Por Javier Trapero
Port Moresby (Agencia Fides) – El Beato Mártir Peter To Rot será canonizado el día 19 de octubre de 2025. Su condición de santo es fruto de una estrecha cooperación entre sacerdotes y laicos en la tarea evangelizadora de la misión, en concreto, la de los Misioneros del Sagrado Corazón (MSC).
“Él, el ‘muchacho de la misión’, estaba muy enfermo y ha muerto”. De esta manera irónica hablaba el policía To Metapa cuando fue a ver, con sus propios ojos, que Peter To Rot estaba muerto. Poco antes, el doctor de la prisión donde le tenían arrestado le había inyectado una supuesta medicina y le había dado de beber un jarabe para, según decían, curarle un resfriado. La administración de estas sustancias le provocaron unos vómitos que el propio doctor no dejo que expulsase tapándole la boca.
Así fue el martirio de este ‘muchacho de la misión’. El de una persona tremendamente comprometida con la labor misionera. El de un catequista nativo papú que aprendió a amar a Jesús, junto a los Misioneros del Sagrado Corazón.
Peter To Rot nació en Rakanui, una población de la isla de Nueva Bretaña en Papúa Nueva Guinea, en el año 1912. Pero la historia de su santidad, podemos decirlo así, comenzó 14 años antes, con el bautismo de sus padres. Este hecho fue tremendamente importante para la evangelización de esta zona del Pacífico. Su padre, Angelo To Puia, era jefe de su comunidad. Fue de los primeros en ser bautizado en la misión, junto a su esposa, María Ia Tumul. Que una autoridad entre los nativos recibiese este sacramento de iniciación cristiana, suponía la aceptación de las enseñanzas de Jesús y, muy importante, la renuncia a las prácticas de brujería y canibalismo muy presentes en la cultura de aquellas personas, así como otras contrarias al Evangelio. La hermana de Peter To Rot, hablaba así de su familia cuando fue preguntada durante el proceso de beatificación: “Mi padre era uno de los líderes del clan. Siempre se ocupó muy bien de sus hijos, y le preocupaba nuestra educación, los consejos que recibíamos y nuestro bienestar general. Nuestra familia era conocida como una familia verdaderamente católica, y nuestros padres nos educaron de acuerdo a esa fe”.
Los padres de Peter To Rot tuvieron una relación muy estrecha con los misioneros. Ayudaron a construir la misión, donaron el terreno para la iglesia, la escuela y la casa de los misioneros. Eran una familia muy amable y comprometida con su comunidad, siempre dispuestos a echar una mano a quien lo necesitaba.
EL P. Joseph Theler, msc, explica en la Positio para la beatificación de Peter To Rot que “Angelo To Puia era un líder rico y de carácter amable. Sin lugar a dudas, era la persona más respetada por todos en las zonas de Navunaram y Rakunai. Era considerado el protector de los indígenas”.
Con estos antecedentes familiares, Peter To Rot mostró un interés muy especial por la eucaristía desde muy pequeño, ofreciéndose a ayudar en la misa diaria. La eucaristía fue para él un pilar fundamental en su vida de fe. Cuenta también el P. Theler que “el P. Ulrich, msc, que había sido designado como encargado de la misión en 1926, quería acólitos voluntarios para armar la lista de la semana, pero al mismo tiempo quería que fueran responsables y vinieran regularmente. Una vez más, To Rot fue el primero en dar su nombre. Cuando se preguntaba a los niños en la escuela cuál de ellos había dicho sus oraciones matutinas y vespertinas, To Rot siempre levantaba la mano para demostrar que lo había hecho”.
Tal era el sentido religioso de Peter To Rot, que el P. Carl Laufer, msc, planteó la posibilidad de que fuese sacerdote, a lo que su padre le respondió: “No, padre, no creo que uno de nuestra generación esté listo para ser sacerdote. Es demasiado pronto para eso. Tal vez uno de mis nietos o bisnietos tenga esa suerte. Pero si quieres que To Rot sea catequista, envíalo a la Escuela de Catequistas de Taliligap”.
