AFRICA/ZAMBIA - El recuerdo del Cardenal Adam Kozlowiecki: primer Obispo de Lusaka y durante 20 años Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias

martes, 2 octubre 2007

Lusaka (Agencia Fides) - “Me gusta recordar al Cardenal Adam Koslowiecki con las palabras dichas por el Embajador de Francia en el 2006, al entregarle la Legión de Honor: “Su vida, Eminencia, es una extraordinario resumen de los sufrimientos y de las esperanzas de los europeos en el siglo veinte. Usted ha sido un prisionero político, un deportado, un refugiado, un despatriado, un sacerdote, un educador, un promotor del desarrollo humano, un administrador, un príncipe de la Iglesia Católica romana”. Así recuerda el p. James McGloin, Provincial para Zambia y Malawi de los Jesuitas, para la Agencia Fides, al Cardenal Adam Kozlowiecki, misionero jesuita en Zambia y primer Arzobispo de Lusaka, la capital del País, fallecido el pasado 28 de septiembre a la edad de 96 años.
“Nacido con nobles orígenes en Huta Komorowska, en Polonia, el 1ro de abril de 1911 (“he sido un pez de abril” decía de sí mismo bromeando), el Cardenal Kozlowiecki -recuerda p. McGloin- fue educado como sus hermanos en el colegio jesuita de Chyrów, en la actual Ucrania. Dado el interés del joven Adam por la Orden de los Jesuitas fue enviado por la familia a completar los dos últimos años de estudio en una escuela privada en Poznan”. Tras el diploma, renunció a los títulos nobiliarios y a su herencia, y dos meses después ingresó en el noviciado de los Jesuitas de Stara Wies. Tras haber completado los estudios en 1939, le fue ordenado de dirigirse a Cracovia para obtener un cargo. Pero ese mismo día Polonia era invadida por las tropas alemanas. El viaje por Cracovia se volvió imposible. “Pero el P. Adam -recuerda el Provincial- no perdió los ánimos y afrontó el viaje a pie, tomándole una semana para llegar a Cracovia. Dos semanas después, la Gestapo nazista lo arrestó junto a 24 hermanos”. En junio de 1940 fue transferido a Auschwitz y seguidamente a Dachau, donde vivió hasta el momento de la liberación en abril de 1945. P. Adam recordaba así los años de prisión: “Fueron las mejores prácticas como novicio que recibí, mejores que todo lo que los Jesuitas me hubieran dado”, y también amaba bromear: “He pasado 5 años como huésped especial de Hitler”. P. Adam ha descrito los años de prisión en el libro “Opresión y aflicción. Diario de un prisionero”. Al final de la guerra dejó Alemania con solo un documento que certificaba que era el detenido n. 22187. Se dirigió a Roma, a la Casa Generalicia para asumir algún trabajo. Expresó a los superiores el deseo de regresar a Polonia pero le fue pedido que estuviese disponible para ir como misionero a Rodesia septentrional, la actual Zambia, donde ya había una presencia de Jesuitas polacos. No quería ir a África, pero viendo la petición de sus superiores, se sintió obligado a ser fiel a su voto de obediencia y respondió: “Sí, voy”. Mientras estaba en Roma pronunció los votos perpetuos como Jesuita.
Llegó a Lusaka el 14 de abril de 1946. Fue destino a la más antigua misión de los jesuitas en Kasisi, donde le fue confiada con una escuela inicial. Aquí el futuro Cardenal desarrolló un fuerte afecto a las personas sencillas de origen rural que lo marcó por el resto de sus días.
En 1955 fue nombrado Obispo y Vicario Apostólico de Vicariato de Lusaka, y cuatro años después fue el primer Arzobispo de Lusaka. Como Arzobispo participó en el Concilio Vaticano II, y en 1961, fue elegido Presidente de la recién nacida AMECEA (Asociación de miembros de las Conferencias Episcopales de África Oriental).
Tras la independencia de Zambia en 1964, Mons. Adam pidió nombrar en su lugar a un Obispo africano, y en 1969 fueron aceptada su dimisión, suscitando un vasto eco en toda África. Dese entonces trabajó como simple sacerdote en diversas áreas del País y durante 20 años fue Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias de Zambia. En 1998 el Papa Juan Pablo II lo hizo Cardenal. “Acepto este signo con profunda gratitud en cuanto signo de reconocimiento para cada simple misionero” escribió al Santo Padre. Entre los reconocimientos recibidos por el Cardenal están la Legión de Honor francesa en el 2006 y los más altos decoros de Polonia y de Zambia. (L.M.) (Agencia Fides 2/10/2007; líneas 47, palabras723)


Compartir: