ASIA/PAKISTÁN - Cristianos en tierra de talibanes. Con Francisco de Asís, hombres y mujeres de paz en Beluchistán

miércoles, 4 octubre 2023 evangelización   franciscanos   diálogo   paz  

Vicariato Apostolico di Quetta

El obispo Rehmat visita una escuela católica en Quetta

Por Paolo Affatato
Quetta (Agencia Fides) - El espíritu evangélico de paz y mansedumbre de San Francisco de Asís vive en Beluchistán, provincia fronteriza de Pakistán con Afganistán e Irán. Beluchistán está situada en la parte suroccidental del país, y cuenta con unos 20 millones de habitantes, de población tribal predominantemente Beluchi (35%) y Pashtun (35%). Es un territorio atravesado por numerosas cuestiones abiertas: A pesar de ser rica en recursos naturales como petróleo, gas, cobre y oro, sufre problemas como el subdesarrollo y la pobreza, mientras que entre la población local, los grupos separatistas estigmatizan la labor y la misión del gobierno central, al que acusan de no hacer lo suficiente para integrar a la población en la nación y garantizar su desarrollo. La mayoría de la población de la provincia es musulmana suní. En un contexto de descontento y sentimiento de alienación del Estado central, especialmente en el cinturón tribal de la región montañosa fronteriza con Afganistán, emergieron los llamados “talibanes paquistaníes”, grupos étnicos pastunes que se coagularon en organizaciones terroristas como “Tehrik-e-Taliban Pakistan”. Esta última formación ha reanudado recientemente los atentados terroristas en todo el país.
Según un informe publicado por el “Centro Independiente de Investigación y Estudios sobre Seguridad”, con sede en Islamabad, los atentados perpetrados por militantes han aumentado en el último año, causando la muerte de más de 700 miembros de las fuerzas de seguridad y civiles en 2023, muchos de ellos en Beluchistán y en la otra provincia de Khyber Pakhtunkhwa, en el noroeste del país. El informe señala que el número de víctimas de atentados terroristas ha aumentado un 19% este año en comparación con 2022, y que las dos provincias paquistaníes fronterizas con Afganistán han sufrido el 92% de todas las víctimas.
La respuesta del gobierno provincial ha sido dura: en un reciente informe titulado “La lucha de Beluchistán por la esperanza”, la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán (HRCP) expresaba su profunda preocupación por la creciente frustración de la población de Beluchistán ante las desapariciones forzadas, la exclusión económica, las restricciones a la libertad de prensa, el mal gobierno y la militarización del territorio, que crea un clima de miedo entre la población civil.
En una tierra plagada de tales desafíos, el carisma típico de San Francisco de Asís, constituido esencialmente por una mirada benevolente hacia el otro, bajo el estandarte de la "fraternitas" hacia todo hombre y toda criatura, cobra vida entre los fieles católicos del Vicariato Apostólico de Quetta, capital de Beluchistán. Se trata de una pequeña realidad de Iglesia dispersa en un territorio montañoso e inhóspito, formada por hombres y mujeres que, en virtud de su bautismo, hacen del diálogo y del servicio al prójimo su misión, en un testimonio caracterizado por la humildad y la compasión. De la vida de esta pequeña comunidad nos habla y describe un franciscano, el fraile capuchino y obispo Khalid Rehmat OFM Cap, que a partir del 2021 guía a una comunidad de unos 34.000 católicos repartidos en nueve parroquias, siete de las cuales se encuentran en Quetta, y las otras dos en zonas remotas y montañosas del vasto territorio provincial.
