EUROPA/ITALIA - Evangelización, educación y formación de la mujer: el compromiso prioritario de las hermanas misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles que recuerdan el centenario de la muerte de su Fundador

jueves, 22 marzo 2007

Roma (Agencia Fides) - "Nuestra espiritualidad es esencialmente apostólica, caracterizada por la sencillez de nuestro Fundador: 'conocer y amar a Dios y hacerlo conocer y amar' - afirma a la Agencia Fides Suor Eileen Curran, Superiora General de las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles -. Fieles al lema de la Congregación, 'Con Maria, la Madre de Jesús', las hermanas tratan de imitar a Maria, la mujer humilde y fuerte, llena de esperanza y dispuesta a hacer la voluntad de Dios. Nuestra misión es la evangelización, especialmente en África, dónde damos particular atención a la educación y a la formación de las mujeres."
El 2007 es un año especial para las Misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles: celebran en efecto el centenario de la muerte de su Fundador, el P. Augustin Planque, SMA (1826-1907). En 1876 el P. Planque fundó este instituto de religiosas para colaborar con los padres de la Sociedad de las Misiones Africanas (SMA) en el trabajo de evangelización, particularmente en África. Había visto, en efecto lo necesarias que eran las religiosas para educar a las jóvenes y promover la situación de la mujer. Hoy las Hermanas de Nuestra Señora de los Apóstoles son acerca de 800, provienen de América, Europa, Medio Oriente y de once países de África, y están presentes en 19 naciones de cuatro continentes. "Tenemos un grupo activo de monjas africanas que van en misión a otros países africanos" dice Suor Curran. "Damos prioridad a la primera evangelización, acudiendo allí dónde son mayores las necesidades" continúa la Superiora general. Por ello, podemos encontrar a las religiosas en las zonas rurales más remotas como en las periferias de las grandes ciudades, dónde los desplazados y refugiados, en la pobreza, viven en el anonimato. Escuelas primarias, secundarias y técnicas surgen allí donde llegan las religiosas: por medio de la instrucción se habilita a las mujeres a desarrollar plenamente sus capacidades y a convertirse en madre responsables de sus familias: "por medio de ellas los valores humanos, sociales y evangélicos se filtran en el ambiente familiar enriqueciendo la calidad de la vida familiar y contribuyendo positivamente a la sociedad".
"Nuestra misión también incluye la asistencia a los enfermos y a los abandonados, por medio de centros sanitarios, clínicas, hospitales y visitas domiciliarias. Siempre dispuestas a leer los signos de los tiempos, las hermanas de Nuestra Señora de los Apóstoles acuden donde se registran las necesidades más urgentes: en sus centros cuidan de los niños de la calle, de los enfermos de Sida y sus familiares. Junto con las organizaciones nacionales e internacionales, las hermanas trabajan para construir un mundo mejor dónde se respete la justicia, la igualdad y el cuidado del ambiente".
"El diálogo interreligioso es vivido en nuestros centros educativos y de asistencia sanitaria, dónde todos los creyentes son valorizados y respetados. Chicos cristianos, musulmanes, drusos e hindúes se han sentado codo a codo en las aulas escolares y juegan en los mismos campos. Esta situación se da hoy en todas nuestras instituciones de enseñanza aunque en algunos lugares hay una mayor conciencia de las diferencias. Desde los principios, el p. Planque animó a las religiosas a estudiar la lengua y la cultura local, y a comunicarse con la gente en una lengua que pudieran comprender. La palabra inculturación no formaba parte del vocabulario de la época, pero la hemos vivido constantemente con nuestra presencia, el respeto por las diferencias y las actividades apostólicas". La Superiora general concluye recordando que las misioneras activas son fuertemente apoyadas por la oración y por la vida de entregada a la contemplación de las hermanas europeas más ancianas, ya que "la actitud contemplativa es muy necesaria en la sociedad contemporánea, que se guía del dominio económico y la globalización, en cuánto que nos preserva del estrés y de la fatiga y de un cierto olvido de Dios. Sólo una vida de cercanía a Cristo, renovada a lo largo del día con momentos de contemplación y serena oración, podrá preservar a la sal de perder su sabor". (S.L) (Agencia Fides 22/3/2007; Líneas: 47 Palabras: 702)


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