VATICANO - "Los Santos de la Caridad" de la Encíclica "Deus caritas est": San Juan de Dios

miércoles, 8 marzo 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - San Juan de Dios entra dentro de los modelos de "caridad social" ya que ha sido, según definición del gran psiquiatra y criminólogo ateo Cesare Lombroso, el "Creador del hospital Moderno". Juan de Dios, tocado por el Espíritu a la edad de cuarenta años, se dio todo a todos dando vida, en la ciudad de Granada, a un nuevo hospital, cuando la ciudad misma ya tenía al menos otros seis.
Juan llegó a Granada procedente de Ceuta, en África, con un carro de libros que vendía para sobrevivir o que regalaba cuando se trataba de libros de oración. En Granada, cerca de la Puerta Elvira organizó un quiosco que administraba hasta que llegó su crisis interior, el día de San Sebastián, 20 enero de 1539, sacudido por la predicación de San Juan de Ávila, su director espiritual. Fue por ello, declarado patrono de los libreros.
Fue hospitalizado en el hospital real de Granada, el manicomio de entonces de la ciudad. Fue tratado como los locos de entonces con latigazos y repetidamente maltratado. Pero siendo enfermo empezó a pensar que el día que consiguiera salir daría vida a un hospital para curar a los enfermos "como él deseaba". Al salir encontró un inmueble apto y, por primera vez en la historia de la humanidad, dividió a los enfermos por patologías creando los departamentos hospitalarios. En el hospital daba la debida atención a los locos, atendía a los peregrinos y todos los días paseaba por las calles de la ciudad para recoger a los pobres de la calle y que los otros hospitales no hospitalizaban porque eran demasiado pobres para poder ser acogidos.
La primera cosa que hizo fue dar una cama a cada enfermo y se preocupaba de que el hospital estuviera organizado con médicos, enfermeros, farmacéuticos, capellanes, cocineros y porteros de modo que se garantizase a los hospitalizados una correcta asistencia. San Juan de Dios lavaba personalmente los pies de cada nuevo hospitalizado y todas las tardes, antes de retirarse a rogar en la noche, recitaba con los enfermos el Ave Maria y el Padre nuestro. Para hacer frente a todas las necesidades no se avergonzaba de recorrer las calles de la ciudad gritando: "Haceos el bien a vosotros mismos, oh hermanos, por amor de Dios". Y estando cargado de deudas no desdeñó de ir hasta la corte de España para solicitar la atención de los potentes a las necesidades de los pobres. A pesar del fuerte compromiso del hospital cuidaba también de los presos a los que visitaba regularmente. Hasta tal punto se manifestaba su santidad que sus primeros compañeros fueron un asesino y el hermano del asesinado a quien hizo que se reconciliaran en la cárcel.
Otro dolor que siempre atormentó su alma era el problema de la prostitución, muy grave también en aquellos tiempos. San Juan de Dios, todos los viernes, después de rezar, tomaba entre sus manos un crucifijo y se presentaba en las casas de tolerancia con el intento de redimir a alguna de esas mujeres. Y estaba muy contento y daba gracias a Dios cuando conseguía sacar a alguna de aquella terrible situación. Diez años de esta vida lo agotaron de tal manera que, siendo todavía joven, 50 años, murió el 8 de marzo de 1550 en Granada dejando en herencia a sus primeros seguidores la lista de los enfermos y el registro de las deudas. No tuvo mucho tiempo para escribir reglamentos y reglas para sus seguidores o para el hospital, pero entre las cinco cartas que han llegado hasta nosotros podemos leer algunas enseñanzas de vida:
"Pero Dios es quien sabe y remedia, que El nos dé remedio y consejo a todos nosotros. De todo debéis dar gracias a Dios por el bien y por el mal. Acordaos de Nuestro Señor Jesucristo y de su Bendita Pasión, que devolvió el bien por el mal que le hicieron"… (Carta a Luigi Baptista). “Enviadme a todos los pobres llagados que se encuentran allí. Enviadme también los veinticinco ducados, porque debo pagar a tantos, y están esperando… " (Carta a Gutierre Lasso). “La presente será para haceros saber que yo estoy muy afligido y en grandísima necesidad, pero doy gracias a nuestro Señor Jesucristo de todo, porque debéis saber que son tantos los pobres que aquí acuden que yo mismo me espanto de pensar como se podrá sostener a todos; pero Jesucristo provee a todo y El mismo les da de comer" (II Carta a Gutierre Lasso) "… Cada día aumentan más las deudas y los pobres, muchos de los cuales llegan desnudos, descalzos, llagados y llenos de piojos, por lo que es necesario tener uno o dos hombres para destruir los piojos en una caldera de agua hirviente. Por ello, hermana mía, mis fatigas crecen cada vez más... Cuando me encuentro afligido, no encuentro otro remedio o consolación mejor que mirar y contemplar a Jesucristo crucificado y pensar en su Santísima Pasión.... “ (II Carta a la duquesa de Sessa). "… Hermana mía en Jesucristo, esforcémonos todos, por amor a Jesucristo, en no dejarnos vencer por nuestros enemigos: mundo, demonio y carne. Sobre todo, hermana mía, tenga siempre caridad, porque esta es la madre de todas las virtudes” (III Carta a la duquesa de Sessa).
Este último epnsamiento está muy en relación con el título de la Encíclica "Deus Caritas est", título que, sin duda, es síntesis casi perfecta de la vida de San Juan de Dios empelada toda en servir Dios en los pobres y enfermos. (Fray Marco Fabello, Director de la Revista Fatebenefratelli)
Nota biográfica - Nacido en Montemor-o-Novo, no muy lejos de Lisboa (Portugal), el 8 de marzo de 1495, Juan de Dios - entonces Juan Ciudad - se trasladado a España y lleva una vida muy aventurera pasando de la peligrosa carrera militar a la venta de libros. Hospitalizado en el hospital de Granada descubre la dramática realidad de los enfermos, abandonados a si mismos y marginados y decide así consagrar su vida al servicio de los enfermos. Funda su primer hospital en Granada en 1539. Muere el 8 marzo del 1550. En 1630 es declarado Beato por el Papa Urbano VII, en 1690 canonizado por el papa Alejandro VIII. Entre finales de 1800 y principios de 1900 fue proclamado Patrono de los enfermos, de los hospitales, enfermeros y de sus asociaciones y, por último, patrono de Granada.
Tras las huellas del Santo fundador, los Hermanos de San Juan de Dios ofrecen un servicio cualificado de tratamiento y asistencia a los enfermos y a los pobres con unas 300 obras en 49 naciones del mundo. La presencia de estructuras de la Orden, particularmente extendida en Europa, incluye varios países de Sudamérica, Estados Unidos, Canadá, África, India, Corea, Japón, Israel, Vietnam, Filipinas, Nueva Guinea, Australia y Nueva Zelanda. (Agencia Fides 8/3/2006, Líneas: 75 Palabras: 1.148)


Compartir: