Noviembre de 2005: "Para que los Pastores de tierras de misión asuman con solicitud constante la tarea de la formación permanente de sus sacerdotes" Comentario a la intención misionera indicada por el Santo Padre, a cargo de Su Eminencia el Card. Peter Turkson Kodwo Appiah, Arzobispo de Cape Coast (Ghana)

jueves, 27 octubre 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En muchos llamados seminarios motivacionales, se recuerda con frecuencia a los participantes, que la ley base del universo es la ley de la causa y efecto. Esta ley afirma que por cada cosa que ocurre existe una causa. Esto es tan verdadero para todas las actividades humanas que cuando las actividades humanas se encuentran con las espirituales, la ley de causa-efecto no deja de ser aplicada. Así uno puede conocer el árbol por sus frutos; nadie recoge la uva de las espinas o los higos de las zarzas (cfr Mt 7, 16).
Del mismo modo, la realidad de una comunidad cristiana y la vida de sus fieles, van ligados a su formación y al modo como es administrada la comunidad. También la vida y ministerio de un sacerdote están ligados a su formación. Ambos aspectos han sido subrayados fuertemente en el Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía.
El simple reconocimiento de la validez de esta ley y su aplicación a la formación de los sacerdotes y de otros trabajadores pastorales, debería hacer que los Obispos y Superiores demuestren el máximo interés y preocupación por la formación de sus trabajadores pastorales. La actual calidad y consistencia de nuestras Comunidades eclesiales ha estado en gran parte determinadas por como han sido administradas en el pasado; el tipo de ministerio que nuestras comunidades parroquiales recibieron ayer, dependía de como fueron formados los sacerdotes y operadores pastorales.
Muchas de las llamadas "jóvenes Iglesias" o “Iglesias en tierras de misión" no tienen sin embargo, una larga historia en lo que concierne a la formación de sus trabajadores pastorales. Algunos Obispos en tierra de misión no han tenido que ocuparse de la formación de su personal, ya que se han hecho cargo de ello los misioneros que trabajan en esas zonas.
Pero todo eso ya pertenece a una experiencia del pasado. En efecto, ante la disminución de las vocaciones misioneras, muchos territorios misioneros tienen ahora necesidad de encontrar y formar a sus propios operadores pastorales. En esta labor ha sido posible tener con frecuencia, la ayuda de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y de numerosas realidades misioneras de las Iglesias más antiguas de Europa y América. La primera ha sustentado, como es tradición, la formación de los operadores pastorales en sus correspondientes países y ha favorecido el acceso de seminaristas, sacerdotes y religiosos a los conocidos centros de formación a Roma. Las otras han sustentado la formación de diversas categorías de trabajadores pastorales en la patria y en el extranjero. A todos ellos, las Iglesias y los Obispos de los territorios de misión están enormemente agradecidos por su inestimable asistencia.
En último análisis, sin embargo, la mayor responsabilidad en la formación de los trabajadores pastorales incumbe a los Ordinarios locales y a sus colaboradores. Estos deben en efecto, asegurar la disponibilidad de sacerdotes adecuadamente formados, comprometidos y entregados a su propia santificación y a la del pueblo de Dios, y en esto, no puede haber espacio para la mediocridad, sea del tipo que sea. En segundo lugar, los seminarios y las casas de formación que ellos conducen, individual o conjuntamente, sean seminarios provinciales o regionales, deben contar con formadores de gran valía. Su tarea en efecto, no es solo enseñar y favorecer el crecimiento de la mente y del cuerpo sino también estimular, acompañar y alimentar en los candidatos en formación, una auténtica experiencia de conversión, el sentido del discipulado, el amor por la oración y la Palabra de Dios, la sabiduría en la administración, el sentido del servicio. La formación al sacerdocio no se realiza sólo ante una pizarra o detrás de un banco, sino también ante el tabernáculo y sobre las propias rodillas. (Card Peter Turkson Kodwo Appiah) (Agencia Fides 27/10/2005, Líneas: 49 Palabras: 672)


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