien el alimento cotidiano para su alma, para su vida de hombre en este mundo.... La humildad intelectual es la regla primaria para quien intenta penetrar en las realidades sobrenaturales partiendo del Libro Sagrado. La humildad, obviamente, no excluye el estudio serio.... Sólo con esta actitud interior se escucha realmente y se percibe por fin la voz de Dios. Por otro lado, cuando se trata de la Palabra de Dios, comprender no es nada si la compresión no conduce a la acción”.
También en su "Comentario moral a Job", San Gregorio examina el texto sagrado en las tres dimensiones "del único sentido de la Sagrada Escritura": literal, alegórica y moral. "Sin embargo Gregorio - ha subrayado el Papa - atribuye una clara preponderancia al sentido moral.... El ideal moral, comenta, consiste siempre en llevar a cabo una armoniosa integración entre palabra y acción, pensamiento y compromiso, oración y dedicación a los deberes del propio estado: éste es el camino para realizar la síntesis gracias a la cual lo divino desciende en el hombre y el hombre se eleva hasta la identificación con Dios”.
En su catequesis, el Papa Benedicto XVI ha citado también el "notable relieve y belleza" de las "Homilías" sobre los Evangelio”, pronunciadas por el Papa Gregorio en las iglesias donde se celebraban las "estaciones" o las fiestas de los mártires titulares. "El principio inspirador que une las diversas intervenciones se sintetiza en la palabra "praedicator": no sólo el ministro de Dios, sino también todo cristiano tiene la tarea de hacerse "predicador" de cuanto ha experimentado en su interior, a ejemplo de Cristo que se hizo hombre para llevar a todos el anuncio de la salvación”.
En su obra más conocida, la "Regla pastoral", escrita en los primeros años de Pontificado, "Gregorio se propone trazar la figura del obispo ideal, maestro y guía de su rebaño. A tal fin ilustra la gravedad del oficio de pastor de la Iglesia y los deberes que ello comporta... afirma que el obispo es ante todo el "predicador" por excelencia; como tal debe ser sobre todo ejemplo para los demás, de forma que su comportamiento pueda constituir un punto de referencia para todos. Una acción pastoral eficaz requiere además que él conozca los destinatarios y adapte sus intervenciones a la situación de cada uno.... El gran pontífice, con todo, insiste en el deber de que el pastor debe reconocer cada día la propia miseria, de manera que el orgullo no haga vano, a los ojos del Juez Supremo, el bien realizado. Por ello el capítulo final de la Regla está dedicado a la humildad”.
El Papa también ha recordado otra obra significativa de San Gregorio, los Diálogos, "en los que al amigo y diácono Pedro, convencido de que las costumbres estaban tan corrompidas que no permitían que hubiera santos como en tiempos pasados, Gregorio demuestra lo contrario: la santidad siempre es posible, aún en tiempos difíciles". Cuenta a continuación la vida de personas contemporáneas o que habían desaparecido hacia poco tiempo, que podían ser calificadas como santas aunque no canonizadas, enriqueciendo la narración con reflexiones teológicas y místicas. El libro II de los Diálogos está dedicado completamente a la figura de Benito por Nursia y es el único testimonio antiguo sobre la vida de este santo monje.
"En la línea teológica que Gregorio desarrolla a través de sus obras, pasado, presente y futuro se relativizan.- ha subrayado el Papa al final de la catequesis -. Lo que para él cuenta, más que nada, es todo el arco de la historia salvífica, que sigue desenvolviéndose entre los oscuros meandros del tiempo... En su opinión, los guías de las comunidades cristianas deben empeñarse en releer los acontecimientos a la luz de la Palabra de Dios: en este sentido el gran pontífice siente el deber de orientar a pastores y fieles en el itinerario espiritual de una lectio divina iluminada y concreta, situada en el contexto de la propia vida”.
La última reflexión de Benedicto XVI ha estado dedicada a las relaciones "que el Papa Gregorio cultivó con los patriarcas de Antioquía, de Alejandría y de la propia Constantinopla. Se preocupó siempre de reconocer y respetar los derechos, guardándose de toda interferencia que limitara la legítima autonomía de aquellos". Convencido de que la humildad debía ser la virtud fundamental de cada "Obispo", Gregorio quería ser - esta es su expresión - servus servorum Dei. "Su deseo verdaderamente fue el de vivir como monje en permanente coloquio con la Palabra de Dios, pero por amor a Dios supo hacerse servidor de todos en un tiempo lleno de tribulaciones y de sufrimientos, supo hacerse "siervo de los siervos". Precisamente porque lo fue, es grande y nos muestra también a nosotros la medida de su verdadera grandeza”. (S.L) (Agencia Fides 5/6/2008)


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