Chuncheon (Agencia Fides) – Desde hace más de 50 años, cada nuevo día que Dios concede, en Chuncheon, Seúl y Jeju, las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor ofrecen su trabajo y oración en Corea del Sur, por mujeres y niñas en dificultad: madres solteras, inmigrantes, mujeres embarazadas y niñas maltratadas en sus familias. En los últimos meses, han inaugurado una nueva estructura dedicada a las mujeres que necesitan ayuda en su casa provincial de Chuncheon, el único «centro» de una congregación religiosa internacional presente en la zona.
Iniciada en 1995 gracias a donaciones, la casa de las hermanas en Chuncheon continúa hoy su expansión con el apoyo de antiguos y nuevos benefactores, que valoran la labor que realizan en favor de las mujeres y niñas de todo el país.
Durante la ceremonia de inauguración, celebrada en abril, el obispo de Chuncheon, Simone Kim Ju-young, se dirigió a los benefactores diciendo: «Debéis ser los más felices de todos. Sepan que, aunque nosotros, los sacerdotes, fallemos en la oración, las religiosas, por el contrario, son siempre asiduas en la oración». El mismo obispo, un año antes, invitó a las parroquias de la diócesis a apoyar la recaudación de fondos impulsada por las religiosas para construir la nueva estructura.
Desde 1993, cuenta la hermana Marie Jean Bae, que fue provincial entre 2014 y 2019, las hermanas de Chuncheon utilizaban gratuitamente el terreno donde hoy se levanta la nueva estructura. Sin embargo, en 2022, el propietario puso en venta el terreno. Si se hubiera vendido y se hubiera construido otro edificio en el lugar, las hermanas habrían tenido que renunciar a su proyecto. «Nosotras y las hermanas de la rama contemplativa rezamos juntas con desesperación. Dios misericordioso escuchó nuestras oraciones y, solo dos días después de intensificar nuestras súplicas, el propietario del terreno cambió de opinión y decidió donarlo al convento, disculpándose por no haberlo hecho antes. Lo más sorprendente es que incluso nos dio las gracias por aceptarlo», relata sor Marie Jean, actual coordinadora en Corea del Sur de Talitha Kum, la red internacional de consagradas contra la trata de personas.
Este año, la Congregación celebra el bicentenario de su rama contemplativa, cuya historia se inspira en las obras y en la intuición espiritual que florecieron en torno a San Juan Eudes (1601-1680), quien en el siglo XVII, en un período de decadencia moral y espiritual, se enfrentó a la lacra de la prostitución, entonces castigada con la cárcel. Impulsado por la joven Madeleine Lamy en Caen, Normandía, Eudes creó la primera casa de acogida, un verdadero «hospital para estas almas». Tras 150 años desde su aprobación papal, la Revolución de 1789 provocó la dispersión de los religiosos y el cierre de sus casas. Solo en 1825, gracias al coraje de la joven superiora María Eufrasia, se reabrieron las casas, dando origen a las Hermanas de Santa Magdalena, hoy conocidas como Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor.
Las religiosas junto a las mujeres en situaciones difíciles
Fue entre los años sesenta y setenta del siglo pasado, justo después del Concilio Vaticano II, cuando comenzaron a registrarse cambios en la vida de las religiosas también en Corea. En 1966, por invitación del obispo Pietro Han Kong-ryel, de la diócesis de Gwangju, llegaron cuatro hermanas estadounidenses para hacer florecer allí la espiritualidad de las Hermanas del Buen Pastor. Conmocionado por la explotación sexual de las jóvenes y mujeres por parte de los militares estadounidenses presentes en su diócesis, Han buscó en el carisma de la fundadora, santa María Eufrasia, el espíritu de compasión y caridad para socorrer a estas víctimas de la opresión. Así, en 1968, las hermanas crearon un servicio residencial y una escuela profesional, situada cerca de la base aérea estadounidense de Gunsan, servicio que permaneció en funcionamiento hasta 1976.
Inspirándose en el lema «una vida es más preciosa que todo el mundo» (one life is more precious than the whole world), la necesidad de apoyar a las mujeres solteras embarazadas puso de manifiesto para la Iglesia católica la importancia de crear estructuras adecuadas para ellas. Así, las hermanas, por invitación del obispo Park Thomas Stewart, partieron de una primera pequeña casa en Seúl para abrir, en 1979, en la provincia de Chuncheon, la «Casa de María» (Mary's Home) para madres solteras. Posteriormente, en 1985, se trasladaron al actual complejo de la casa provincial, ampliando también los centros de escucha y asistencia para mujeres.
Con la entrada en vigor en Corea del Sur de la ley contra la prostitución en 2004 y el aumento significativo de los matrimonios internacionales, debido principalmente al establecimiento de relaciones diplomáticas con China en 1992, se ampliaron las formas de apoyo a las mujeres en dificultades. Este trabajo se intensificó para responder a la urgencia de proporcionar asesoramiento a las mujeres víctimas de violencia doméstica y para tratar de mejorar la comunicación entre cónyuges de diferentes nacionalidades, a menudo obstaculizada por las barreras lingüísticas y culturales.
