VATICANO - El Papa Benedicto XVI en Austria — “El compromiso de los voluntarios es un servicio a la dignidad del hombre fundada en su ser creado a imagen y semejanza de Dios... el empeño de los voluntarios niños con frecuencia es impresionante; basta pensar a la acción de los ‘Sternsinger’ durante el tiempo del nazismo”

martes, 11 septiembre 2007

Viena (Agencia Fides) - “Es hermoso encontrar personas que en nuestra sociedad buscan darle un rostro al mensaje evangélico; ver personas ancianas y jóvenes que hacen concreto y palpable en la Iglesia y en la sociedad, ese amor del que nosotros, como cristianos, tenemos que ser conquistados. ¡Es el amor de Dios que se que se reconoce en el otro, en el próximo, el hermano o la hermana!”. El último encuentro del Papa Benedicto XVI antes de la ceremonia de despedida de Austria fue con los miembros de las organizaciones de voluntariado de la Iglesia y de la sociedad civil realizado el domingo 9 de setiembre por la tarde en el Wiener Konzerthaus de Viena.
Citando las distintas razones que pueden motivar el voluntariado, que representa antes que anda “una ocasión para formar la propia personalidad y para inserirse con un compromiso activo y responsable en la vida social”, el Santo Padre recordó que “con frecuencia al origen se encuentra simplemente el deseo de hacer algo que tenga sentido y que sea útil, además de abrir nuevos campos de experiencia. Los jóvenes buscan en esto naturalmente y con razón también alegrías y acontecimientos hermosos, una experiencia de autentica camaradería y una actividad compartida llena de sentido”. Benedicto XVI expresó su satisfacción por la marcada “cultura del voluntariado” existente en Austria y agradeció “a cada mujer y hombre, a todos los jóvenes y niños —de hecho el empeño de los voluntarios niños con frecuencia es impresionante; basta pensar a la acción de los ‘Sternsinger’ durante el tiempo del nazismo... Sobre todo agradecer también por esos pequeños y grandes servicios y fatigas que no siempre se hacen notar”.
“El amor al próximo no se puede delegar; el Estado y la política, con las necesarias atenciones de un Estado social, no pueden sustituirlo —continuó el Papa—. El amor al próximo necesita siempre del compromiso personal y voluntario, para el cual el Estado puede y debe crear condiciones favorables. Gracias a este compromiso, la ayuda mantiene su dimensión humana y no se despersonaliza. Es justamente por eso que vosotros voluntarios no sois “cubre huecos” en la red social, sino personas que verdaderamente contribuyen a darle un rostro humano y cristiano a nuestra sociedad”.
A continuación el Santo Padre resaltó que “en el compromiso de los voluntarios entra en juego la dimensión clave de la imagen cristiana de Dios y del hombre: el amor de Dios y el amor del prójimo” y que “el compromiso de los voluntarios constituye un eco de gratitud y trasmite el amor recibido”. En la base de las distintas formas de compromiso voluntario se encuentra el profundo sentido de comunión que nace de la “gratuidad”. “Gratuitamente hemos recibido la vida de nuestro creador —explica Benedicto XVI—, gratuitamente hemos sido liberados del camino del pecado y del mal, gratuitamente se nos ha dado el Espíritu y con él una multiplicidad de dones... Gratuitamente trasmitimos lo que hemos recibido, con nuestro compromiso como voluntarios. Esta lógica de la gratuidad se sitúa más allá del simple deber y poder moral... La espontánea disponibilidad vive y se demuestra más allá del cálculo y del contracambio. Ésta rompe las reglas de la economía de mercado. El hombre es mucho más que un simple factor económico da valorizar según criterios económicos”.
En su discurso el Santo Padre puso en evidencia que “el compromiso de los voluntarios es un servicios a la dignidad del hombre fundada en su ser creado a imagen y semejanza de Dios... Las personas comprometidas gratuitamente confieren al prójimo consideración, recuerdan la dignidad del hombre y suscitan la alegría de vivir y la esperanza. Los exponentes del voluntariado son custodios y abogados de los derechos del hombre y de su dignidad... En la mirada de los otros, precisamente de ese “otro” que necesita de nuestra ayuda, experimentamos las exigencias concretas del amor cristiano. Jesucristo no nos enseña una mística de “ojos cerrados” sino una mística de la “mirada abierta” y con eso el deber absoluto de percibir la condición de los demás, la situación en la que se encuentra el hombre que, según el Evangelio, es nuestro prójimo. La mirada de Jesús, la escuela de los ojos de Jesús, nos introduce en una cercanía humana, en la solidariedad, en el compartir el tiempo, nuestros dones y también nuestros bienes materiales”.
“Finalmente, el mandamiento del amor de Dios y del prójimo nos recuerda que es a Dios mismo, a través del amor al prójimo, que los cristianos le rendimos honor... Si en el hombre concreto que encontramos está presente Jesús la actividad gratuita que realizamos se puede convertir en una experiencia de Dios... Al final quisiera recordar la fuerza y la importancia de la oración para los que están comprometidos en el trabajo caritativo. La oración a Dios es el camino para salir de la ideología y de la resignación frente a la infinitud de las necesidades”.
Al final de encuentro con el mundo del voluntariado el Papa se traslado en auto al aeropuerto de Viena donde se realizó la ceremonia de despedida antes de su partida para Roma. (S.L.) (Agencia Fides 11/9/2007; líneas 61, palabras 901)


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