EUROPA/ITALIA - Entrevista al prof. Andrea Riccardi: “El sentido de la misión es el compartir de la Palabra de Dios y la comunicación del gozo de haber encontrado a Jesús en nuestros hermanos más pobres”

lunes, 4 febrero 2008

Roma (Agencia Fides) - Con ocasión de los 40 años de la Comunidad de San Egidio, la Agencia Fides ha dirigido algunas preguntas al fundador de esta, el profesor Andrea Riccardi

Hace cuarenta años nació la Comunidad de San Egidio: ¿cuál era el contexto social y eclesial de entonces y cuáles fueron los motivos de su nacimiento?
La Comunidad nació el 7 de febrero de 1968 de un grupo de estudiantes de un liceo romano, días después del Concilio Vaticano II y durante la revuelta estudiantil, en la que todo parecía tener que cambiar. Al inicio y en la base de la historia de la Comunidad de San Egidio está la lectura del Evangelio que ha guiado nuestro camino a lo largo de estos 40 años, unida al deseo de ponerlo en la práctica en la vida concreta. La Comunidad es una realidad de laicos creyentes que vive en el mundo y se compromete en la solidaridad con los pobres. Así comenzó el camino de San Egidio en la periferia romana, entre los pobres de las barracas de una Roma que tenía aún ángulos de Tercer Mundo. Para la Iglesia se trataba de un momento particular. Se estaba en pleno clima del Concilio, que impulsaba a la renovación, a reencontrar la primacía de la Palabra de Dios, a vivir como pueblo de Dios que se compromete en el mundo.

La Comunidad de San Egidio ha nacido y ha crecido bajo los pontificados de Papa Pablo VI, de Juan Pablo I, de Juan Pablo II, y hoy en día de Benedicto XVI. ¿Qué recuerdo tiene de cada uno de estos Pontífices? ¿Qué han significado para vosotros?
Al Papa Pablo VI nunca pude encontrarlo personalmente. Sin embargo conocí a este Papa sobre todo a través del estudio de sus textos que han marcado profundamente a la Iglesia, como Evangelii nuntiandi o Populorum progressio, y sus viajes apostólicos a todos los continentes. En los años de su pontificado las relaciones fueron sobre todo con su Vicario para la diócesis de Roma, el Card. Ugo Poletti, que acompañó con afecto paterno los primeros pasos de la Comunidad, confiándole entre otras cosas la Iglesia de San Egidio, de la cual la Comunidad tomó el nombre. El Card. Poletti fue una figura importante para Roma, promotor del Congreso diocesano sobre las responsabilidades de los cristianos frente a las expectativas de caridad y justicia en la diócesis de Roma, en febrero de 1974.
Siguió el brevísimo pontificado de Juan Pablo I, el nuevo Conclave y la elección de Juan Pablo II, que inmediatamente inició a visitar las parroquias. Lo encontramos el 3 de diciembre de 1978, mientras visitaba su primera parroquia, en la Garbatella: Él se detuvo, le contamos lo que hacíamos, nos alentó y nos dijo “¿Estáis en Roma? ¡Entonces, venid a encontrarme!” Nos quedamos impresionados de su simplicidad. Desde entonces inició una relación de 26 años, de paternidad, de aliento, de ejecución de sus intuiciones proféticas -como aquella de Asís de 1986 de la oración interreligiosa por la paz-. Recuerdo su primera visita a San Egidio en 1979, cuando éramos una realidad mucho más pequeña de cuanto somos hoy y mucho más jóvenes en edad. El Papa nos comprendió, nos sostuvo y amó como un grande Obispo. De nosotros ha dicho una frase muy hermosa: “no os habéis puesto ningún confín, mas solo aquel de la caridad”. En la época de la madurez uno no deja de ser hijo: así sentimos nuestra relación con Papa Benedicto XVI. Con Él existe una larga historia por vivir, que ya comenzó con la sintonía profunda sobre los temas de la paz y del ecumenismo, de la evangelización en Europa y en África: No puedo olvidar la gran alegría por su presencia en el Meeting interreligioso de Nápoles, el pasado octubre, cuando nos ha alentado a continuar en el camino del encuentro y del diálogo con las religiones y las culturas.

