VATICANO - Benedicto XVI en la audiencia general: "Todo el itinerario intelectual y espiritual de San Agustín constituye también hoy un modelo válido en la relación entre fe y razón, tema no sólo para hombres creyentes sino para todo hombre que busca la verdad"

jueves, 31 enero 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Al tema fe y razón, "que es un tema determinante, o mejor, el tema determinante para la biografía de san Agustín", ha dedicado el Santo Padre Benedicto XVI su discurso durante la audiencia general del 30 de enero. Educado en la fe católica por la madre Mónica, una vez que entró en la adolescencia Agustín abandonó la fe "porque ya no podía ver su raciocinio y no quería una religión que no fuera para el expresión de la razón, es decir de la verdad". Su sed de verdad era radical y por ello, no podía conformarse con filosofías que no llegaran a la verdad misma, que no llegaran hasta Dios, un Dios "que fuera el verdadero Dios, el Dios que da la vida y que entra en nuestra misma vida". El Papa ha subrayado después que "todo el itinerario intelectual y espiritual de san Agustín constituye también hoy un modelo válido en la relación entre fe y razón, tema no sólo para hombres creyentes sino para todo hombre que busca la verdad, tema central para el equilibrio y la suerte de todo ser humano. Estas dos dimensiones, fe y razón, no se deben separar ni contraponer, antes bien, deben ir siempre juntas". Benedicto XVI ha citado en este momento las dos célebres fórmulas agustinianas "que expresan esta coherente síntesis entre fe y razón: cree ut intelligas ("cree para comprender") - el creer abre el camino para atraversar la puerta de la verdad - pero también, e inseparablemente, intellige ut credas ("comprendes para creer") escruta la verdad para poder encontrar a Dios y creer”.
Después de haber recordado que esta relación entre fe y razón ha marcado toda la historia de la Iglesia, incluso antes de la llegada de Cristo, el Papa ha explicado que "la armonía entre fe y razón significa sobre todo que Dios no está lejos: no está lejos de nuestra razón y de nuestra vida; está cerca de todo ser humano, cerca de nuestro corazón y cerca de nuestra razón, si realmente nos ponemos en camino. Precisamente esta cercanía de Dios con el hombre fue advertida con extraordinaria intensidad por Agustín. La presencia de Dios en el hombre es profunda y al mismo tiempo misteriosa, pero puede ser reconocida y descubrimiento en la propia intimidad". Al mismo tiempo la lejanía de Dios equivale a la lejanía de si mismo: "un hombre que está lejos de Dios está también lejos de si, enajenado de si mismo, y sólo puede encontrarse a si mismo encontrándose con Dios".
El ser humano ha sido salvado por Cristo, único mediador entre Dios y la humanidad, por ello, "Cristo es cabeza de la Iglesia y está místicamente unido hasta el punto que Agustín puede afirmar: Nos hemos convertido en Cristo. En efecto si él es la cabeza, nosotros sus miembros, el hombre total es él y nosotros'. Pueblo de Dios y casa de Dios, la Iglesia en la visión agustiniana está pues estrechamente ligada al concepto de Cuerpo de Cristo, fundado en la relectura cristológica del Antiguo Testamento y en la vida sacramental centrada en la Eucaristía, en la que el Señor nos da su Cuerpo y nos transforma en su Cuerpo. Es pues fundamental que la Iglesia, pueblo de Dios en sentido cristológico y no en sentido sociológico, esté realmente insertada en Cristo".
Al término de la catequesis, citando la Carta apostólica "Augustinum Hipponensem" de Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI ha indicado la actualidad de San Agustín o con estas palabras: "Agustín encontró a Dios y durante toda su vida tuvo experiencia de ello hasta el punto que esta realidad - que es ante todo encuentro con una Persona, Jesús - cambió su vida, como cambia la de tantas mujeres y hombres, que han tenido la gracia de encontrarse con Él. Pidamos para que el Señor nos de esta gracia y nos haga encontrar así su paz". (S.L) (Agencia Fides 31/1/2008; Líneas: 44 Palabras: 695)


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