En este delicado contexto, el obispo Rehmat explica con palabras sencillas y lúcidas lo que significa “ser cristiano en la tierra de los talibanes”: “Ser pequeño, débil, pobre. Para muchas de nuestras comunidades, la vida es muy difícil desde el punto de vista económico y geográfico. Las carreteras que llevan a los pueblos son intransitables, no hay acceso a la educación ni a los servicios sanitarios. Pero vivimos en paz, humildemente, sin pretensiones, confiando cada día en la Providencia de Dios. Sabemos que estar aquí es un don de Dios”, señala. Una referencia importante de la fe es “la experiencia de Francisco de Asís, a quien he seguido en mi vocación de sacerdote franciscano. De él aprendemos a abrirnos al prójimo, a profesar a Jesucristo, que es caridad, amor hacia todos”, puntualiza. El obispo forma parte de la “patrulla” de frailes capuchinos presentes en Pakistán gracias a una misión iniciada en Punjab en 1886, que ha contribuido en gran medida al crecimiento de la Iglesia pakistaní, fundando pueblos, construyendo iglesias, escuelas, hospitales, centros sociales, y que hoy es la floreciente provincia religiosa “Custodia Mariam Siddeeqa”, con sede en Lahore, Punjab.
El territorio de Beluchistán está habitado por pueblos tribales, “con cultura y mentalidad de clan; los pastunes tienen un carácter fuerte y autoritario. Generalmente son terratenientes, todos son musulmanes, y el Islam es significativo a nivel cultural y social en nuestro contexto. En este territorio, somos un pequeño rebaño y se nos reconoce como gente de paz. Los beluchis y los pastunes conocen a los cristianos como gente buena y pacífica. Somos una comunidad que vive, con sencillez, la alegría de estar aquí”.
Mientras que en las parroquias la vida se desarrolla con la celebración de los sacramentos y la catequesis, con la preocupación de cultivar la comunión entre los bautizados, en el Vicariato Apostólico de Quetta la misión de los cristianos se expresa sobre todo a través del servicio de la educación en 7 escuelas (seis de las cuales están en Quetta) dirigidas por congregaciones religiosas masculinas (como los Oblatos de María Inmaculada, los Salesianos ) y femeninas (como las Franciscanas Misioneras de María, las Dominicas de Santa Catalina de Siena, las Hermanas de San José de Chambery y otras): “Podemos ser testigos del amor de Dios. A nuestras escuelas acuden muchos niños beluchis y pastunes. Las familias nos los envían sabiendo que en nuestras instituciones están seguros, que se les trata bien, se les valora y cuida, crecen con buenos valores humanos para todos y reciben una educación de calidad”, explica el Vicario Apostólico.
Los encuentros en el entorno escolar permiten establecer progresivamente el conocimiento y el diálogo con personas de otras religiones, especialmente de fe islámica, “lo que contribuye siempre a construir la fraternidad”, señala Mons. Rehmat, que relata un episodio significativo: “Tras el reciente incidente de violencia contra los cristianos en Jaranwala, Faisalabad (véase Fides 18/8/2023), hemos recibido la solidaridad de creyentes y líderes musulmanes. Con ellos seguimos construyendo puentes de amistad”, repite, recordando el ejemplo de Francisco de Asís que ya en 1219, en tiempos de la Quinta Cruzada, quiso visitar al sultán Malik Al-kamil “rechazando toda lógica de opresión, eligiendo el camino del encuentro y viniendo como hombre de paz”.
El tema de la paz, subraya el capuchino, sigue siendo crucial para vivir la experiencia de fe en Beluchistán: “Estar lejos de cualquier lógica de odio o violencia; ser siempre, en toda circunstancia, incluso en el sufrimiento, hombres y mujeres de paz es la marca distintiva de ser cristianos en esta tierra. Es uno de nuestros campos más fecundos de testimonio y de acción. Cada día rezamos diciendo: «Señor, haznos instrumentos de tu paz»”.
El Vicario concluye: “En Quetta, podemos decir que vivir en comunión y en paz no sólo significa vivir en ausencia de conflictos, sino vivir cada día en la esperanza y la alegría que vienen de Cristo Jesús. Jesús es la paz. Dios nos da la paz y nosotros la llevamos a nuestro prójimo. Así se nos reconoce porque somos discípulos, resucitados con Cristo Jesús, testigos de su amor”.
(Agencia Fides 4/10/2023)

Católicos del Vicariato Apostólico de Quetta

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