Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Continuando con el ciclo de catequesis sobre los Salmos y Cánticos propuestos en la oración matutina de Laúdes, el Papa comentó durante la audiencia general del miércoles 10 de septiembre en la Plaza de San Pedro. El Cántico de Ezequiel: “Dios renovará a su pueblo” (Ez. 36, 24-28).
“El contexto de esta página, transformada en himno por la liturgia, quiere penetrar en el sentido profundo de la tragedia vivida por el pueblo en aquellos años” explicó el Santo Padre. “De hecho, el pecado de idolatría había contaminado la tierra dada en herencia por el Señor a Israel. Ésta, más que otras, es la causa responsable en último término de la pérdida de la patria y de la dispersión entre las naciones. Dios, de hecho, no es indiferente ante el bien y el mal. Entra misteriosamente en el escenario de la humanidad con su juicio, antes o después, desenmascara el mal, defiende las víctimas, indica el camino de la justicia”.
Pero el objetivo de la intervención de Dios “no es nunca la ruina, la mera condena, la aniquilación del pecador”. Después de la purificación con la prueba y el sufrimiento, surge la aurora de una nueva era, una “nueva alianza” entre el Señor e Israel. “Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que caminen según mis preceptos, observen mis normas y las pongan en práctica, y así sean mi pueblo y yo sea su Dios” (11,19-20)... El profeta Ezequiel anuncia un nuevo pueblo, que en el Nuevo Testamento verá convocado por el mismo Dios por obra de su Hijo. Esta comunidad de «corazón de carne» y de «espíritu» infundido experimentará la presencia viva y operante del mismo Dios, que animará a los creyentes, actuando en ellos con su gracia eficaz.”.
Al término de la catequesis, el Santo Padre invitó a los presentes a acompañarlo con la oración en su viaje apostólico a Eslovaquia: “Me preparo para realizar mañana, con gran esperanza, mi tercer viaje apostólico a Eslovaquia, tierra enriquecida por el testimonio de heroicos discípulos de Cristo, que han dejado elocuentes huellas de santidad en la historia de la nación. Queridos Hermanos y Hermanas, os invito a acompañarme con la oración. Confío este Viaje Apostólico a la Madre del Redentor, tan venerada en Eslovaquia. Que Ella guíe mis pasos y obtenga para el pueblo eslovaco una renovada primavera de fe y de progreso civil”. (S.L.) (Agencia Fides 11/9/2003 Líneas: 34 Palabras:462)