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Carpineto (Agencia Fides) – “Al interno de la realidad histórica los cristianos, actuando individualmente como ciudadanos, o en forma asociada, constituyen una fuerza beneficiosa y pacífica de cambio profundo, favoreciendo el desarrollo de las potencialidades internas a la realidad misma. Es esta la forma de presencia y de acción en el mundo propuesta por la doctrina de la Iglesia, que apunta siempre a la maduración de las conciencias como condición de transformaciones válidas y duraderas”. Lo ha reafirmado el Papa Benedicto XVI durante la Santa Misa celebrada el Domingo 5 de setiembre en Carpineto romano, país natal de Gioacchino Pecci, Papa León XIII, de quien se celebra el bicentenario del nacimiento.
De León XIII el Papa ha destacado sobre todo que “fue un hombre de gran fe y de profunda devoción. Esto sigue siendo siempre la base de todo, para todo cristiano, incluido el Papa. Sin la oración, es decir sin la unión interior con Dios, no podemos hacer nada”. El segundo aspecto implica que “todo Pastor está llamado a transmitir al Pueblo de Dios no ciertas verdades abstractas, sino una ‘sabiduría’, es decir un mensaje que conjuga fe y vida, verdad y realidad concreta”.
El magisterio social de León XIII, hecho célebre por la Encíclica Rerum novarum, constituye “un cuerpo orgánico, el primer núcleo de la doctrina social de la Iglesia”. Partiendo de la Carta de San Pablo a Filemón que la Liturgia proponía este Domingo, el Papa recordó la invitación del Apóstol a Filemón, a acoger a su esclavo Onésimo, ahora cristiano, “ya no como esclavo, sino como hermano en Cristo”. Benedicto XVI afirmó: “La nueva fraternidad cristiana supera la separación entre esclavos y libres, y desencadena en la historia un principio de promoción de la persona que llevará a la abolición de la esclavitud, pero también a ir más allá de otras barreras que todavía existen. El Papa León XIII dedicó justamente al tema de la esclavitud la Encíclica ‘Catholicae Ecclesiae’, de 1890. Desde esta particular experiencia de San Pablo con Onésimo, puede iniciar una amplia reflexión sobre la fuerza de promoción humana traída por el Cristianismo en el camino de la civilización, y también sobre el método y el estilo de dicho aporte, conforme a las imágenes evangélicas de la semilla y la levadura”.
En la época en la que nació el futuro León XIII “la Iglesia y numerosas expresiones de la cultura cristiana habían sido puestas radicalmente en discusión”, recordó el Pontífice, “la vida cotidiana era dura y difícil: las condiciones sanitarias y alimentarias muy pobres. Al mismo tiempo se iba desarrollando la industria y con ella el movimiento obrero, cada vez más organizado políticamente. El magisterio de la Iglesia, a su nivel más alto, fue empujado y ayudado por las reflexiones y las experiencias locales a elaborar una lectura de conjunto y en perspectiva de la nueva sociedad y de su bien común. Así, cuando en 1878 fue elegido al solio pontificio, León XIII se sintió llamado a llevarla a cabo, a la luz de sus amplios conocimientos de respiro internacional, así como de tantas iniciativas realizadas ‘en el campo’ por parte de comunidades cristianas y hombres y mujeres de la Iglesia”.
Benedicto XVI recordó a los numerosos Santos y Beatos que desde finales del Seiscientos hasta inicios del Novecientos, experimentaron “con la fantasía de la caridad, múltiples vías para realizar el mensaje evangélico al interno de las nuevas realidades sociales” y concluyó: “en una época de anticlericalismo amargo y de fuertes manifestaciones contra el Papa, León XIII supo guiar y sostener a los católicos en el camino de una participación constructiva, rica de contenidos, firme en los principios y capaz de apertura... Un Papa muy anciano, pero sabio y clarividente, pudo introducir así al siglo XX una Iglesia rejuvenecida, con la actitud correcta para enfrentar los nuevos desafíos”. (SL) (Agencia Fides 6/09/2010)