Acogida para curar las heridas del alma y del cuerpo
El aumento de la sensibilización sobre la justicia y la denuncia de los abusos sufridos por las mujeres llevó en 1995 a la promulgación de la «Ley Fundamental para el Desarrollo de la Mujer» (여성발전기본법).
En los centros de acogida para mujeres embarazadas, como Mary’s Home, las mujeres se preparan para un parto seguro y, después, pueden decidir si desean dar a sus hijos en adopción o quedarse con ellos. El trabajo de las religiosas es fundamental en este ámbito, promoviendo políticas a favor de la dignidad de la vida y ofreciendo alternativas al aborto. Al acoger a las mujeres en estas residencias, las hermanas buscan también protegerlas del prejuicio social que muchas veces sufren por su situación.
Madres víctimas de distintas formas de violencia pueden acudir desde fuera para buscar refugio en las estructuras gestionadas por las religiosas, como la “Casa de los Amigos” en Seúl o en otro refugio en Jeju. Las modalidades de apoyo pueden ser de corto plazo (seis meses), con posibilidad de prórroga, o de largo plazo (hasta dos años). Para ayudarlas a retomar una vida normal, se diseñan programas que favorecen la recuperación de las heridas físicas y psíquicas. Las mujeres participan en un itinerario de crecimiento personal y profesional, y reciben alojamiento y manutención gratuitos, asistencia médica, formación para alcanzar la independencia económica y preparación para el GED, equivalente al examen de acceso a la universidad.
El centro de Chuncheon, gestionado en colaboración con Cáritas, ofrece también apoyo jurídico especializado, con asesoramiento para demandar a los agresores o redactar declaraciones en procesos civiles.
Tampoco faltan hogares para acoger a niñas víctimas de violencia doméstica y de problemas familiares. En estas obras de apostolado, como la Casa del Buen Pastor en Seúl, se busca devolver a las jóvenes el calor de una familia, el sentido del amor y la acogida en un ambiente seguro que les permita recuperar algo de normalidad. «No hay mayor dolor que ser maltratado en casa por los propios padres. Para alcanzar una independencia sana y recuperarse desde el punto de vista psico-emocional, el camino es largo, pero lo consiguen», explica Mariana Inea Young, terapeuta de “Juego de la Arena” y asistente social. «Muchas vuelven para compartir sus historias de recuperación», añade la hermana Damiana Ham.
Una línea telefónica para la ayuda a distancia
Cada jueves, la hermana Rufina Hwa Jung Shim, de 66 años, ahora retirada tras siete años como directora de la línea telefónica en Jeju, recorría los barrios de la ciudad para ofrecer apoyo a mujeres sin hogar. Su celo, que constituye el cuarto voto específico de las Hermanas del Buen Pastor, le permitía superar las limitaciones de espacio y tiempo para continuar con su misión.
«Cada mañana comenzamos con una lectura de la Biblia. Aunque el personal incluye mujeres de distintas afiliaciones presentes en Corea, el Evangelio sigue siendo el corazón de la misión», relata la hermana Rufina. En el “Centro 1366”, las hermanas, llamadas por la diócesis, gestionan el servicio de asesoramiento telefónico conocido como Catholic Women’s Line, lanzado en 1998 por el Ministerio de Salud y Bienestar. Según cada caso, las mujeres reciben apoyo en el lugar o son trasladadas a refugios, poniéndolas en contacto con la policía, hospitales u otras residencias preparadas para su protección.
En los últimos años, la creciente sensibilización en torno a las cuestiones femeninas en Corea del Sur ha generado un cambio significativo en los servicios de asistencia social patrocinados por el Gobierno. Las entidades de servicios sociales que trabajan sobre el terreno son consultadas antes de definir políticas, y se exigen las cualificaciones profesionales adecuadas a quienes prestan estos servicios.
El pasado 1 de julio, el Ministerio de Igualdad y Familia promulgó una ley que prevé la puesta en marcha del Sistema de Pago Anticipado de Prestaciones Familiares. Esta normativa permite al Gobierno anticipar subsidios y contribuciones familiares incluso cuando uno de los progenitores, generalmente el padre, elude sus obligaciones de manutención de los hijos. Las cuotas no pagadas quedan como deuda que el progenitor insolvente debe saldar posteriormente con las instituciones públicas.
La ley contempla el pago de una prestación mensual de 200.000 KRW (equivalentes a 125 euros) por cada hijo hasta que alcance la mayoría de edad, aliviando así las dificultades económicas de madres solteras y mujeres abandonadas por sus cónyuges.
(Agencia Fides 3/7/2025)