VATICANO - Benedicto XVI alienta a los peregrinos del patriarcado greco-melquita a realizar durante el Año Paulino “una intensa actividad pastoral... un impulso nuevo para conocer cada vez más de cerca la persona de Cristo, gracias a una lectura renovada de la obra paulina”

viernes, 9 mayo 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En la mañana del jueves 8 de mayo el Santo Padre Benedicto XVI recibió en audiencia en la Sala Clementina a los peregrinos del patriarcado greco melquita católico de Antioquia encabezado por Su Beatitud, el patriarca Gregorios III Laham. Después de haber saludado a los peregrinos, el Papa subrayó los lazos con el Apóstol Pablo, con estas palabras: “Al aproximarse la apertura del año dedicado a San Pablo, no puedo olvidar que la sede de vuestro patriarcado está establecida en la ciudad de Damasco, en el camino en que el apóstol vivió el acontecimiento que transformó su existencia y abrió las puertas del cristianismo a todas las naciones. Con está ocasión os aliento por lo tanto a una intensa actividad pastoral que suscite en vuestras diócesis, en cada una de vuestras parroquias y en todos los fieles, un impulso nuevo para conocer cada vez más de cerca la persona de Cristo, gracias a una lectura renovada de la obra paulina. Esto permitirá dar un testimonio fecundo entre los hombres de hoy. Ese empuje garantizará también un porvenir floreciente para la Iglesia melquita”.
Después de haber subrayado la importancia fundamental del rol del Sínodo de los Obispos, que es necesario, “cada vez que el derecho lo consienta, sobre todo cuando se trata de cuestiones relativas a los mismos obispos, dar a esta institución venerable y no solamente al Sínodo permanente el lugar que se merece”, el Papa elogió la actividad ecuménica de la Iglesia melquita católica y las relaciones fraternas establecidas con los hermanos ortodoxos. “El compromiso para la búsqueda de la unidad de todos los discípulos de Jesús es una obligación urgente —prosiguió el Pontífice— que nace del deseo ardiente del Señor mismo. Se debe hacer todo lo posible para derribar los muros de división y desconfianza que nos impiden conseguirla. Sin embargo, no podemos perder de vista que la búsqueda de la unidad es una tarea que no solamente concierne a una Iglesia particular sino a la Iglesia entera, en el respeto de su misma naturaleza”. Benedicto XVI recordó a continuación que “la unidad no es el fruto de la actividad humana, sino sobre todo un don del Espíritu Santo” y por eso invitó a rezarle al Espíritu “para que nos ayude a trabajar juntos en la búsqueda de la unidad”.
En la conclusión del discurso el Papa expresó su aprecio por las buenas relaciones con los musulmanes y por el esfuerzo en resolver los problemas que puedan nacer. “Me alegra constatar que, en la línea del Concilio Vaticano II, la Iglesia melquita se ha comprometido a buscar sinceramente con los musulmanes la comprensión mutua y la promoción y la defensa conjuntas, en beneficio de todos, de la justicia social, los valores morales, la paz y la libertad” subrayó el Santo Padre.
Finalmente, Benedicto XVI puso en evidencia el “el contexto agitado y a veces dramático de Oriente Medio”, donde “la Iglesia se encuentra frente a situaciones donde la política juega un papel que no es indiferente a su vida”, y prosiguió: “Por eso es importante que tenga contactos con las autoridades políticas, las instituciones y los diversos partidos. Sin embargo, no toca a los clérigos dedicarse a la vida política. Es deber de los laicos. Pero la Iglesia debe proponer a todos la luz del Evangelio para que todos se comprometan a servir el bien común y para que la justicia prevalezca siempre, para que el camino de la paz se abra a los pueblos de esta región tan amada”. (S.L.) (Agencia Fides 9/5/2008; líneas 43, palabras 632)


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