VATICANO - Reflexión del Papa en la apertura de los trabajos sinodales: “la fe es el cimiento y, en definitiva, los cimientos de la tierra no pueden vacilar si permanece firme la fe, la verdadera sabiduría”.

martes, 12 octubre 2010

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En la apertura de la Primera Congregación General de la Asamblea Especial por Oriente Medio del Sinodo de los Obispos, lunes 11 de octubre, el Santo Padre Benedicto XVI ha tenido la meditación tras la lectura breve de la Hora Tercia. El Papa ha recordado que en este mismo día, “el 11 de octubre de 1962, hace cuarenta y ocho años, el Papa Juan XXIII inauguraba el Concilio Vaticano II. Entonces el 11 de octubre se celebraba la fiesta de la Maternidad divina de María y, con este gesto, con esta fecha, el Papa quiso encomendar todo el Concilio a las manos maternas, al corazón materno de la Virgen”. El Concilio empezó con el icono de la Theotókos. Al final, el Papa Pablo VI reconoce a la misma Virgen el título de Mater Ecclesiae. Y estas dos imágenes, que abren y cierran el Concilio – ha explicado Benedicto XVI - están intrínsecamente conectadas; son, al final, una imagen sola. Porque Cristo no ha nacido como un individuo entre los otros. Ha nacido para crearse un cuerpo: ha nacido - como dice san Juan en el capítulo 12 de su Evangelio - para atraer a todos hacia Él y en Él.… La madre de Dios es Madre de la Iglesia porque es Madre de Aquél que ha venido para reunirnos a todos en su Cuerpo resucitado”. Pero entre el nacimiento de Cristo, y el nacimiento de la Iglesia “están realmente la Cruz y la Resurrección. Y sólo a través de la Cruz tiene lugar el camino hacia la totalidad del Cristo, hacia su Cuerpo resucitado, hacia la universalización de su ser en la unidad de la Iglesia.”.
En el capítulo 12 del libro del Apocalipsis aparece justamente la síntesis de este nexo entre Theotókos y Mater Ecclesiae: La mujer vestida de sol da a luzcon gran dolor. “Aquí el misterio mariano es el misterio de Belén ampliado al misterio cósmico –ha explicado el Papa -. Cristo nace siempre de nuevo en todas las generaciones y así asume, recoge la humanidad en sí mismo. Y este nacimiento cósmico se realiza en el grito de la Cruz, en el dolor de la Pasión. Y a este grito en la Cruz pertenece la sangre de los mártires..”
Dando un vistazo al segundo Salmo de la Hora Media, el Salmo 81, Benedicto XVI ha subrayado que aqui “se ve el debilitamiento de los dioses. Los que aparecían como dioses no son dioses y pierden su carácter divino, caen a tierra… Este proceso que se lleva a cabo en el largo camino de la fe de Israel y que aquí está resumido en una única visión, es un proceso verdadero de la historia de la religión: la caída de los dioses. Y así la transformación del mundo, el conocimiento del Dios verdadero, el debilitamiento de las fuerzas que dominan la tierra, es un proceso de dolor. En la historia de Israel vemos como este liberarse del politeísmo se produce con tantos dolores - ha afirmado eil Papa -. “Y en la historia continua este proceso de debilitamiento… Y se lleva a cabo realmente, justo en el tiempo de la Iglesia naciente, donde vemos como con la sangre de los mártires se debilitan las divinidades, empezando por el divino emperador… Es la sangre de los mártires, el dolor, el grito de la Madre Iglesia que las hace caer transformando así el mundo.”
Este proceso de transformación del mundo, “cuesta la sangre, cuesta el sufrimiento de los testigos de Cristo”, Y, si miramos bien, “vemos que este proceso no se ha acabado nunca. Se lleva a cabo en distintos periodos de la historia con modos siempre nuevos”. Pensemos en las grandes potencias de la historia de hoy, pensemos en los capitales anónimos que esclavizan al hombre... son un poder destructivo, que amenaza el mundo. Y, después, el poder de las ideologías terroristas. Aparentemente en nombre de Dios se aplica la violencia, pero no es Dios: son falsas divinidades, que deben ser desenmascaradas, que no son Dios. Y la droga, este poder que, como una bestia voraz, extiende sus manos sobre todas las partes de la tierra y destruye: es una divinidad, pero es una divinidad falsa, que debe caer. O también el modo de vivir propagado por la opinión pública: hoy se hace así, el matrimonio ya no cuenta, la castidad no es una virtud y así todo. Estas ideologías que dominan, de forma que se imponen con la fuerza, son divinidades. Y en el dolor de los santos, en el dolor de los creyentes, de la Madre Iglesia de la cual nosotros somos parte, deben caer estas divinidades”.
En el Apocalipsis se representa la imagen de la mujer perseguida por el dragón que lanza un gran río de agua contra ella para derribarla. Pero la buena tierra absorbe este río. El río representa “las corrientes que nos dominan a todos y que quieren hacer desaparecer la fe de la Iglesia– ha explicado el Pontífice -, la cual parece no tener lugar ante la fuerza de estas corrientes que se imponen como la única racionalidad, el único modo de vivir. Y la tierra que absorbe estas corrientes es la fe de los sencillos, que no se deja derribar por estos ríos y salva a la Madre y salva al Hijo… Esta sabiduría verdadera de la fe sencilla, que no se deja devorar por las aguas, es la fuerza de la Iglesia”. Infine Benedicto XVI ha recordado un verso del Salmo 81, donde se dice "vacilan los cimientos de la tierra" (Sal 81,5): “Lo vemos hoy, con los problemas climáticos, cómo están amenazados los cimientos de la tierra, pero están amenazados por nuestro comportamiento. Vacilan los cimientos exteriores porque vacilan los cimientos interiores, los cimientos morales y religiosos, la fe de la cual sale el recto modo de vivir. Y sabemos que la fe es el cimiento y, en definitiva, los cimientos de la tierra no pueden vacilar si permanece firme la fe, la verdadera sabiduría”. (SL) (Agencia Fides 12/10/2010)


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