Kinshasa (Agencia Fides) – “El Señor lanza a sus discípulos de la zona de los Grandes Lagos de África el desafío de una vida conforme al Evangelio íntegro” dice a la Agencia Fides Mons. Laurent Monsengwo Pasinya, Arzobispo de Kinshasa y Presidente del SCEAM (Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar), hablando de la situación de guerra que está viviendo su país, la República Democrática del Congo (RDC) y los otros Estados de la región de los Grandes Lagos (Burundi, Ruanda y Uganda). La RDC está atravesando una fase delicada de su historia después de que el 17 de julio tomase el poder el nuevo gobierno de unidad nacional. La primera reunión del nuevo ejecutivo fue aplazada porque los ministros provenientes de las filas de dos nuevos movimientos rebeldes, se negaron a jurar fidelidad al Presidente Joseph Kabila.
Mons. Monsengwo ha concedido a la Agencia Fides la siguiente entrevista:
Su país se ve envuelto desde 1998 en una guerra que ha provocado hasta el momento al menos 3 millones de victimas ¿Existen señales de esperanza?
Los últimos progresos, en particular el acuerdo para la adopción de una constitución de transición y la formación de nuevas instituciones políticas (gobierno, parlamento y magistratura) son señales importantes de esperanza si bien son lentos y pierden validez ante posibles conflictos.
¿Cómo se puede continuar el trabajo de evangelización en un país dividido por la guerra? ¿Cómo hacer progresar la paz y la reconciliación?
La guerra supone siempre para la Iglesia y para la Evangelización varios desafíos. En primer lugar, cualquier guerra divide a los hombres y mujeres en dos o más campos. La iglesia debe combatir contra esta división tomando iniciativas que demuestren que es el sacramento de unidad del genero humano, como enseña el Concilio Vaticano II. En segundo lugar la guerra pone en peligro la vida. La Iglesia debe proclamar el Evangelio de la vida, atrayendo la atención de todos sobre el crimen de banalizar la vida humana. En tercer lugar, como dice la carta pastoral del Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SCEAM) titulada “Cristo es nuestra paz” (Ef 2,14), “la guerra y los conflictos comienzan siempre- incluso en estado latente- cuando es violado un derecho”. La Iglesia debe anunciar las violaciones de los derechos humanos y proclamar que no hay paz duradera sin justicia. En el caso de nuestro país, la Iglesia debe insistir en soluciones fundadas en el dialogo y no en las armas y en el pleno respeto de los derechos de los Estados (integridad territorial y soberanía nacional), de los derechos de la persona y de los de la comunidad. En cuarto lugar, la guerra provoca la difusión a gran escala de sentimientos de odio, venganza y xenofobia. La Iglesia, sacramento del perdón y la reconciliación, debe proclamar el Evangelio del perdón, de la reconciliación y la fraternidad: “No existe justicia sin perdón” (Juan Pablo II). En la República Democrática del Congo, como en el resto de África, la Iglesia católica ha adoptado el concepto de “Iglesia – familia de Dios” como “caballo de batalla” en la lucha contra la guerra: no puedes matar a tu hermano o hermana. La familia no es de por si un lugar de litigio y de conflicto sino de armonía y paz.
¿Qué otros desafío tiene la Iglesia en la República Democrática del Congo?
Además de los cuatro desafío recordados (ser testimonio de la unidad del genero humano, del Evangelio de la vida, de la paz, de la justicia , del perdón, de la reconciliación y la fraternidad), existe otro desafío para los cristianos: ser patriotas sin dejar de ser hermanos de los habitantes de loa países en guerra contra nosotros. A decir verdad, le Señor lanza a sus discípulos del África de los Grandes Lagos el desafío de una vida conforme al Evangelio integro. Por otra parte, no es fácil ser fieles en una situación de guerra prolongada , sobre todo para los Pastores que deben sostener la esperanza del pueblo. Por último, el gran desafío es el de la opción preferencial por los pobres, los desheredados, los refugiados y los evacuados, un pueblo cuya miseria no deja de crecer; esto puede poner los pelos de punta a los responsables de la Iglesia.
¿Cuáles son las conclusiones de la Asamblea Plenaria de los Obispos Congoleños desarrollada en Kinshasa del 7 al 12 de julio?
Esta reunión de la Asamblea Plenaria era un poco especial. De hecho, se ha tenido durante la visita pastoral a nuestro país del Cardenal Crescencio Sepe. Esto ha supuesto dos tipos de reuniones de trabajo: por una parte los encuentros del Cardenal Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos con todos los Obispos reunidos en la sede de la Conferencia Episcopal Nacional del Congo (CENCO) y en la Nunciatura Apostólica con las asambleas provinciales; por otra, las reuniones de la CENCO. Estas han comportado el examen de las relaciones de las Comisiones Episcopales de la CENCO, la aprobación de los nuevos estatutos de la Facultades Católicas de Kinshasa (FCK) que se convertirán en la Universidad Católica del Congo (UCC), la aprobación de los nuevos estatutos del clero diocesano del Congo y el examen de los estatutos del laicado católico. Además la Asamblea Plenaria ha constatado la persistencia de una falta de voluntad política en la búsqueda de soluciones adecuadas para el pueblo congoleño. Invitó pues a las personas llamadas a dirigir la cuestión pública a ejecutar con conciencia este objetivo y a toda la población a comprometerse en la vía del perdón, de la reconciliación y de la paz. (L.M.) (Agencia Fides 21/7/2003 Líneas: 72 Palabras: 962)