INTENCIÓN MISIONERA - Octubre de 2006: "Para que la celebración de la Jornada Mundial de las Misiones aumente por doquier el espíritu de animación y cooperación misioneras" Comentario a la intención Misionera indicada por el Santo Padre a cargo de Su Eminencia el Card. Iván Dias, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos

lunes, 25 septiembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En este mes de octubre del 2006 se celebra el 80° aniversario de la institución de la Jornada Misionera Mundial. En efecto, el 14 de abril de 1926 el Santo Padre Pío XI dio su aprobación a la petición formulada por el Consejo superior general de la Pontificia Obra de la Propagación de la Fe que, reunida para la asamblea plenaria, pidió al Sumo Pontífice poder establecer "un día de oración y propaganda de las misiones que se celebrara en un mismo día en todas las diócesis, parroquias e institutos del mundo católico". Los motivos que llevaron a esta petición estaban bien definidos: "Ella haría comprender la grandiosidad del problema misionero, excitaría el celo del clero y del pueblo; daría ocasión propicia para dar a mejor conocer cada vez más la Obra de la Propagación de la fe, promover las inscripciones y pedir el óbolo para las misiones; pero sobre todo, a modo de santa cruzada, haría dulce violencia al Corazón Sacratísimo de Jesús para conseguir que se apresurase al reconocimiento universal de su divina majestad" (cfr. Rescrito de la Sagrada Congregación de Ritos, 14 de abril de 1926).
En estos ochenta años la humanidad ha caminado con paso rápido, acelerándose cada vez más en los últimos tiempos. Ha vivido acontecimientos sobrecogedores como dos guerras mundiales, el holocausto, los conflictos que surgen en todas las partes del planeta, pero también ha progresado en el campo de la ciencia, de la tecnología, de la medicina; se ha lanzado a la conquista del espacio, se ha dotado con instrumentos de comunicación sofisticados, ha proclamado solemnemente los derechos inviolables de todo hombre, ha visto profundos cambios sociales y políticos como la caída del muro de Berlín.
Sin embargo, cuántas veces, también en estas últimas décadas, el hombre ha intentado borrar a Dios de la historia, de alejarlo de la propia vida, de cortar toda unión vital con Él, proclamándose el dueño del universo, de la humanidad, de la creación. Entonces el hombre se ha lanzado contra el propio hombre, la humanidad se ha precipitado en el abismo de la violencia y la brutalidad. La pretendida voluntad de renegar de Dios no ha procurado ciertamente la felicidad y el bienestar, antes bien, ha provocado dolor, infelicidad, inseguridad… "Los grandes éxitos de la técnica y la ciencia, que han mejorado notablemente la condición de la humanidad, dejan sin solución las preguntas más profundas del ser humano. Sólo la apertura al misterio de Dios, que es Amor, puede llenar la sed de verdad y felicidad de nuestro corazón" (Papa Benedicto XVI, audiencia general, 16 de agosto de 2006).
Después de 80 años ¿continua siendo actual la petición del Consejo superior general de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe? ¿Continua siendo necesario incrementar la animación y la cooperación misionera? "También la comunidad cristiana en esta nuestra época se siente enviada a los hombres y mujeres del tercer milenio, para hacer que conozcan la verdad del mensaje evangélico y abrirles de este modo el camino de la salvación. Y esto no constituye algo facultativo sino que es la vocación propia del Pueblo de Dios, un deber que le incumbe por mandato del mismo Señor Jesucristo" recordó el Santo Padre Benedicto XVI a los participantes en el Congreso promovido por la Congregación para la evangelización de los Pueblos, en el 40° Aniversario del Decreto Conciliar "Ad Gentes" (audiencia 11 de marzo de 2006).
Por tanto, la humanidad del tercer milenio tiene más que nunca necesidad de Cristo, de conocer el amor del Padre y la fuerza de su Espíritu. Continua siendo necesario, hoy, hacerse misioneros ante esta humanidad tan atormentada e inquieta, para que los que no han oído todavía hablar de Jesucristo puedan conocerlo y quienes los han rechazado con su comportamiento, puedan volver al camino correcto. La misión confiada por Jesucristo a su Iglesia es más actual que nunca, "está todavía en sus comienzos", como dijo Santo Padre Juan Pablo II en la "Redemptoris Missio", (n.1). Pero para que se realice la Misión es necesario que haya alguien que se encargue de ello, es necesario que cada bautizado cargue sobre sus hombros esta misión.
La intención misionera propuesta por el Santo Padre Benedicto XVI para este mes nos invita a rezar para que "la celebración de la Jornada Mundial incremente por todas partes el espíritu de animación y cooperación". Siguiendo el llamamiento del Papa, pedimos para que en la próxima Jornada Misionera no sólo se hable de la Misión" sino que sobre todo se rece por la Misión, para ejercer de este modo una "dulce violencia sobre el Corazón sacratísimo de Jesús para obtener de El que se apresura en el reconocimiento universal de su divina majestad". Que cada uno asuma de forma consciente que está llamado, en cuánto bautizado, a anunciar al mensaje de Jesucristo, Salvador y Redentor. Según la bella expresión del Concilio Vaticano II, esta Jornada es la ocasión de reconocernos todos como Pueblo de Dios "en misión" y no sólo una parte del mismo - Papa, Obispos, sacerdotes y religiosas - sino todos, cada día de nuestra vida, en todos los ámbitos en que los hechos y las elecciones de nuestra historia personal nos llevan, con todos los que entramos en contacto y el Señor pone en nuestro camino. Sólo así crecerá “el espíritu de animación y cooperación" y la Misión no será tan sólo una cita de pocas horas al año sino el latido del reloj que marca nuestra vida espiritual día tras día, mes tras mes, año tras año. La oración será la que cargará el reloj de la vida misionera, porque "el cristiano que reza no pretende cambiar los planes de Dios o corregir lo que Dios ha previsto. Busca más bien el encuentro con el Padre de Jesucristo, pidiendo que esté presente, con el consuelo de su Espíritu, en él y en su trabajo" (Deus Caritas Est, n.37).
Confiémonos a Maria Santísima, que invocamos en el mes de octubre de modo particular con el rezo del Santo Rosario, para que interceda para conseguirnos el mismo ardor de los Apóstoles, que reunidos con Ella en el Cenáculo, no se desanimaron después de la Ascensión del Señor, sino que perseveraron confiados en la oración. Y cuando el Espíritu los colmó con sus dones, no dudaron en abandonar el lugar dónde se encontraban para anunciar a todos la maravillosa realidad de Jesucristo, muerto y resucitado. ¡Transformemos nuestras comunidades, nuestras familias, nuestros grupos misioneros y de apostolado, en igualmente "cenáculos" donde se pida con perseverancia y sin cansarse, el don del Espíritu, para estar preparados a salir al encuentro del mundo, ya que "el anuncio y el testimonio del Evangelio son el primer servicio que los cristianos pueden hacer a cada persona y a todo el género humano, llamados como están a comunicar a todos el amor de Dios, que se ha manifestado en plenitud en el único Redentor del mundo, Jesucristo", (Papa Benedicto XVI, audiencia del 11 de marzo de 2006). ¡Maria, Reina de los Apóstoles y Reina de las Misiones, ruega por nosotros! Card. Iván Dias. (Agencia Fides 25/9/2006; Líneas: 82 Palabras: 1240)


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