VATICANO - El encuentro del Papa Benedicto XVI con los enfermos con motivo de la XIV Jornada Mundial del Enfermo: "Que el Señor conceda que nadie se encuentre, en el momento de la necesidad, solo y abandonado, antes bien, pueda vivir incluso la enfermedad, según la dignidad humana"

lunes, 13 febrero 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Al término de la Concelebración Eucarística presidida por el Card. Camillo Ruini en la Basílica Vaticana para los enfermos y peregrinos, con ocasión de la XIV Jornada Mundial del Enfermo, la tarde del sábado 11 de febrero, el Santo Padre Benedicto XVI se acercó a la Basílica para bendecir a los enfermos y dirigirles su palabra. Este año “hemos querido poner el centro de la atención a las personas enfermas de enfermedades mentales. "Salud mental y dignidad humana" ha sido el tema del congreso que se ha desarrollado a Adelaide, profundizando en los aspectos científicos, éticos y pastorales - ha dicho el Santo Padre recordando la celebración principal de esta Jornada desarrollado en Australia -. Todo sabemos cómo se situaba Jesús frente al hombre, para curarlo completamente, en el cuerpo, en la psique y en el espíritu. La persona humana, en efecto, es un todo y las distintas dimensiones se pueden y se deben distinguir, pero no separar. De este modo, la Iglesia se propone también considerar las personas como tales, y esta concepción califica las instituciones sanitarias católicas, así como el estilo de los agentes sanitarios que trabajan en las mismas”.
Dirigiendo un pensamiento particular a las familias que tienen una persona enferma mental en sus casas, el Papa ha dicho: “Nos sentimos cercanos a todas estas situaciones, con la oración y con las innumerables iniciativas que la Comunidad eclesial realiza en todas las partes del mundo, especialmente allí dónde no hay legislación, dónde las estructuras públicas son insuficientes, y dónde las catástrofes naturales o, donde, las guerras y los conflictos armados producen graves traumas psíquicos en las personas. Son formas de pobreza que atraen la caridad de Cristo, Buen Samaritano, y de la Iglesia, indisolublemente unida a él en el servicio a la humanidad sufriente”.
El Papa Benedicto XVI entregó simbólicamente a los médicos, a los enfermeros y a todos los agentes sanitarios, así como a todos los voluntarios que trabajan en este campo, la encíclica "Deus caritas est", "con el deseo de que el amor de Dios esté siempre vivo en sus corazones, de modo que pueda animar su trabajo cotidiano, los proyectos, iniciativas, y sobre todo sus relaciones con las personas enfermas. Actuando en nombre de la caridad y dentro del estilo de la caridad, vosotros, queridos amigos, ofreced vuestra valiosa contribución a la evangelización, porque el anuncio del Evangelio necesita signos coherentes que lo confirme. Y estos signos hablan el lenguaje del amor universal, un lenguaje comprensible por todos”.
Por último, adelantando la procesión con antorchas que tuvo lugar dentro de la Basílica, para recrear así el clima espiritual de Lourdes, el Papa Benedetto XVI confió a la Virgen Inmaculada toda la humanidad, sobre todo los enfermos: "Que Marie mantenga viva nuestra esperanza, para que, fieles a la enseñanza de Cristo, renovemos el compromiso de ayudar a los hermanos en sus enfermedades. Que el Señor conceda que nadie se encuentre, en el momento de la necesidad, solo y abandonado, antes bien, pueda vivir incluso la enfermedad, según la dignidad humana". (S.L) (Agencia Fides 13/2/2006 - Líneas: 39 Palabras: 558)


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