ASIA/FILIPINAS - Rezar por la paz en los "Cenáculos" de la armonía: experiencia de diálogo y paz en Filipinas y en el mundo

viernes, 1 junio 2007

Zamboanga City (Agencia Fides) - Todos los domingos, en el barrio pobre de Pitogo, en Zamboanga, (en la isla de Mindanao, Filipinas Sur), se juntan algunas madres cristianas con sus hijos para un momento de oración común. Partiendo de un pasaje de la Biblia, reflexionan y rezan. De este modo han experimentado que su fe ha ido creciendo ofreciéndoles motivos de esperanza en medio de las muchas dificultades de la vida cotidiana. Los mismos niños rezan con entusiasmo por la paz. "Es muy bueno iniciar desde pequeños a rezar juntos - cuentan - y a crecer con los valores morales y espirituales de la paz. De este modo se construye y se mantiene la paz en la familia y entre las familias del mismo barrio". Afirman los grupos relacionados al espíritu de la "Cadena de la armonía”, experiencia de oración por la paz y de diálogo interreligioso nacido en el Sur de Filipinas, gracias a la obra del misionero del PIME (Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras) p. Sebastián D’Ambar. El misionero fundó en 1984 el movimiento "Silsilah" (término de la mística islámica que significa "Cadena") desarrollando a lo largo de los años el estilo de la "vida en diálogo", creando la "Aldea de la armonía”, dónde cristianos y musulmanes, viviendo vida común, ofrecen un ejemplo concreto de solidaridad, respeto y fraternidad recíproca.
La experiencia de los pequeños "Cenáculos" de la armonía, en los que un grupo de personas rezan semanalmente por la paz con la "Oración de la armonía”, traducida en 13 lenguas, también se está difundiendo desde Filipinas a otros países del mundo, en Asia y en Europa.
La unión entre todas las personas interesadas por la "Cadena" de la armonía es garantizado por un boletín titulado "Uniones de Paz", redactado y mandado por el P. D’Ambar. El boletín señala valores, experiencias, iniciativas comunes a la espiritualidad cristiana y musulmana. En el último número se habla de la "cultura de la hospitalidad”, desarrollada en toda la cristiandad, hasta nuestros días, especialmente gracia a los monasterios.
El boletín escribe: "En la vida agitada y presurosa de hoy, la hospitalidad con frecuencia se descuidada. Ofrecer hospitalidad significa sacrificar tiempo, dinero, diversiones y la intimidad de la casa y la familia. El Evangelio dice: 'Quien acoge a uno de estos pequeños, a mi me acoge' (Mc 9,37). La sencilla hospitalidad puede ofrecer acogida, comprensión, descanso, consuelo, y también amistad. Quien hospeda y quién es acogido pueden ser preciosos regalos uno para otro. La hospitalidad es ante todo cuestión de corazón: se trata de acoger en la misma vida, de hacer espacio en la propia vida a quien es nuevo, a quien es diferente, a quien tiene necesidad. Es un modo de crear un mundo más fraterno, donde se vive mejor sin muros ni barreras, miedos ni defensas. Es un paso hacia la paz". (PA)(Agenzia Fides 1/6/2007 Líneas: 34 Palabras: 492)


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