VATICANO - Se abre el Sínodo sobre Oriente Medio: “vivir con dignidad en la propia patria es un derecho humano fundamental: por lo que es necesario favorecer las condiciones de paz y de justicia”

lunes, 11 octubre 2010

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “A pesar de las dificultades los cristianos de Tierra Santa están llamados a reavivar la consciencia de ser piedras vivas de la Iglesia en Medio Oriente, en medio de los lugares santos de nuestra salvación. Pero vivir con dignidad en la propia patria es un derecho humano fundamental: por eso es necesario favorecer las condiciones de paz y de justicia en Oriente Medio, indispensables para un desarrollo armonioso de todos los habitantes de la región”. Son las palabras pronunciadas por el Santo Padre Benedicto XVI durante la concelebración eucarística celebrada en la Basílica de San Pedro, en la mañana del domingo 10 de octubre, con la cual se ha inaugurado la Asamblea especial por Oriente Medio del Sinodo de los Obispos, sobre el tema: «La Iglesia católica en Oriente Medio: comunión y testimonio. “La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma" (At 4, 32)». Han concelebrado con el Papa 177 padres sinodales y 69 colaboradores del Sínodo.
La alegría de “ver reunidos por primera vez en una Asamblea Sinodal, en torno al Obispo de Roma y Pastor Universal, a los Obispos de Oriente Medio” y el “agradecimiento al Señor de la historia, ya que ha permitido que a pesar de los acontecimientos a menudo difícilesl y tormentosos, Oriente Medio haya podido ver siempre, desde los tiempos de Jesús hasta nuestros días, la presencia continua de los cristianos"; Han sido las palabras expresadas por el Santo Padre al inicio de la homilía. Después de comentar las lecturas bíblicas del domingo, el Papa ha subrayado la especificidad de la región de Oriente Medio: “es la tierra de Abraham, de Isaac, de Jacob, la tierra del éxodo y del retorno del exilio, la tierra del tiempo de los profetas, la tierra en la que el Hijo Unigénito y nacido de María, donde ha vivido, murió y resucitó, la cuna de la Iglesia, constituida para llevar el Evangelio de Cristo hasta los confines del mundo”.
Deteniendose sobre la Iglesia, nacida del corazón y del Espiritu de Jesus, Benedicto XVI ha resaltado como “la Iglesia ha sido constituida para ser, en medio de los hombres, signo e instrumento del único y universal proyecto salvífico de Dios; ella cumple esta misión siendo ella misma, ‘comunión y testimonio’, como recita el tema de la Asamblea sinodal … sin comunión no puede ejercerse el testimonio: el gran testimonio es precisamente la vida de comunión”. La comunión es esencialmente un don, “precisamente por esto interpela nuestra libertad y espera nuestra respuesta: la comunión nos pide siempre conversión, como don que es siempre mejor acogido y realizado” ha dicho el Papa. Pentecostés es el evento originario que ha hecho partir y crecer a la Iglesia, “pero también es un dinamismo permanente, y el Sínodo de los Obispos es un momento privilegiado en el que podemos renovar la gracia de Pentecostés en el camino de la Iglesia, para que la Buena Nueva sea proclamada con franqueza y pueda ser acogida por todas las gentes”. “Este Sínodo es esencialmente pastoral– ha remarcado el Santo Padre -. Sin olvidar la delicada y a veces dramática situación social y política de algunos países, los Pastores de las Iglesias de Medio Oriente desean concentrarse en algunos aspectos de su misión”. La Asamblea sinodal pretende, “bajo la guía el Espíritu Santo, reavivar la comunión de la Iglesia Católica en Medio Oriente”, dentro de cada una de las Iglesias y en las relacciones entre ellas. “Los trabajos del Sinodo están orientados, además, al testimonio de los cristianos a nivel personal, familiar y social...Todos entonces están llamados a dar su propia contribución: la comunidad internacional sosteniendo un camino confiable, leal y constructivo hacia la paz; las religiones mayormente presentes en la región, en la promoción de los valores espirituales y culturales que unen a los hombres y excluyen toda expresión de violencia. Los cristianos –continua Benedicto XVI– seguirán dando su contribución no sólo con las obras de promoción social, como los institutos de educación y sanidad, sino y sobre todo con el espíritu de las bienaventuranzas evangélicas, que animan la práctica del perdón y la reconciliación.” (SL) (Agencia Fides 11/10/2010)


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