Septiembre de 2004: "Para que en África se desarrolle una verdadera y fraterna colaboración entre los que trabajan para el crecimiento y el desarrollo de las Comunidades Eclesiales". Comentario a la intención misionera indicada por el Santo Padre realizada por Sor Giuseppina Tresoldi SMC, Misionera en Uganda

lunes, 30 agosto 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Este mes quiere dirigir la atención y la reflexión sobre África para que nuestra plegaria brote más consciente y profunda.
África es un continente de luces y de esperanza a pesar de las sombras que cargan sobre su horizonte con el pesado fardo de guerras, Sida, explotación incontrolada, inseguridad política y económica. En este contexto en África la gente vive con un fuerte sentido religioso que empapa e
interpreta toda su vida y vive en la cotidianidad la solidaridad como fuerte valor tradicional.
En África la Iglesia es "familia de Dios" y esta imagen es la más conforme para expresar el espíritu de fe en Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, Comunidad por lo tanto y suprema Relación en la unidad. Como el crecimiento de la familia humana es regalo y tarea de cada persona, así todos los bautizados están llamados a colaborar para el crecimiento de la Familia de Dios, la Santa Iglesia, y la aportación de cada uno y de todos es necesaria y apreciada. El crecimiento se realiza a través del testimonio y la práctica de la fe avaladas por las obras de caridad, la oración, la unión y el crecimiento de todos alrededor de la Mesa Eucarística y mediante la celebración de los demás Sacramentos, canales de gracia y salvación para todos.
En las comunidades eclesiales en África hay una rica y diferenciada participación en este crecimiento, bajo la guía de los Pastores de las varias comunidades e Iglesias locales. Podemos pensar en las familias cristianas, pequeñas iglesias domésticas, donde se los miembros son
iniciados a la práctica de la vida cristiana, injertada sobre los valores culturales más sagrados cuales son la hospitalidad y la solidaridad - fraternidad, más allá y por encima de las diversidades étnicas y tribales.
Pensamos en las pequeñas Comunidades eclesiales de base, de los barrios y de las aldeas, guiadas por fieles y catequistas íntegros que han consagrado su vida a este ministerio.
Contemplamos la gran variedad de hombres y mujeres africanos consagrados a Dios y a la evangelización en varias comunidades y ministerios, según la gracia del carisma de origen.
Miramos sobre todo a los laicos comprometidos en la transformación del ambiente en el que viven a través del testimonio de una rica vida cultural y espiritual.
Vemos la gran muchedumbre de jóvenes, presente y futuro de una Iglesia africana cada vez más auténtica y viva, sedienta de la Palabra que dé sentido y dirección a su vida expuesta a tantos desafíos y provocaciones.
Asistimos al surgir y al establecerse de varios movimientos y asociaciones eclesiales, todos ellos orientados al crecimiento de la vida de la Iglesia a través del empeño apostólico y el dinamismo espiritual que parte de la Palabra de Dios, escuchada y acogida como Palabra de Vida.
Nos fijamos en los Sacerdotes, llamados a expresar en su vida y en el sagrado ministerio, el misterio salvador de Cristo y a conducir y coordinar a los fieles en la variedad de sus dones y en el común empeño de hacer crecer la Iglesia, desde su célula más natural - la Parroquia -, como
comunidad de comunión.
El pensamiento se extiende también a cuantos trabajan en las escuelas católicas, a todos los niveles, para crear una cultura cristiana mediante la educación; a cuantos trabajan en el sector de la comunicación, a los que trabajan en el campo de la justicia y la paz.
La intención de este mes quiere conducirnos de la mano y hacernos entrar en la gran Familia de Dios que es la Iglesia en África, para gozar de su desarrollo y de su vitalidad y rogar para que la acción y el empeño de cuantos obran por su crecimiento, se realice en la armonía y bajo el signo
de la fraternidad.
María, Madre de la Iglesia-Familia de Dios en África, bendiga y mantenga en el camino de la paz y la colaboración a todos los miembros de las Comunidades Eclesiales.
(Sor Giuseppina Tresoldi SMC) (Agencia Fides 30/8/2004)


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