VATICANO - El Papa al instituto Penal para Menores: "Se puede carecer de todo, incluso de la libertad o la salud, y estar en paz y alegría, si dentro del corazón está Dios. El secreto, pues, está aquí: es necesario que Dios ocupe siempre el primer puesto en nuestra vida"

miércoles, 21 marzo 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El domingo 18 de marzo, IV de Cuaresma, el Santo Padre Benedicto XVI ha visitado el instituto Penal para Menores "Casal del Marmo” de Roma. Acogido por el Cardenal Camillo Ruini, Vicario General para la Diócesis de Roma, y por las Autoridades civiles, el Papa ha presidido la Concelebración eucarística en la Capilla del instituto dedicada al "Padre Misericordioso."
En la homilía, el Papa Benedicto XVI ha explicado el Evangelio de la liturgia dominical, la parábola del padre misericordioso, en la que tres aparecen personas: el padre y los dos hijos. "Ambos hijos viven en paz, son agricultores acomodados, tienen por lo tanto de qué vivir, venden bien sus productos, la vida parece ser buena. Y sin embargo, paulatinamente el hijo más joven encuentra esta vida aburrida, insatisfactoria". Deseoso de experimentar otra vida, en la que ser realmente libre para hacer lo que quiere, "una vida libre de esta disciplina y de estas normas de los mandamientos de Dios, de los órdenes del padre", toma su patrimonio y se va. "El padre es muy respetuoso y generoso y respeta la libertad del hijo: es él quien debe encontrar su proyecto de vida". El hijo va a un país lejano, probablemente no sólo desde el punto de vista geográfico, “porque quiere una vida totalmente diferente".
En un primer momento todo va bien, pero luego, con el tiempo, se siente el vacío: "también ahora aparece la esclavitud de hacer las mismas cosas. Y al final también el dinero se agota y el joven encuentra que su nivel de vida está por debajo del de los cerdos. Entonces comienza a reflexionar y se pregunta si realmente era ese el camino de la vida: una libertad interpretada como hacer lo que quiero, vivir, vivir sólo para mí o si por el contrario, no sería quizá más vida vivir para los otros, contribuir a la construcción del mundo, al crecimiento de la comunidad humana". El joven reflexiona y empieza a ver que era mucho más libre en casa, "siendo propietario también él, contribuyendo a la construcción de la casa y de la sociedad en comunión con el Creador, conociendo el fin de su vida, adivinando el proyecto que Dios tiene para él". El hijo más joven se pone por ello, en camino para volver a casa, para retornar a la vida de antes.
El padre que le había respetado su libertad "para darle la posibilidad de entender interiormente qué es vivir, qué es "no vivir", lo abraza y le prepara una fiesta. "El hijo entiende que precisamente el trabajo, la humildad, la disciplina de cada día crea la verdadera fiesta y la verdadera libertad… Ciertamente no será fácil su vida en el futuro, las tentaciones volverán, pero él ya es plenamente consciente de que una vida sin Dios no funciona: falta lo esencial, falta la luz, falta el por qué, falta el gran sentido del ser hombre… El joven entiende que los Mandamientos de Dios no son obstáculos para la libertad y para una vida bella, sino que son los que indican el camino a seguir para encontrar la vida. Entiende que también el trabajo, la disciplina trabajar no porque si, sino para los demás amplía la vida". La reacción de envidia del otro hijo que estaba en casa, nos lleva a entender que "también él en lo profundo de si debe 'volver a casa' y entender de nuevo qué es la vida, entender que sólo con Dios se vive realmente, con su Palabra, en la comunión de la misma familia, del trabajo; en la comunión de la gran Familia de Dios."
Benedicto XVI ha completado después su explicación de la parábola con algunas observaciones: "El Evangelio nos ayuda a entender quien es realmente Dios: Él es el Padre misericordioso que nos ama por encima de toda medida en Jesús. Los errores que cometemos, aunque sean grandes, no disminuyen la fidelidad de su amor. En el sacramento de la confesión podemos siempre empezar de nuevo: Él nos acoge, nos devuelve la dignidad de hijos… Además esta parábola nos ayuda a entender quien es el hombre: no es una entidad aislada que vive sólo para si mismo y tiene la vida sólo para si mismo. Al contrario, nosotros vivimos con los otros, hemos sido creados junto a los otros y sólo al estar con los otros, entregándonos a los demás encontraremos la vida.... Y finalmente, el hombre es una persona libre. Tenemos que entender qué es la libertad y que es la sola apariencia de la libertad. La libertad, podría decirse, es un trampolín de lanzamiento para zambullirse en el mar infinito de la bondad divina, pero también puede convertirse en un plano inclinado sobre tan el uno puede resbalarse hacia el abismo del pecado y del mal y perder así la libertad y nuestra dignidad."
Por último, el Santo Padre ha recordado que en este tiempo cuaresmal la Iglesia nos invita "a la conversión que, antes que ser un esfuerzo siempre importante para cambiar nuestros comportamientos, es una oportunidad para decidir alzarnos y volver a empezar, abandonar el pecado y elegir volver a Dios. Hagamos - este es el imperativo de la Cuaresma - hagamos juntos este camino de liberación interior".
Al término de la Santa Misa, Benedicto XVI se ha acercado al gimnasio del instituto Penal para encontrarse con los jóvenes huéspedes y con la policía Penitenciaria. "Quisiera ante todo deciros gracias por vuestra alegría, gracias por esta preparación. Para mí, es una gran alegría haberos dado un poco de luz con esta visita mía" ha dicho el Papa, asegurando: "Sabed que el Papa os ama y os sigue con afecto". Después ha continuado: "Hoy es para vosotros un día de fiesta, un día de alegría. La liturgia misma de este domingo inicia con una invitación a estar alegres… Durante la Misa hemos recordado que Dios nos ama: he aquí la fuente de la verdadera alegría. Aún teniendo todo lo que se desea, a veces se puede ser infeliz; por el contrario, uno puede carecer de todo incluso de la libertad o la salud, y estar en paz y alegre, si dentro del corazón está Dios. El secreto, pues, está aquí: es necesario que Dios ocupe siempre el primer puesto en nuestra vida". (S.L) (Agencia Fides 21/3/2007, Líneas: 69 Palabras: 1093)


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