La misión es parte integral de la vida de la Iglesia, y con mayor razón de la vida de los Movimientos eclesiales. ¿Que características distinguen a la misión de la vida de la Comunidad?
Al inició nuestro horizonte era la ciudad de Roma, pero precisamente está relación con la ciudad y con el Papa, que es su Obispo, nos ha dado el sentido de la universalidad. La misión, desde el inicio de nuestra historia, ha sido la de dirigirnos a aquellos que habían perdido todo vínculo con la Iglesia: los jóvenes en nuestra Europa descristianizada, los pobres en las periferias que están perdiendo sus raíces religiosas con la emigración y con las dificultades de la vida... En los barrios pobres de Roma nació esta pasión por el Evangelio que ha llevado la comunidad a las fronteras del mundo. San Egidio vive la comunicación del Evangelio como encuentro personal. En nuestra historia no hemos enviado nunca “misioneros” a otros países: nuestras comunidades en el mundo han nacido de encuentros con hombres y mujeres que han compartido el “espíritu” de San Egidio y lo han llevado a sus propias realidades. El sentido de la misión es por lo tanto compartir la Palabra de Dios y la comunicación de la alegría de haber encontrado Jesús en nuestros hermanos más pobres dando testimonio de que se puede vivir el Evangelio en cualquier situación, viviendo de manera “extraordinaria” también la vida “ordinaria” de todos.

¿En cuáles países del mundo está presente la Comunidad de San Egidio? ¿Cuáles son las experiencias más significativas lejos de Europa?
En la actualidad San Egidio está presente en 70 países del mundo con casi 50,000 personas. De las cuales más de la mitad se encuentran en el sur del mundo, sobre todo en África. Nuestras comunidades viven también en situaciones de gran dificultad para los cristianos como en Sudán, Pakistán o Indonesia. Todas las Comunidades están compuestas por personas del lugar, con la vida y los problemas de todos, pero con la conciencia de que “nadie es tan pobre de no poder ayudar a otro”. Es el ejemplo de nuestras Comunidades en África comprometidas con los niños de la calle o con los presos.
Seguramente estos 40 años nos han abierto nuevos escenario internacionales: nos han involucrado profundamente en la experiencia de sufrimiento de muchos países. En estos largos años hemos encontrado respuestas de paz, como por ejemplo en Mozambique, cuya paz fue firmada en San Egidio el 4 de octubre de 1992, después de 16 años de una sangrienta guerra civil. El mundo puede cambiar.
San Egidio vive en todas partes la espiritualidad de la gratuidad, y en la actualidad eso es un testimonio de que no existe sólo el mercado. Los trabajos de San Egidio cuentan con la participación voluntaria de millares de personas que por ser gratuita no por eso es inconstante o ineficaz. Se trata de intervenciones libres de esquemas ideológicos llevadas adelante en algunos casos con “medios débiles”, como el servicio de los jóvenes africanos que ayudan a los pobres del propio país, y con proyectos capaces de intervenir donde grandes instituciones internacionales no logran llegar.
La pregunta sobre las experiencias de la Comunidad en el mundo es muy compleja: cada historia de resurrección de un pobre, cada encuentro con un joven que comienza a creer y a esperar en el futuro, cada condenado a muerte que recibe una carta de un amigo, cada anciano desesperado que recibe una visita, cada niño que nace sano de una madre con VIH, todo esto es significativo para nosotros, incluso cuando sucede en un ángulo olvidado del Sur del mundo. La periferia se convierte en el centro del mundo cuando el Evangelio da sus frutos, a través del corazón y de las manos de un hermano de San Egidio. (P.L.R.) (Agencia Fides 4/2/2008; líneas 95, palabras 1325)


Compartir: