El Papa León XIV encabeza la procesión del Corpus Christi por las calles de Roma: “Es hermoso estar con Jesús”

domingo, 22 junio 2025 papa león xiv   eucaristía  

VaticanMedia

Roma (Agencia Fides) - “Queridos hermanos y hermanas, es hermoso estar con Jesús”. Así comenzó su homilía el Papa León XIV en la celebración de la Liturgia Eucarística por la Solemnidad del Corpus Christi en el atrio de la Basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma.

El pasaje del Evangelio de Lucas, leído durante la misa, narra el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, cuando las multitudes que “permanecieron horas y horas con Él, que les hablaba del Reino de Dios y sanaba a los enfermos”. Este domingo, entre San Juan y Santa María la Mayor, una multitud similar se reunió en torno al Sucesor de Pedro para celebrar junto a él el misterio de la Eucaristía. Después de la Misa, esas mismas multitudes acompañaron en procesión al Santísimo Sacramento que portaba el Pontífice en una custodia. Ese pan eucarístico -dijo el Papa León en su homilía, citando a San Agustín- “que nutre y y nunca falta; un pan que se puede comer pero que nunca se agota”.

En el lugar desierto donde habían escuchado las palabras de Jesús y deseaban permanecer cerca de Él —destacó el Obispo de Roma, refiriéndose al pasaje del Evangelio—, “cae la tarde y no hay nada que comer”. “El hambre del pueblo y la puesta del sol son signos de un límite que se cierne sobre el mundo, sobre cada criatura: el día termina, al igual que la vida de los hombres. Es en esta hora, en el tiempo de la indigencia y de las sombras, cuando Jesús permanece entre nosotros”, añadió el Pontífice.

Jesús multiplica los panes y los peces para la multitud hambrienta, aunque los discípulos le habían aconsejado que despidiera a la multitud. Un consejo con el que los discípulos “revelan su poca fe. Porque, en realidad, con Jesús tenemos todo lo que necesitamos para dar fuerza y sentido a nuestra vida”. Él, ante la multitud hambrienta, “responde con el gesto de compartir: levanta la mirada, recita la bendición, parte el pan y da de comer a todos los presentes”, hasta saciarse. Hoy, en lugar de las multitudes del Evangelio —indicó el Papa — “hay pueblos enteros, humillados por la codicia ajena aún más que por el hambre misma”. Y ante la miseria de muchos —continuó—, “ante la miseria de muchos, la acumulación de unos pocos es signo de una soberbia indiferente, que produce dolor e injusticia. En lugar de compartir, la opulencia desperdicia los frutos de la tierra y del trabajo del hombre. Especialmente en este Año Jubilar, el ejemplo del Señor sigue siendo para nosotros un criterio urgente de acción y servicio: compartir el pan, para multiplicar la esperanza, proclama la venida del Reino de Dios”.

El hambre de las multitudes, saciadas por el milagro de Jesús —continuó el Pontífice, uniendo el relato evangélico con la contemplación del misterio de la Eucaristía—, es signo del hambre de salvación presente en el corazón de cada persona: “Al salvar a las multitudes del hambre, Jesús anuncia que salvará a todos de la muerte. Este es el misterio de la fe, que celebramos en el sacramento de la Eucaristía. Así como el hambre es señal de nuestra radical indigencia vital, así también el partir el pan es signo del don divino de la salvación”. Y “nuestra naturaleza hambrienta lleva la marca de una indigencia que es saciada por la gracia de la Eucaristía”.

La Eucaristía —añadió el Sucesor de Pedro, citando el Catecismo de la Iglesia Católica— “es la presencia verdadera, real y sustancial del Salvador que transforma el pan en sí mismo, para transformarnos en Él. Vivo y vivificante, el Corpus Domini hace de nosotros, o sea, de la Iglesia misma, el cuerpo del Señor”.

Al final de su homilía el Papa aseguró que la Procesión Eucarística “es un signo de ese camino”. “Juntos, pastores y rebaño, nos alimentamos del Santísimo Sacramento, lo adoramos y lo llevamos por las calles. Al hacerlo, lo ofrecemos a la mirada, a la conciencia y al corazón de la gente. Al corazón de quien cree, para que crea más firmemente, y al corazón de quien no cree, para que se cuestione sobre el hambre que tenemos en el alma y sobre el pan que puede saciarla”, concluyó.
(GV) (Agenzia Fides 22/6/2025)


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