ASIA/COREA DEL SUR - ¿Cómo ser feliz? Un antídoto contra el individualismo para contrarrestar el fenómeno del suicidio

viernes, 22 septiembre 2023 evangelización   sociedad   evangelio  

[Md Mahdi su Unsplash]

Seúl (Agencia Fides) - Una mujer de 40 años con un hijo ha sido encontrada muerta en una casa de Jeonju. Junto a ella había facturas de diversos gastos domésticos como la electricidad y otros. Se había suicidado. Por otra parte, el suicidio de la YouTuber coreana Lim Ji-hye, conocida en la red como "BJ Imvely", anunciado a sus seguidores en una retransmisión en directo, ha causado conmoción. Y unos meses antes, Moon Bin, de 25 años, antiguo niño prodigio y miembro de la banda de K-pop "Astro", fue encontrado inconsciente en su casa, también en un intento de suicidio.
"El suicidio es una tragedia en nuestra sociedad", afirma el padre Cho Seung-hyeon, sacerdote y periodista, columnista del "CPBC Press Weekly", un semanario impreso y en línea editado por la Comisión de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Coreana.
En los últimos 20 años, la nación ha registrado la mayor tasa de suicidios entre los países desarrollados: según cifras de la Oficina Nacional de Estadística, 13.000 personas murieron por suicidio en 2021. "Y en el primer semestre de este año, más de 7.000 personas se suicidaron. Según la 'Korea Hope for Life Foundation', el número de suicidios en la primera mitad de este año ha aumentado en 561 en comparación con el año pasado", informa el padre Cho Seung-hyeon.
El fenómeno es realmente preocupante: desde 2003, Corea del Sur tiene una de las tasas de suicidio más altas del mundo, con unas 36 personas al día que acaban con su vida.
Si bien la tasa media de suicidios en los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) ha disminuido un 16% desde 1990, en Corea ha aumentado un 230%. Entre los factores comunes citados por los expertos para explicar la elevada tasa de suicidios están la presión a la que se enfrentan los jóvenes en la escuela, la falta de protección social y el estigma que rodea a los problemas de salud mental.
Los datos afectan al conjunto de la sociedad coreana en varios niveles: uno es la disparidad entre ricos y pobres y la aplicación del principio de solidaridad, referido a situaciones de pobreza o soledad, señalan los sociólogos. El primero es un indicador difícil de medir: la felicidad personal.
El sacerdote señala: "Vemos situaciones de extrema penuria para los miembros más débiles de nuestra comunidad, mientras que las autoridades civiles parecen estar eliminando gradualmente la asistencia y la red de seguridad que protege a los más débiles. Se ha recortado drásticamente el presupuesto destinado a los servicios sociales, los ancianos, los niños, los jóvenes y los discapacitados, que son los miembros vulnerables de nuestra sociedad. Se han reducido drásticamente los fondos destinados a centros de atención para ancianos, la ampliación de guarderías y la construcción de hospitales o residencias para discapacitados. La escasez de ingresos fiscales, dada la reducción de impuestos a los ricos, se compensa reduciendo el gasto social".
Otro nivel más profundo interpela de lleno a la comunidad católica: "Fundamentalmente, existe un problema estructural en nuestra comunidad. Vivimos en una sociedad en la que cada persona sobrevive por su cuenta, en un fuerte individualismo. Tenemos las jornadas laborales más largas de los países de la OCDE. Los despidos son cada vez más fáciles, con el pretexto de la crisis económica, y ya ni siquiera se plantea una red de seguridad social. Hay una competencia extrema en la sociedad, de modo que nadie puede tolerar un solo fracaso. La idea de ser ‘expulsado’ de un puesto de trabajo significa ‘el fin’ para muchos. Y la muerte se convierte en el único lugar de aterrizaje para los excluidos de esta competición".
Esto nos lleva a un punto central: Corea del Sur aparece como un país donde los modelos culturales y sociales dominantes no piensan en la felicidad personal. La cultura surcoreana hace mucho hincapié tanto en la conformidad como en la competencia, lo que, tras una imagen exterior de perfección, puede generar, desde una edad temprana, estrés, aislamiento y una profunda insatisfacción, depresión.
"Es hora de romper el ciclo de la competencia y el conformismo para crear una sociedad que valore la compasión y el don que cada persona representa en sí misma. Necesitamos construir una sociedad que sea una comunidad de amor mutuo y solidaridad, en lugar de un lugar de libre competencia sin fin, donde cada uno sólo piensa en su propia supervivencia egoísta. Y, en el plano político y cultural, debemos devolver a los ciudadanos la esperanza de que Corea del Sur es una nación en la que todos pueden ser sencillamente felices", señala el padre Cho Seung-hyeon.
La Iglesia católica coreana -concluye-, con el don del Evangelio, la "Buena Nueva" del amor de Dios, quiere contribuir a dar sentido a la existencia de cada persona, especialmente a su felicidad más profunda, que brota de amar y ser amado, y de un fundamento de confianza en el Dios del amor.
(PA) (Agencia Fides 22/9/2023)


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