VATICANO - “En San Agustín que nos habla vemos la actualidad permanente de su fe, de la fe que viene de Cristo, del Verbo Eterno Encarnado, Hijo de Dios e Hijo del hombre. Y podemos ver que esta fe no es de ayer, aunque haya sido predicada ayer; es siempre actual, porque realmente Cristo es ayer, hoy y para siempre”: El Papa Benedicto XVI continua su catequesis sobre San Agustín

jueves, 17 enero 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Durante la audiencia general del miércoles 16 de enero, el Santo Padre Benedicto XVI continuó su catequesis sobre la gran figura de San Agustín, Obispo de Hipona, que cuatro años antes de morir, exactamente el 26 de setiembre del 426, reunió a los fieles para presentarles a aquel que había designado como su sucesor: el sacerdote Heraclio. La asamblea estalló en un aplauso de aprobación repitiendo veintitrés veces: “¡Gracias sean dadas a Dios! ¡Sea alabado Cristo!”.
Los siguientes años fueron para Agustín, que había expresado su deseo de dedicarse a un estudio más profundo de las Sagradas Escrituras, cuatro años de extraordinaria actividad intelectual, como recordó el Santo Padre: “concluyó obras importantes, emprendió otras no menos exigentes, mantuvo debates públicos con los herejes —siempre buscaba el diálogo— y promovió la paz en las provincias africanas insidiadas por las tribus bárbaras del sur”. Lamentablemente en mayo del año 429 los Vándalos atravesaron el estrecho de Gibraltar y penetraron en Mauritania, alcanzando rápidamente las ricas provincias africanas. En mayo o en junio del 430 los bárbaros pusieron bajo asedio Hipona. Según su biógrafo, Posidio, fue grande el dolor de Agustín frente a los estragos y la destrucción que se vio obligado a contemplar, frente a la dispersión de los sacerdotes, religiosos y religiosas, algunos de los cuales fueron torturados, otros asesinados o hechos prisioneros.
“A pesar de que estaba viejo y cansado Agustín siguió en primera línea —recordó el Papa Benedicto XVI—, consolándose y consolando a los demás con la oración y con la meditación sobre los misteriosos designios de la Providencia. Hablaba de la ‘vejez del mundo’ —y era verdaderamente viejo ese mundo romano—, hablaba de esa vejez como ya lo había hecho años antes para consolar a los refugiados procedentes de Italia, cuando en el año 410 los godos de Alarico invadieron la ciudad de Roma... Pero si el mundo envejece, Cristo es siempre joven, afirmaba. E invitaba a ‘no rechazar rejuvenecer unido a Cristo, que te dice: No temas, tu juventud se renovará como la del águila’. Por eso el cristiano no debe abatirse en las situaciones difíciles, sino tratar de ayudar al prójimo que se halla necesitado”.
Incluso bajo la fuerte presión de las invasiones bárbaras, Agustín recomendaba a los Obispos, sacerdotes y hombres de iglesia de no abandonar a cuantos los necesitaban, para continuar asistiéndolos con su sagrado ministerio, compartiendo con ellos la misma suerte, porque “esta es la prueba suprema de la Caridad”. Benedicto XVI afirmó: “¿Cómo no reconocer en estas palabras el heroico mensaje que tantos sacerdotes, a través de los siglos, han acogido y hecho propio?” Mientras la ciudad de Hipona resistía el asedio, la casa-monasterio de Agustín “había abierto sus puertas para acoger a sus hermanos en el episcopado que pedían hospitalidad” subrayó el Papa, recordando que Agustín transcurrió los últimos días de su vida, que estuvieron marcados por la enfermedad, en penitencia y oración, preparándose a la muerte que llegó el día 28 de agosto de 430.
Benedicto XVI concluyó la catequesis subrayando la actualidad del Santo Obispo de Hipona, que nos habla también hoy “con su fe fresca y actual”: “En san Agustín que nos habla vemos la actualidad permanente de su fe, de la fe que viene de Cristo, del Verbo Eterno Encarnado, Hijo de Dios e Hijo del hombre. Y podemos ver que esta fe no es de ayer, aunque haya sido predicada ayer; es siempre actual, porque realmente Cristo es ayer, hoy y para siempre. Él es el Camino, la Verdad y la Vida”.
Al final de la audiencia general el Santo Padre invitó a la oración por la unidad de los cristianos con estas palabras: “Pasado mañana, viernes 18 de enero, comienza la anual Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que este año tiene un valor singular porque han transcurrido cien años desde su inicio. El tema es la invitación de San Pablo a los tesalonicenses "No ceséis de orar" (1 Tes 5,17); invitación que con gusto hago mía y la dirijo a toda la Iglesia. ¡Sí, es necesario rezar sin cesar pidiendo a Dios con insistencia el gran don de la unidad entre todos los discípulos del Señor! ¡Qué la fuerza inagotable del Espíritu Santo nos impulse a un compromiso sincero de búsqueda de la unidad para que podamos profesar todos juntos que Jesús es el único Salvador del mundo!”. (S.L.) (Agencia Fides 17/1/2008; líneas 55, palabras 804)


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