VATICANO - “ECCLESIA IN EUROPA”: JESUCRISTO ES LA ESPERANZA DE EUROPA

lunes, 30 junio 2003

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Como preparación al Gran Jubileo del año 2000, el Santo Padre Juan Pablo II señaló una serie de Asambleas continentales del Sínodo de Obispo (ver TMA n.38) la última de la cuales fue la dedicada a Europa (1-23 octubre 1999), sobre el tema: “Jesucristo vivo en su Iglesia, fuente de esperanza para Europa”. En 1991, poco tiempo después de la caída del muro de Berlín (1989), tuvo lugar una Asamblea precedente del Sínodo dedicado a Europa.
Teniendo en cuenta las deliberaciones y las indicaciones del Sínodo de 1999, Juan Pablo II hizo publica el 28 de junio del 2003, vigilia de la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, la Exhortación Apostólica “Ecclesia in Europa” articulada en una introducción, seis capítulos y una conclusión. La palabra que prevalece a lo largo de todo el documento es la de “esperanza”: “El Evangelio de la esperanza es Jesucristo, como buen Nueva que la Iglesia lleva a los hombres y mujeres de Europa para que sean felices y a la nueva Europa que se quiere construir para que tenga un fundamento sólido” como ha dicho el Arzobispo de Madrid, el Card. Antonio Maria Rouco Varela, que fue Relator general del Sínodo, presentando la Exhortación apostólica en la Sala de Prensa de la Santa Sede.
El documento tiene como hilo conductor el libro del Apocalipsis, como icono bíblico que ilustra nuestra realidad: en la Iglesia primitiva, como en la actualidad, la inserción de los cristianos en la historia es iluminado por la victoria de Jesucristo resucitado. La construcción de la ciudad terrena prescindiendo de Dios o contra El no tiene un futuro digno del hombre. Partiendo de esta convicción, se observa la realidad europea en la perspectiva de la esperanza. Entre los signos preocupantes son citados la perdida de la conciencia y la herencia cristiana; el miedo ante el futuro que se manifiesta en el vacío interior, en la baja natalidad, en el temor de asumir compromisos definitivos; una difusa fragmentación de la existencia que lleva al decaimiento de la solidaridad interpersonal; algunas ofertas de esperanza como la ciencia, el consumismo o experiencias exotéricas que ciertamente pueden satisfacer la verdadera sed que anida en el corazón del hombre.
Entre los signo positivos de esperanza se ponen en evidencia dos aspectos: desde el punto de vista de la sociedad civil, la edificación de la Unión Europea como comunidad de pueblos, según métodos democráticos de modo pacífico en el respeto de los derechos humanos. Desde le punto de vista eclesial, son signos de esperanza la recuperación de la libertad de la Iglesia en el Este Europeo; el centrarse la Iglesia en su misión espiritual y en el primado de la evangelización; la mayor toma de conciencia de la misión propia de todos los bautizados; una mayor presencia de la mujer en la comunidad cristiana.
Partiendo de esta realidad, la Iglesia es consciente de tener un tesoro para ofrecer a Europa: Jesucristo, esperanza para Europa. La fe cristiana en el pasado dio una contribución fundamental a la construcción del continente europeo, pero la Iglesia está convencida de que puede dar todavía una mayor aportación en la construcción de la Europa de los valores y de los pueblos.
Vivir, anunciar, celebrar y servir el Evangelio de la esperanza: estos cuatro enunciados constituyen el núcleo de la Exhortación Apostólica. El Papa llama a todos los católicos de Europa a vivir en mayor profundidad el Evangelio de la esperanza, sin perder la identidad cristiana comprometiéndose con la lógica del mundo. Después el Papa subraya la necesidad de una autentica misión ad gentes entre los numerosos no bautizados y amplios sectores sociales y culturales que esperan el primer anuncio de la fe. En la celebración cristiana es necesario señalar el sentido del misterio y toda su profundidad espiritual: en algunos ambientes se va perdiendo el autentico significado de los sacramentos y existe el riesgo de banalizarlos ya que muchos los piden sin una adecuada preparación. Por último la Iglesia que vive la experiencia del Amor de Dios debe preocuparse de que todo hombre encuentre este Amor: de aquí nace el servicio de la caridad y el amor preferencial por los pobres en sus múltiples aspectos.
“Europa necesita un salto cualitativo en la toma de conciencia de su herencia espiritual- concluye el Papa- . Tal empuje no le puede venir mas que de una escucha renovada del Evangelio de Cristo. Toca a todos los cristianos comprometerse para satisfacer este hambre y sed de vida” (120). (S.L.) (Agencia Fides 30/6/2003 Líneas: 55 Palabras: 768)


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