VATICANO - El Papa en la audiencia general cita a Boecio y Casiodoro: “Vivimos, de hecho, también nosotros, en un tiempo de encuentro de culturas, de peligro de violencia que destruye las culturas, y en el que es necesario el compromiso para transmitir los grandes valores y enseñar a las nuevas generaciones el camino de la reconciliación y de la paz”

jueves, 13 marzo 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "La escuela debe hacer frente hoy a notables desafíos en el campo de la educación de las nuevas generaciones. Por este motivo la escuela no puede ser solamente lugar de un aprendizaje memorístico, sino que debe brindar a los alumnos la oportunidad de profundizar en mensajes válidos de carácter cultural, social, ético y religioso". Es cuanto ha subrayado el Santo Padre Benedicto XVI a numerosos grupos de estudiantes italianos reunidos en la Basílica Vaticana para la audiencia general del miércoles 12 de marzo. A los profesores el Papa les ha recomendado "percibir también el carácter moral de todo humano saber, porque el hombre conoce para actuar y la actuación es fruto de su conocimiento", a la vez que Benedicto XVI ha exhortado a los jóvenes deseosos de seguir a Cristo a poner al día su formación espiritual, "tratando de comprender cada vez más los contenidos de la fe".
En el aula Pablo VI, dónde estaban reunidos peregrinos de diversas partes del mundo, el Papa ha tenido la catequesis dedicada a dos grandes figuras cristianas de la Alta Edad Media: Boecio y Casiodoro, que "vivieron en unos de los años más atribulados del Occidente cristiano, en particular, de la península italiana". Boecio, nacido en Roma alrededor del 480 entró siendo todavía joven en la vida pública, y a los 25 años ya era senador "En este nuevo tiempo de encuentro de culturas - ha explicado el Papa - consideró como misión propia reconciliar y unir estas dos culturas, la clásica y romana, con la naciente del pueblo ostrogodo". A pesar de una gran actividad pública, Boecio no descuidó los estudios, dedicándose en particular a profundizar en temas de orden filosófico-religioso, y también escribió diversos manuales. "En el empeño por promover el encuentro de las culturas, utilizó las categorías de la filosofía griega para proponer la fe cristiana, buscando una síntesis entre el patrimonio helénico-romano y el mensaje evangélico”.
Su obra más conocida, ‘De consolatione philosophiae’, fue compuesta cuando estaba en la cárcel, injustamente acusado de complot contra el rey Teodorico. Procesado y condenado a muerte, fue ejecutado el 23 octubre de 524, a los 44 años. "En esta obra, en la cárcel busca el consuelo, busca la luz, busca la sabiduría - ha explicado Benedicto XVI -. Y dice que ha sabido distinguir, precisamente en esta situación, entre los bienes aparentes - en la cárcel éstos desaparecen - y entre los bienes verdaderos, como la auténtica amistad, que en la cárcel no desaparecen. El bien más elevado es Dios: Boecio aprendió - y nos lo enseña a nosotros - a no caer en el fatalismo, que apaga la esperanza. Nos enseña que no gobierna el destino, sino la Providencia y ésta tiene un rostro. Con la Providencia se puede hablar, porque la Providencia es Dios. De este modo, incluso en la cárcel, le queda la posibilidad de la oración, del diálogo con Aquel que nos salva”.
En la peroración final de la obra se puede descubrir una especie de síntesis de toda la enseñanza que Boecio se dirige a si mismo y a todos los que puedan encontrarse en sus mismas condiciones. "Todo preso, independientemente del motivo por el que haya acabado en la cárcel, intuye cómo es dura esta particular condición humana- ha explicado el Papa -, sobre todo cuando es embrutecida, como le sucedió a Boecio, por la tortura. Pero es particularmente absurda la condición de aquél, como Boecio, a quien la ciudad de Pavía le reconoce y celebra en la liturgia como mártir en la fe, que es torturado hasta la muerte por el único motivo de sus propias convicciones, políticas y religiosas. Boecio, símbolo de un número inmenso de detenidos injustamente de todos los tiempos y de todas las latitudes, es de hecho una puerta objetiva para entrar en la contemplación del misterioso Crucifijo del Gólgota”.
Contemporáneo de Boecio fue Marco Aurelio Casiodoro, nacido en Squillace hacia el 485 y muerto en Vivarium alrededor del 580. "Consciente de la necesidad de no dejar desvanecer en el olvido todo el patrimonio humano y humanista, acumulado en los siglos de oro del Imperio Romano, Casiodoro colaboró generosamente, en los más elevados niveles de responsabilidad política, con los pueblos nuevos que habían atravesado las fronteras del Imperio y se habían establecido en Italia. También él fue modelo de encuentro cultural, de diálogo, de reconciliación" ha subrayado Benedicto XVI. Apoyó el movimiento monástico con todas sus riquezas materiales y sus fuerzas espirituales, y a los monjes confió la tarea "de recobrar, conservar y transmitir a los venideros el inmenso patrimonio cultural de los antiguos, porque no fuera perdido. Por éste Vivarium fundó, un cenobio en que todo fue organizado de modo tal que fuera estimado como precioso e irrenunciable el trabajo intelectual de los monjes".
En su enseñanza, distribuida en varias obras, tiene un papel central la oración, "nutrida por la Sagrada Escritura y particularmente por la asidua frecuencia a los Salmos". Además "la búsqueda de Dios, orientada a su contemplación - apunta Cassiodoro -, continua siendo el objetivo permanente de la vida monástica. Sin embargo, añade que con la ayuda de la gracia divina, se puede disfrutar mejor de la Palabra revelada utilizando las conquistas científicas y culturales ‘profanas’ que poseían los griegos y los romanos. Casiodoro se dedicó personalmente a los estudios filosóficos, teológicos y exegéticos sin particular creatividad, pero prestando atención a las intuiciones que consideraba válidas en los demás”.
El Santo Padre ha concluido su catequesis citando un pasaje en el que Cassiodoro, refiriéndose a la enseñanza de Jerónimo, exhortaba a los monjes a pedir la ayuda de Dios para vencer más fácilmente las solicitudes del mundo y sus alicientes: "El enemigo no encontrará, de hecho, ninguna entrada para asaltaros si toda vuestra atención está ocupada en Cristo". Benedicto XVI ha exhortado: "Es una advertencia que también podemos considerar como válida para nosotros. Vivimos, de hecho, también nosotros, en un tiempo de encuentro de culturas, de peligro de violencia que destruye las culturas, y en el que es necesario el compromiso para transmitir los grandes valores y enseñar a las nuevas generaciones el camino de la reconciliación y de la paz. Encontramos este camino orientándonos hacia el Dios con rostro humano, el Dios que se nos ha revelado en Cristo". (S.L) (Agencia Fides 13/3/2008; Líneas: Palabras:


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