VATICANO - Benedicto XVI a los Obispos italianos: “Para nosotros Obispos, para nuestros sacerdotes, para los catequistas y para toda la comunidad cristiana la emergencia educativa asume un rostro bien preciso: el de la transmisión de la fe a las nuevas generaciones”

viernes, 30 mayo 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “En Italia, como en muchos otros países, se advierte con fuerza lo que podemos definir una auténtica ‘emergencia educativa’”, recordó el Santo Padre Benedicto XVI encontrando el 29 de mayo, en el Aula del Sínodo en Vaticano, a los Miembros de la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana. Felicitando a los Obispos por haber escogido como tema de los trabajos la reflexión sobre “como favorecer el encuentro de los jóvenes con el Evangelio y luego, en concreto, sobre las cuestiones fundamentales de la evangelización y de la educación de las nuevas generaciones”, el Santo Padre subrayó: “Para nosotros Obispos, para nuestros sacerdotes, para los catequistas y para toda la comunidad cristiana la emergencia educativa asume un rostro bien preciso: el de la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. También aquí, en un cierto sentido especialmente aquí, debemos enfrentarnos con los obstáculos puestos por el relativismo, por una cultura que pone a Dios entre paréntesis y que desalienta toda opción por un compromiso auténtico y en particular las opciones definitivas, para privilegiar en cambio, en los diversos ámbitos de la vida, la afirmación de sí mismos y las satisfacciones inmediatas”.
Para responder a estas dificultades, el Papa ha alentado a los Obispos a acoger y sostener los muchos carismas y las energías evangelizadoras suscitadas por el Espíritu Santo en la Iglesia, guiándolas “en modo que se mantengan siempre al interno del grande cauce de la fe y de la comunión eclesial”, así como a conferir “un perfil más destacado de evangelización a las muchas formas y ocasiones de encuentro y de presencia que todavía tenemos con el mundo juvenil, en las parroquias, en los oratorios, en las escuelas”. A este propósito el Santo Padre ha subrayado la importancia de las relaciones personales y especialmente de la confesión sacramental y de la dirección espiritual. Los grandes eventos, como el de Loreto y el de Sydney, “recogen por eso el fruto de nuestro trabajo pastoral cotidiano y al mismo tiempo ayudan a respirar plenamente la universalidad de la Iglesia y la fraternidad que debe unir a todas las naciones”.
Una necesidad que se advierte hoy también en ámbito social es el de tener “educadores que sepan ser testigos creíbles de aquella realidad y de aquellos valores sobre los cuales es posible construir tanto la existencia personal como los proyectos de vida común y compartida”, señaló Benedicto XVI, quien se detuvo asimismo sobre los “lugares específicos de formación que son las escuelas”, subrayando que “en un Estado democrático, que se honra promover la libre iniciativa en todo campo, no parece justificarse la exclusión de un apoyo adecuado al compromiso de las instituciones eclesiásticas en el campo escolar”.
“No sólo en el importantísimo ámbito de la educación, sino también en cierto sentido en la propia situación – prosiguió el Santo Padre –, Italia necesita salir de un período difícil, en el que pareció debilitarse el dinamismo económico y social, disminuyó la confianza en el futuro y creció en cambio el sentido de inseguridad por las condiciones de pobreza de tantas familias, con la consecuente tendencia de cada uno a encerrarse en la propia individualidad. Es justamente por la consciencia de este contexto que advertimos con particular alegría las señales de un clima nuevo, más confiado y más constructivo… Evidentemente este clima tiene necesidad de consolidarse y podría pronto desvanecerse, si no encontrase una plasmación en algún resultado concreto”.
Después de haber exhortado a los Obispos a dar su aporte específico “para que Italia conozca un tiempo de progreso y de concordia, poniendo a trabajar aquellas energías y aquellos impulsos que nacen de su gran historia cristiana”, Benedicto XVI recordó que “el problema fundamental del hombre de hoy sigue siendo el problema de Dios. Ningún otro problema humano y social podrás ser resuelto de verdad si Dios no vuelve al centro de nuestra vida”.
En la parte conclusiva de su discurso, el Papa subrayó otros puntos fundamentales que ameritan la atención de los Obispos italianos: “en el cuadro de una laicidad sana y bien comprendida, es necesario resistir a cualquier tendencia a considerar la religión, y en particular el cristianismo, como un hecho solamente privado”. Asimismo reafirmó la importancia de la atención a la familia basada en el matrimonio, “para promover una pastoral adecuada a los desafíos que ella hoy debe afrontar… como también para pedir a las públicas instituciones una política coherente y orgánica que reconozca a la familia aquel papel central que ella desarrolla en la sociedad… Fuete y constante debe ser asimismo nuestro compromiso por la dignidad y la tutela de la vida humana en cada momento y condición, desde la concepción y desde la fase embrionaria hasta la situación de enfermedad y de sufrimiento y hasta la muerte natural. Ni podemos tampoco cerrar los ojos y quedarnos callados ante las pobrezas, los malestares y las injusticias sociales que afligen a una gran parte de la humanidad y que exigen el compromiso generoso de todos”.
Finalmente el Papa se alegró por el cuadragésimo aniversario de la fundación del diario “Avvenire” y por la publicación de la nueva traducción del a Biblia, que se encuadra bien en la preparación del próximo Sínodo de los Obispos. (S.L.) (Agencia Fides 30/5/2008; líneas 59, palabras 877)


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