VATICANO - El Papa en el Ángelus: “Acojamos la invitación de Cristo de afrontar los eventos cotidianos confiando en su amor providencial. No temamos por el futuro, aún cuando pueda aparecer ante nosotros con tintes oscuras” - Llamamiento a la solidaridad con Bangladesh

lunes, 19 noviembre 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “Desde los inicios la Iglesia vive en la espera orante del regreso de su Señor, escrutando los signos de los tiempos y poniendo en guardia a los fieles de recurrentes mesianismos, que una y otra vez anuncian el fin del mundo como algo eminente. En realidad, la historia debe seguir su camino, que comporta también dramas humanos y calamidades naturales. En ella se desarrolla un designio de salvación al que Cristo ha ya dado cumplimiento en su encarnación, muerte y resurrección. La Iglesia sigue anunciando y actuando este misterio con la predicación, con la celebración de los sacramentos y el testimonio de la caridad”. Son las palabras que se refieren al pasaje evangélico del Domingo XXXIII del tiempo Ordinario, con las que el Santo Padre Benedicto XVI introdujo la oración mariana del Ángelus, el Domingo 18 de noviembre. “Recojamos la invitación de Cristo a afrontar los eventos cotidianos confiando en su amor providencial - prosiguió el Papa -. No temamos por el futuro, incluso cuando pueda aparecer ante nosotros con tintas oscuras, porque el Dios de Jesucristo, que asumió la historia para abrirla a su cumplimiento trascendente, es el alfa y la omega, el principio y el fin de esta historia. Él nos garantiza que en cada pequeño pero genuino acto de amor está todo el sentido del universo, y que quien no duda en perder la propia vida por Él, la encuentra plenamente”.
Asimismo el Papa recordó a las personas consagradas, “que han puesto sin reservas sus vidas al servicio del Reino de Dios”, y en particular a aquellas llamadas a la contemplación en los monasterios de clausura, a los que la Iglesia dedica una Jornada particular el 21 de noviembre, memoria de la presentación al Templo de la Bienaventurada Virgen María. “Debemos tanto a estas personas - subrayó Benedicto XVI - que viven de aquello que la Providencia les procura mediante la generosidad de los fieles”, y retomó lo que recientemente afirmó en Heiligenkreuz sobre el valor del monasterio, que “como oasis espiritual, indica al mundo de hoy la cosa más importante, es más la única cosa decisiva: existe una última razón por la cual vale la pena vivir, es decir Dios y su amor imperscrutable”.
Inmediatamente después de la oración del Ángelus, Benedicto XVI lanzó un llamamiento a la solidaridad con Bangladesh: “Hace algunos días un tremendo ciclón golpeó el sur de Bangladesh, causando numerosísimas víctimas y graves destrucciones. Renovando la expresión de mi profundo pésame a las familias y a toda la tan querida nación, hago un llamamiento a la solidaridad internacional, que ya se movió para hacer frente a las necesidades inmediatas. Aliento a poner en acto todo posible esfuerzo para socorrer a estos hermanos tan duramente probados”.
El Papa expresó además su aliento por el éxito de la 8ª Asamblea de los Estados que han suscrito la Convención sobre la prohibición de uso, almacenamiento, producción y transferencia de las minas antihombre y sobre su destrucción, esperando que estos artefactos, “que siguen causando víctimas, entre las cuales muchos niños, sean prohibidos totalmente”. Una particular referencia la reservó asimismo el Santo Padre a la beatificación del Siervo de Dios Antonio Rosmini, “gran figura de sacerdote e ilustre hombre de cultura”: “su ejemplo ayude a la Iglesia, especialmente a las comunidades eclesiales italianas, a crecer en la conciencia de que la luz de la razón humana y la de la Gracia, cuando caminan juntas, se convierten en fuente de bendición para la persona humana y para la sociedad”. (S.L.) (Agencia Fides 19/11/2007 - líneas 39, palabras 596)


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