AMERICA/MEXICO - Llamamiento de los Obispos de Acapulco para luchar contra el crimen organizado “un desafío que sobrepasa las fuerzas humanas y que apela al recurso de la esperanza cristiana”

miércoles, 30 enero 2008

Acapulco (Agencia Fides) - “Queremos buscar caminos que ayuden a los fieles católicos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que nos escuchen, a vencer el poder del mal con el bien”, afirman los Obispos de la Provincia Eclesiástica de Acapulco en una Carta Pastoral sobre el crimen organizado. Según constatan los Obispos en los últimos años se ha recrudecido en la región la violencia causada por organizaciones criminales, si bien no es un problema exclusivo de dicha región sino de toda la América Latina y el Caribe.
Analizan en primer lugar los Obispos el fenómeno del Crimen organizado en la región referido a grupos de delincuentes que se organizan de manera sistemática y permanente para conseguir ganancias para sí o para otros recurriendo a la violencia y a la corrupción y cuyas actividades más comunes son el narcotráfico, el secuestro, la trata de personas, el lavado de dinero, el robo de autos y las ejecuciones. Las causas de este mal son múltiples y entre ellas cabe señalar deficiencias del sistema educativo que durante mucho tiempo ha carecido de una formación humanista y ética; el desempleo que cada día crece más; la corrupción política y la protección policíaca; el abandono del campo, y la búsqueda de dinero fácil; la propaganda desde los medios de comunicación social; el avance de una ideología individualista y utilitarista, el irrespeto a la dignidad de cada persona; el deterioro del tejido social; falta de políticas públicas de equidad social.
Sin embargo, a pesar de esta situación los Obispos no vemos “al crimen organizado como un mal invencible, sino como una expresión del pecado personal”. Ciertamente es “un desafío que sobrepasa las fuerzas humanas y que apela al recurso de la esperanza cristiana”. Pero “con la certeza de que el mal no prevalecerá, el cristiano cultiva una esperanza indómita que lo ayuda a promover la justicia y la paz”, afirman los Obispos.
Para los Prelados “todas las formas de crimen organizado implican una verdadera idolatría en la que la fascinación por el poder que ofrece el dinero sustituye la adoración al verdadero Dios”. Por ello es “el conocimiento del Dios verdadero” y “el encuentro con Jesucristo el punto de partida para hacerse discípulo e iniciar un camino de liberación de toda idolatría”.
Ante este mal la Iglesia debe “alzar su voz para hacer una denuncia profética de los graves males que afligen a la comunidad exigiendo cambios y, sobre todo, una conversión espiritual que lleve a un cambio de vida”. Y al mismo tiempo debe luchar por la paz con la oración. En este sentido los Obispos proponen “promover la oración a través de jornadas u otras formas que sensibilicen la fe de los fieles para que se incorporen a estos esfuerzos de la Iglesia en favor de la paz”.
Realizan los Obispos en su Carta un llamamiento a las autoridades para que “antepongan el bien común a los intereses de partidos o de grupos”; a todos los que están involucrados en las diversas formas de crimen organizado recordándoles que “Dios los está llamando a la conversión y su perdón está siempre dispuesto”; a la sociedad civil le piden que participe a través de sus organizaciones, “vigilando y verificando que las autoridades combatan de raíz al crimen organizado, atendiendo a las causas sociales, económicas, políticas y culturales”; a la escuela debe participar “construyendo una cultura sustentada en valores muy bien definidos como la dignidad humana, la laboriosidad y el respeto a la legalidad y construyendo mentalidades y actitudes orientadas hacia el bien común; a los medios de comunicación para que contribuyan a “formar una conciencia de respeto a la persona humana y de búsqueda del bien común”; a las familias pues son “las primeras e insustituibles educadoras de la paz”; y por último, a los agentes de pastoral recordándoles la importancia de la evangelización.
“La esperanza que el Señor siembra en nuestros corazones es el motivo fundamental para no claudicar a esta tarea necesaria para edificar una sociedad más justa y fraterna donde resplandezca la Paz del Señor”, concluyen los Obispos. (RG) (Agencia Fides 30/1/2008


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