ASIA/JAPÓN - Shintoismo y Cristianismo, en diálogo por el bien común

jueves, 15 mayo 2008

Tokyo (Agencia Fides) - El Shintoismo es la antiquísima religión tradicional del Japón, introducida por las poblaciones prehistóricas del Asia central y llegada hasta nuestros días después de una larga convivencia con el Budismo. En el Shintoismo no existen doctrinas o normas éticas codificadas. A la base existe una visión animista, los Kami, esencias espirituales o dioses que se manifiestan a través de la naturaleza. Central es asimismo el culto a los antepasados y (hasta la reforma moderna) del Emperador, considerado de origen divina.
Hoy el Shintoismo sigue siendo un factor clave de la cultura japonesa, pero los que lo practican están disminuyendo mientras se desarrolla un fenómeno de sincretismo “hecho en casa” con el cristianismo. Muchos japoneses, incluso no aceptando el bautismo, se muestran interesados en sus enseñanzas y se consideran cristianos. Esto ofrece a la Iglesia un terreno favorable para el diálogo con el Shintoismo y en general con la religiosidad y la cultura moderna.
“En Japón hoy - explica a la Agencia Fides el P. Yuji Sugawara s.j., originario de Japón y decente en la Pontificia Universidad Gregoriana - ser shintoistas es sobre todo una herencia cultural. Ya que no existe un ‘bautismo’ shintoísta, no es posible afirmar cuantas personas se encuentran aún vinculadas efectivamente a dicha práctica. Por el mismo motivo, los japoneses no se sienten vinculados a su religión tradicional y muestran un profundo interés por el Cristianismo. Muchos piden incluso casarse en la iglesia”. Por este motivo el diálogo entre las dos religiones es algo más que un confrontarse sobre una serie de temas y nace de las concretas experiencias de vida.
“El diálogo - prosigue el Jesuita - es más bien un encuentro pacífico y amistoso. Ante todo es un encuentro espiritual, en el sentido de una voluntad de oración, en el respeto de las diferencias. En una realidad secularizada como el Japón, las personas hoy ya no rezan más. Rezar adquiere así un gran significado, sobre todo para una tradición religiosa como el Shintoismo, donde la oración es más importante que la ética. Hay asimismo una actividad apostólica animada por la colaboración recíproca sobre temas caritativos y asistenciales. Finalmente no faltan estudiosos de las dos religiones muy preparados. Pero creo que el verdadero encuentro se realiza día a día con la simple convivencia. Los cristianos después de todo siguen siendo una minoría y su misma presencia en la sociedad es un factor importante de testimonio. Pensemos por ejemplo a la novedad que han representado para las mujeres japonesas con su mensaje de libertad. Sin embargo las influencias han sido frecuentemente hostilizadas por el poder político, en particular modo por los shogun”.
En el 1800 también el Shintoismo, por lo demás, sufrió una fuerte ingerencia por parte del Estado. Para alentar la modernización en el país, en efecto, se dio cada vez más importancia al culto al Emperador. “Efectivamente -prosigue el prof. Sugawara-, a partir del 1600 el shogunado había relegado al Emperador a una esquina. En el 1800, con el fin del viejo régimen, el Emperador Meyi necesitaba legitimizar su nueva posición de liderazgo. El Shintoismo ofrecía una mitología ya desarrollada por la divinización del Emperador. Consecuencia de esta política fue el sentimiento de invencibilidad del pueblo japonés, hasta antes de la derrota de la II Guerra Mundial. Los mismos Kamikaze, pilotos conducidos al suicidio, eran víctimas de esta religión de Estado”. Hoy el Japón es un país democrático con estilos de vida típicamente occidentales. El desafío, tanto para el Shintoismo como para el Cristianismo, es colaborar por el bien común y despertar en los hombres las preguntas sobre el sentido de la propia vida. “También por esto -concluye el prof. Sugawara -la Iglesia está plenamente comprometida en el campo misionero, con la presencia activa de muchas órdenes religiosas”. (A.M.) (Agencia Fides 15/5/2008; líneas 44, palabras 634)


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