VATICANO - “Se os ha dicho, pero yo os digo...” - una intervención del prof. Michele Loconsole sobre el diálogo judío-cristiano

lunes, 3 diciembre 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “Se os ha dicho, pero yo os digo...”, aquella frase célebre de Jesús, presente en toda su predicación terrena, especialmente en la confrontación con los jefes del pueblo judío; la encontramos sobre todo en el quinto capítulo del Evangelio de Mateo, inmediatamente después de las bienaventuranzas. El singular “incipit” pone en evidencia que Jesús enseñaba con autoridad propia, no delegada por otros como en el caso de los rabinos. Lejos de pensar en una ruptura con la religión de Israel que Él mismo practicaba, Jesús buscaba su realización, indicando como criterio hermenéutico de las Escrituras antiguas la superioridad del amor sobre la ley.
Con Jesús de Nazaret llega a su plenitud todo lo que desde el principio había sido preparado: la verdadera y plena comunión de Dios con el hombre, a través de su Hijo, el Cristo Mesías, único y universal salvador de los hombres, prefigurado y delineado en las figuras de los patriarcas y profetas del Antiguo Testamento.
¿Podemos entonces considerar todavía válida la Ley de Israel, en el horizonte de la salvación de los judíos después de la venida de Cristo? ¿En qué estado se encuentra la relación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento y, más en general, entre la Antigua y la Nueva Alianza? ¿Cuál es el valor de la Torá para los judíos respecto a la doctrina de la salvación en el cristianismo? ¿Cuál es la misión de la Iglesia en relación a los hebreos? La “Torá traída por el Mesías” -como se expresa sugestivamente Benedicto XVI en su Libro Jesús de Nazaret- ¿con la Torá que Dios había dado a Moisés en el Monte Sianí? ¿En qué relación se encuentran, luego de la predicación de Jesús, la Ley y la libertad? Pero sobre todo, ¿cuál es el valor de las antiguas disposiciones israelitas y judías en el horizonte de la salvación del “pueblo elegido” a la luz de la Nueva Alianza inaugurada por Cristo?
Son algunas de las preguntas a las que intentamos dar una respuesta, partiendo primeramente de la Sagrada Escritura, tomando en examen la Tradición de la Iglesia y el Magisterio, para pasar a los no pocos e interesantes documentos oficiales del diálogo judío-cristiano y al pensamiento de los más autorizados pensadores del judaísmo contemporáneo.
El título es, pues, un intento de comprender hasta qué punto sea necesaria la relación, el diálogo y la confrontación entre el hebraísmo y el cristianismo, y hasta qué punto sea necesario clarificar y profundizar a partir de ciertos elementos comunes, como el monoteísmo, la única historia de la salvación, la Alianza, los libros sagrados y el culto. En espíritu de verdad y en el respeto por la diversidad, se buscará dar a conocer a todos -incluidos los hebreos- la persona de Jesús y el mensaje que nos dejó antes de regresar al Padre.
La Iglesia, en efecto, es la obra más grande de Jesús de Nazaret, y tiene la misión de anunciar su mensaje hasta los confines del mundo, llevando a todos los hombres la comunión, la vida y la verdad. El diálogo interreligioso, afirmaba Juan Pablo II, es mucho más que un modo para promover la consciencia y el enriquecimiento recíproco; es parte de la misión evangelizadora de la Iglesia, una expresión de la misión ad gentes (Ecclesia in Asia, 31). La afirmación de que el diálogo religioso es al mismo tiempo una necesidad intrínseca a la fe y una expresión de la misión de la Iglesia, sigue siendo hoy en día, absolutamente válida.
De esta constatación queremos partir, explicitando los temas más importantes del diálogo judío-cristiano, evidenciando los puntos de continuidad y de discontinuidad, de cumplimiento y de superación. (Michele Loconsole) (Agencia Fides 3/12/2007; líneas 44, palabras 631)


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