VATICANO - "Cristo nos ha escogido, queridos sacerdotes, para ser los únicos que pueden perdonar los pecados en su nombre: se trata, por tanto, de un servicio eclesial específico al que tenemos que dar prioridad" recuerda el Papa Benedicto XVI a los Penitenciarios de las cuatro Basílicas Pontificias romanas

martes, 20 febrero 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "El sacramento de la penitencia, que tanta importancia tiene para la vida del cristiano, hace actual la eficacia redentora del misterio pascual de Cristo" ha recordado el Papa Benedicto XVI a los Penitenciarios de las cuatro Basílicas Pontificias romanas, recibidos en audiencia el 19 de febrero por la mañana. "En el gesto de la absolución, pronunciada en nombre y por cuenta de la Iglesia, el confesor se convierte en el medio consciente de un maravilloso acontecimiento de gracia.- ha continuado el Papa -. Al adherir con docilidad al Magisterio de la Iglesia, se convierte en ministro de la consoladora misericordia de Dios, pone de manifiesto la realidad del pecado y al mismo tiempo la desmesurada potencia renovadora del amor divino, amor que vuelve a dar la vida. La confesión se convierte, por tanto, en un renacimiento espiritual, que transforma al penitente en una nueva criatura. Este milagro de gracia sólo puede realizarlo Dios, y lo cumple a través de las palabras y de los gestos del sacerdote”.
El Santo Padre ha evidenciado que en la celebración del sacramento de la Penitencia "el confesor no es espectador pasivo, sino instrumento activo de la misericordia divina", por lo tanto es necesario que tenga buena sensibilidad espiritual y pastoral, una seria preparación teológica, moral y pedagógica, y conozca los ámbitos sociales, culturales y profesionales de cuantos se acercan al confesionario. "No hay que olvidar que el sacerdote, en este sacramento, está llamado a desempeñar el papel de padre, juez espiritual, maestro y educador. Esto exige una actualización constante" ha subrayado al Papa, recordando a los sacerdotes que hay que “es necesario unir a la sabiduría humana y a la preparación teológica, una profunda espiritualidad, alimentada por el contacto orante con Cristo, Maestro y Redentor … Su modelo es Jesús, el enviado del Padre, el manantial abundante al que acude es el soplo vivificante del Espíritu Santo”.
“No podemos predicar el perdón y la reconciliación a los demás, sino no estamos personalmente penetrados por él - ha continuado el Papa Benedicto XVI -. Si bien es verdad que en nuestro ministerio hay varias maneras y medios de comunicar a los hermanos el amor misericordioso de Dios, en la celebración de este Sacramento podemos hacerlo de la forma más completa y eminente. Cristo nos ha escogido, queridos sacerdotes, para ser los únicos que pueden perdonar los pecados en su nombre: se trata, por tanto, de un servicio eclesial específico al que tenemos que dar prioridad. ¡Cuántas personas en dificultad buscan el apoyo y el consuelo de Cristo! ¡Cuántos penitentes encuentran en la confesión la paz y la alegría que perseguían desde hace tiempo!”
Por último, evidenciando como también en nuestra época, marcada por muchos desafíos religiosos y sociales, “se debe redescubrir y reproponer este Sacramento”, Benedicto XVI ha invitado a seguir el ejemplo de los santos que han dedicado su vida si exclusivamente al ministerio del confesionario - entre otros, san Juan Maria Vianney, san Leopoldo Mandic y san Pío de Pietrelcina -. "Que ellos nos ayuden desde el cielo para que sepáis dispensar con abundancia la misericordia y el perdón de Cristo". (S.L) (Agencia Fides 20/2/2007 - Líneas: 41 Palabras: 572)


Compartir: