VATICANO - Mensaje del Papa a los Obispos de Cuba con ocasión del X aniversario de la visita de Juan Pablo II: deber de gratitud y renovación del impulso evangelizador

viernes, 22 febrero 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "El rememorar diez años después aquellas inolvidables jornadas para la Iglesia y el pueblo cubano, vividas también bajo la mirada emocionada de todo el mundo, es sin duda un deber de gratitud para con mi venerado Predecesor, así como manifestación de un ardiente propósito de renovar el auténtico impulso evangelizador que él dejó profundamente impreso en el corazón de todos". Escribe el Santo Padre Benedicto XVI en el Mensaje enviado a los Obispos de Cuba con ocasión del X aniversario de la visita en el País del Papa Juan Pablo II, el 21-26 de enero de 1998. Portador del Mensaje ha sido el Card. Tarcisio Bertone, Secretario de Estado, en visita en Cuba para esta celebración.
Después de haber saludado al Cardenal Arzobispo de La Habana, al Presidente de la Conferencia de los Obispos Católicos de Cuba y a cada uno de los otros Obispos que la componen, el Papa asegura que se siente espiritualmente en Cuba, pidiendo al Señor que conceda a los cubanos “fortaleza y generosidad para vivir cada vez más intensamente su fe y trabajar en favor de un mundo iluminado por el Evangelio". “El anuncio del Evangelio de Cristo sigue encontrando en Cuba corazones bien dispuestos para acogerlo, lo que conlleva una responsabilidad constante para ayudarles a crecer en la vida espiritual - continúa el Papa -. Anunciar la recta doctrina, iniciar en la escucha y profundización de la Palabra de Dios, promover la participación en los sacramentos y fomentar la vida de oración, son metas primarias de la acción pastoral, pues llevar a todos la salvación de Cristo es el núcleo mismo de la misión de la Iglesia”.
A pesar de que las dificultades, de la escasez de recursos, de la indiferencia o incluso la desconfianza, pueden llevar al desaliento a algunas comunidades, "el creyente sabe que siempre puede poner su esperanza en Cristo Jesús, nuestro Señor, que no defrauda y colma de alegría su corazón, dando sentido y fecundidad a su vida de fe. En efecto, una pequeña luz puede iluminar toda la casa, la levadura es poca cosa, pero hace fermentar toda la masa". A continuación el Papa subraya que también pequeños gestos de amistad y buena volunta, gestos sencillos y cotidianos de respeto, atención al que sufre o entrega desinteresada al bien de los demás, " hacen entrever el amor sin límites de Dios por todos y cada uno”. Gran importancia asume por tanto " la misión que la Iglesia en Cuba desarrolla en favor de los más necesitados, con obras concretas de servicio y atención a los hombres y mujeres de cualquier condición, que merecen ser sostenidos no sólo en sus necesidades materiales, sino acogidos con afecto y comprensión”.
A los "queridos hermanos en el episcopado", el Papa les recuerda que tienen en sus manos "el cuidado de la viña del Señor en Cuba, donde el anuncio del Evangelio llegó hace cinco siglos y cuyos valores tuvieron gran influencia en el nacimiento de la Nación … Esta herencia ha calado hondo en el alma cubana, que hoy necesita de vuestra generosa solicitud pastoral para reavivarla cada vez más, mostrando que la Iglesia, centrando su mirada en Jesucristo, tiende a hacer el bien, a promover la dignidad de la persona y, sembrando sentimientos de comprensión, misericordia y reconciliación, contribuye a la mejora del hombre y de la sociedad. Sabéis que contáis con la cercanía del Papa y la fraterna oración y colaboración de otras Iglesias particulares diseminadas por el mundo entero”.
En la conclusión de su Mensaje, el Santo Padre ruega a los Obispos que transmitan su afectuoso saludo a los sacerdotes, a las comunidades religiosas y a los fieles laicos, como a todos los cubanos, invocando la Virgen de la Caridad del Cobre con las mismas palabras con las que oró ante Ella Juan Pablo II, hace diez años: "Haz de la nación cubana un hogar de hermanos y hermanas para que este pueblo abra de par en par su mente, su corazón y su vida a Cristo, único Salvador y Redentor, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos". (S.L) (Agencia Fides 22/2/2008; Líneas: 47 palabras: 724)


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