VATICANO - “La llamada a la misión es un imperativo dirigido a todos los bautizados, un elemento esencial de su vocación” recuerda Benedicto XVI a un grupo de Obispos de Brasil

martes, 5 octubre 2010

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “La llamada a la misión no se dirige exclusivamente a un restringido grupo de miembros de la Iglesia, sino que es un imperativo dirigido a todos los bautizados, un elemento esencial de su vocación”. Lo ha señalado el Santo Padre Benedicto XVI en la audiencia con los Obispos de la Región Norte 1 y Noroeste de la Conferencia Episcopal de Brasil, el 4 de octubre, en ocasión de su visita ad Limina Apostolorum.
El Papa, en el discurso que les ha dirigido, ha elogiado los esfuerzos de los Obispos de esta región de Brasil por “llevar la Buena Nueva de Jesús a todos los rincones de la selva amazónica” y frente algunas dudas que surgen sobre la presunta “violencia a la libertad religiosa” que supondría imponer la verdad del Evangelio, ha citado la respuesta de Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi (n.80): “Sería ciertamente un error imponer cualquier cosa a la conciencia de nuestros hermanos. Pero proponer a esa conciencia la verdad evangélica y la salvación ofrecida por Jesucristo, con plena claridad y con absoluto respeto hacia las opciones libres que luego pueda hacer - «sin coacciones, solicitaciones menos rectas o estímulos indebidos» — lejos de ser un atentado contra la libertad religiosa, es un homenaje a esta libertad, a la cual se ofrece la elección de un camino que incluso los no creyentes juzgan noble y exaltante... Este modo respetuoso de proponer la verdad de Cristo y de su reino, más que un derecho es un deber del evangelizador. Y es a la vez un derecho de sus hermanos recibir a través de él, el anuncio de la Buena Nueva de la salvación”.
Benedicto XVI ha continuado explicando el significado de la misión: "El deseo de proclamar el Evangelio, nace de un corazón enamorado de Jesús, que desea ardentemente que más personas puedan recibir la invitación para asistir a la fiesta de las bodas del Hijo de Dios”. Uno de los compromisos centrales de la V Conferencia de América Latina y el Caribe, celebrada en Aparecida en 2007, fue precisamente el “despertar en los cristianos la conciencia de ser discípulos y misioneros”, por eso ha señalado el valor de la dimensión misionera de la Iglesia convocando una Misión Continental.
El Santo Padre ha indicado al Beato José de Anchieta, “que hizo que la Palabra de Dios se difundiera ya sea entre los indios que entre los portugueses”, como un ejemplo para ayudar a las Iglesias individuales a encontrar los caminos más adecuados para la formación de discípulos misioneros en el espíritu de la Conferencia de Aparecida. En su discurso a los Obispos brasileños, Benedicto XVI se ha detenido en el tema de la misión: “Esta no puede limitarse a una simple búsqueda de nuevos modos para hacer la iglesia más atractiva y capaz de vencer la competencia con otros grupos religiosos o ideologías relativistas. La Iglesia no trabaja para sí misma: está el servicio de Jesucristo, existe para hacer que la Buena Nueva sea accesible a todas las personas La Iglesia es católica precisamente porque invita a todos los seres humanos a experimentar la vida nueva en Cristo. La misión, por lo tanto, no es sino la consecuencia natural de la esencia misma de la Iglesia, un servicio del ministerio de unidad que Cristo quiso llevar a cabo en su cuerpo crucificado”.
El Papa ha hablado sobre como se ha debilitado el espíritu misionero, que "tal vez no se debe tanto a las limitaciones y carencias en las formas externas de la acción misionera tradicional, como al haber olvidado que la misión debe alimentarse de un núcleo más profundo. Este núcleo es la Eucaristía. Esta, como presencia del amor humano-divino de Jesucristo, implica continuamente el paso de Jesús a los hombres que serán sus miembros, que serán ellos mismos Eucaristía. En resumen, para ser realmente eficaz, la Misión Continental debe partir de la Eucaristía y conducir a la Eucaristía”. (SL) (Agencia Fides 5/10/2010)


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