Al cumplir los 18 años, Peter To Rot ingresa en la escuela de catequistas dirigida por el P. Joseph Lakaff, msc. Hay que decir que el concepto de catequista en la misión es el de una persona muy comprometida con la comunidad, un guía, un referente para todos sus miembros. El P. Lakaff lo definía así: “El catequista es un verdadero misionero. Es explorador, maestro en los lugares más remotos, vigilante. Ablanda la tierra en los campos sin arar en los que se plantará la semilla de la fe. Él advierte contra los peligros y prepara el camino para el triunfo final de la fe. Debido a que los catequistas están familiarizados con la mentalidad de su propia gente, sus estilos de vida, tradiciones, ideas sobre varios aspectos de la vida y su idioma, dan al sacerdote que trabaja entre un pueblo nativo, con su ayuda, una clara ventaja sobre el misionero extranjero sin ayuda”.
Los catequistas son personas tan comprometidas que, en muchas partes del mundo, han llegado a dar la vida por continuar con su misión evangelizadora cuando los sacerdotes, misioneros o misioneras, han sido expulsados, encarcelados o asesinados. Este es el caso de Peter To Rot.
En 1942, en plena II Guerra Mundial, el ejército japonés invadió Papúa Nueva Guinea. En una primera fase, arrestaron a todos los sacerdotes, pero permitieron la actividad pastoral de las misiones. Ahí es donde los catequistas en general y Peter To Rot en particular jugaron un papel fundamental en el mantenimiento de la fe en sus comunidades. Poco a poco, se fue recortando la libertad religiosa y prohibiendo determinadas manifestaciones religiosas, hasta que en 1944 la prohibición fue total. El P. Laufer escribió: “Las chozas de los nativos eran registradas regularmente en busca de libros religiosos, crucifijos, medallas, estampas, etc. Poseer cualquier documento escrito era peligroso. To Rot tenía en su poder el registro de la misión que, junto con sus anotaciones personales, logró ocultar en el techo de paja de la escuela. Lo que había sido permitido hasta este momento y llevado a cabo en cuanto a oraciones, servicios dominicales e instrucciones, ahora estaba prohibido, al menos exteriormente”.
Las autoridades reunieron a los catequistas en las comisarías y les obligaron a terminar con sus actividades pastorales. Ante esto, también cuenta el P. Laufer, la reacción de Peter To Rot fue firme: “Se han llevado a nuestros sacerdotes, pero no pueden prohibirnos que seamos católicos y que vivamos y muramos como tales. Soy vuestro catequista y cumpliré con mi deber, aunque me cueste la vida”. De manera clandestina, salía por las noches para reunirse con pequeños grupos de fieles. Les impartía catequesis, presidía oraciones y, cuando era necesario, administraba bautismos o bendecía matrimonios. Coscientemente asumía su responsabilidad como catequista ante la ausencia de los misioneros, decidido a no abandonar a las comunidades cristianas.
Además de esta prohibición de cualquier manifestación religiosa, el ejército japonés, para ganarse el favor de los líderes más afines, restauró prácticas ya casi desaparecidas como la poligamia. Desde ese momento, Peter To Rot se convirtió en un férreo defensor del matrimonio. Se enfrentó abiertamente a esta práctica, lo que le llevó a oponerse a miembros influyentes como policías o jueces que deseaban tomar por esposas a mujeres ya casadas. Por este motivo, el policía To Metapa, quien tenía poder suficiente para ordenar su arresto, lo denunció.
Durante su tiempo en prisión, Peter To Rot mostró gran serenidad y convicción. Defendía con firmeza sus decisiones y su fidelidad a la fe cristiana, sin arrepentirse de nada. Se mantuvo firme como catequista y testigo del Evangelio hasta el final. Horas antes de su martirio dijo: “Estoy en prisión por aquellos que rompen sus votos matrimoniales y por aquellos que no quieren ver avanzar la obra de Dios. Eso es todo. Debo morir. Ya me han condenado a muerte”. (Agencia Fides 15/6/2025)