ASIA/CHINA - Muertes por la pandemia, fallecimientos prematuros, disminución de las vocaciones: incrementa el envejecimiento del clero chino

lunes, 3 abril 2023 iglesias locales   sacerdotes   seminarios   religiosas   vida consagrada   vocaciones  

Pekín (Agencia Fides) - La "Fiesta de Quingming", día en el que según la tradición china se conmemora a los antepasados y a los difuntos, se celebra cada año el 4 o el 5 de abril. En este día, la Iglesia católica china recuerda también a los sacerdotes y religiosas fallecidos en los doce meses anteriores. Este año, la conmemoración de las comunidades católicas se enfrenta a un elevado número de religiosas y sacerdotes, en su mayoría ancianos, que han muerto a causa de la pandemia del virus Covid-19. Lo cual, a su vez, lleva a reflexionar también sobre otros datos y fenómenos, como el envejecimiento del clero católico y el descenso de las vocaciones sacerdotales y religiosas.
En el año 2022, la Iglesia católica de China perdió al menos 13 sacerdotes y 7 religiosas, según datos parciales facilitados por Xinde (un prestigioso periódico católico online en chino). La mayoría de las muertes se produjeron en el contexto de la "masacre de ancianos" que arrasó todo el país al archivarse drásticamente las estrictas medidas para combatir la pandemia del Covid-19. De los obispos y sacerdotes fallecidos, 7 tenían más de 75 años, mientras que 6 eran menores de 65 años. Cuatro de las siete religiosas fallecidas también tenían más de 75 años, mientras que las otras tres eran menores de 65.
El paso de los años, y también fenómenos imprevisibles como la pandemia, están acabando progresivamente con generaciones de sacerdotes y religiosas nacidos antes de 1949. Poco a poco se van marchando de esta tierra figuras de pastores y religiosas que, siendo jóvenes, habían pasado por las tribulaciones de la época de la Revolución Cultural, y luego, con su fe y su fuerza espiritual, habían representado puntos de referencia preciosos y queridos en los reinicios de muchas comunidades católicas. Ahora, sacerdotes y hermanas que habían tenido su período de formación en los años ochenta, después de la "Reforma y Apertura" dirigida por Deng Xiaoping, comienzan también a engrosar las filas de los ancianos. Así, la cuestión del envejecimiento progresivo del clero católico en China se hace cada vez más evidente y apremiante, en un momento en que las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada parecen disminuir.
La fe cristiana reconoce y confiesa que la muerte no es el final de la vida, sino el comienzo de una vida nueva. La comunión con los que han vuelto a la casa del Padre acompaña los días de la Iglesia peregrina en la tierra. Esta experiencia consuela y llena de paz el dolor en las comunidades locales, donde el fallecimiento de sacerdotes y religiosas, ancianos o no, se percibe como una gran pérdida.
Cada vocación sacerdotal y religiosa es preciosa. Muchos recuerdan cuántas energías materiales y espirituales se gastaron en los años ochenta y noventa para fomentar y acompañar las nuevas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. En aquella época, la reapertura de seminarios y noviciados alimentó el entusiasmo y la esperanza. Los jóvenes sacerdotes y religiosas, junto con los laicos, caracterizaban la vida de las comunidades con su ímpetu juvenil, atesorando la sabiduría cristiana de los sacerdotes y religiosas ancianos con los que compartían aquel "recomenzar" misionero.
Ahora, el tiempo presente está marcado por nuevas urgencias y nuevas fragilidades. Y en las nuevas circunstancias, la oración de las comunidades pide que la fe sencilla y valiente que se respiraba en tantas hermanas y sacerdotes en las décadas pasadas se manifieste también hoy en el clero y en los religiosos.
En los últimos años, las muertes prematuras de obispos, sacerdotes y religiosas nos han recordado también la urgencia de cuidar la condición física y espiritual de personas que a veces descuidan su salud mientras dedican su vida al trabajo apostólico, o se encuentran solas ante la enfermedad y la fragilidad.
En los dos últimos años, varias muertes prematuras de religiosas y sacerdotes han marcado la vida de varias comunidades. En la diócesis de Yixian, provincia de Hebei, todo el mundo llora y siente la muerte de sor María Yang Huilin, de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús, y lamenta que su muerte prematura (tenía 50 años) se debiera a una enfermedad intestinal poco tratada. El 10 de marzo de 2022, Wu Junwei, obispo de Yuncheng (Shanxi), de 59 años, murió de un ataque al corazón, después de muchos años agotadores en los que no había escatimado esfuerzos para promover cursos de catecismo, acompañar la construcción de nuevas iglesias y ayudar en todo lo posible a mantener las iniciativas pastorales y comunitarias ordinarias, incluso en el difícil momento de la pandemia. En la comunidad católica del Tíbet, todos recuerdan que también el padre Joseph Ma Zhaxi, hombre de soledad y oración, murió prematuramente en enero de 2020, con sólo 39 años, después de haber pasado su corta vida en la extrema pobreza. Nunca escatimó el esfuerzo de atravesar el frío y el mal tiempo de la montaña en su moto, para ir a llevar consuelo y los sacramentos a las familias más lejanas de su parroquia.
(NZ) (Agencia Fides 3/4/2023)


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