VATICANO - “la vida consagrada nunca podrá faltar ni morir en la Iglesia” recuerda Benedicto XVI a un grupo de Obispos de Brasil lanzando un apelo por la pastoral vocacional

sábado, 6 noviembre 2010

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “Ante la disminución de miembros en muchos Institutos y de su envejecimiento, evidente en algunas partes del mundo, algunos se preguntan si la vida consagrada sigue siendo todavía una propuesta capaz de atraer a los hombres y mujeres jóvenes. Sabemos bien, queridos Obispos, que… La vida consagrada como tal tiene su origen en el mismo Señor, que escogió para sí esta manera de vivir casta, pobre y obediente. Por eso, la vida consagrada nunca podrá faltar ni morir en la Iglesia: fue querida por el mismo Jesús como parte inamovible de su Iglesia. De ahí la llamada al compromiso general en la pastoral vocacional: si la vida consagrada es un bien para toda la Iglesia, algo que concierne a todos, también la pastoral que busca promover las vocaciones a la vida consagrada debe ser un compromiso sentido por todos: obispos, sacerdotes, religiosos y laicos” Es la exhotación que el Santo Padre Benedicto XVI ha dirigido a los Obispos de la Conferencia episcopal regional Sur 2 de Brasil, recibidos en audiencia el 5 de noviembre con motivo de su visita Ad Limina.
Después de recordar en su discurso que “en la idea divina, la Iglesia es una sola”, el Papa se ha detenido en “porción escogida del Oueblo de Dios” costituida por los consagrados y consagradas: “una comunidad religiosa enriquece a la Iglesia, de la que es parte viva, en primer lugar con su amor: ama a su Iglesia particular, la enriquece con sus carismas y la abre a una dimensión más universal”. El documento Mutuae relationes se detiene en las relaciones entre las necesidades pastorales de la Iglesia particular y la especificidad carismática de la comunidad religiosa, “al cual – ha afirmado el Santo Padre - resulta ajena tanto la idea de aislamiento e independencia de la comunidad religiosa en relación a una Iglesia particular, como la idea de su absorción en el ámbito de la Iglesia particular".
En la conclusión de su discurso, el Papa ha destacado la importancia de la formación continua y permanente para una auténtica renovación detodas las formas de vida consagrada: “La capacidad formativa de un Instituto, tanto en su etapa inicial como en las fases sucesivas, es fundamental para todo el proceso de renovación”. Por último ha invitado a los Obispos a que hagann llegar a sus comunidades de consagrados y consagradas, “la viva gratitud del Papa que se acuerda en sus oraciones de todos, especialmente de los ancianos y enfermos, y de quienes atraviesan momentos de crisis y de soledad, o sufren y se sienten confundidos y también de los jóvenes y las jóvenes que hoy llaman a la puerta de sus casas y piden entregarse a Jesucristo viviendo radicalmente el Evangelio”. (SL) (Agencia Fides 6/11/2010)


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