ASIA/TAILANDIA - “Es un parto doloroso para la nación”, dice a Fides un sacerdote de Bangkok

miércoles, 19 mayo 2010

Bangkok (Agencia Fides) – La nación está sorprendida por el violento epílogo que reprimió la protesta de las “camisas rojas”. Tras la acción del ejército, que irrumpió en las barricadas en el corazón de Bangkok y tras el arresto de los líderes de la protesta roja, “la opinión pública y toda la nación necesita de una reflexión seria sobre la modalidad de gobierno, el estado de la sociedad, la burocracia, el rol del ejército, el servicio real de la democracia”: es cuanto dice en un comentario a Fides el P. Peter Watchasin, sacerdote de la diócesis de Bangkok y Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias en Tailandia.
“Aquello que ha sucedido en Tailandia en las últimas semanas es como un parto doloroso que está viviendo la nación. Esperamos que de este sufrimiento surja un país mejor. El ‘recién nacido’ deberá ser una nueva democracia que –como enseña la historia mundial, por ejemplo la europea- no puede iniciar sino desde el sufrimiento”, afirma el sacerdote. Ahora, terminadas las manifestaciones, “es necesario buscar a alguien que pueda ayudar a resolver el conflicto social en cuestión, que está sin resolver, y realizar pasos concretos de reconciliación nacional”.
Entre las personalidades que podrían contribuir a darle a la nación un clima de armonía y reconciliación “están los líderes religiosos, que han tratado de poner sus influencias, su autoridad moral y espiritual al servicio de la paz, y podrían hacerlo en el futuro”. Otra figura importante para el país es ciertamente el Rey, “muy amado por el pueblo Thai”: su palabra podría tener efectos ciertamente positivos y sería apreciada por todos, dicen muchos.
Además, nota P. Watchasin con preocupación, “la protesta ha sido calmada por poco, pero podría reiniciar, en cuanto que los reales motivos que la generaron no han sido afrontados y resueltos. El mal contento continua y el conflicto, tras este violento epílogo, podría incluso acentuarse y encontrar nuevas modalidades más violentas y peligrosas”.
Las camisas rojas, explica el sacerdote, “involucran en su interior grupos muy diferentes entre sí: están los sostenedores del ex Premier Thaksin, pero también muchos campesinos y pobres que padecen serios problemas de injusticia social. Los rojos se han convertido en el símbolo y referencia de los más pobres de la población Thai. Se manifiestan contra la corrupción, difundida en las altas esferas de la burocracia y ejército. Acusan los privilegios de cuantos ejercitando el poder del que disponen, se excluyen de las reglas y del estado de derecho”.
Hay algunas cuestiones estructurales a ser consideradas, afirma P. Peter: “El poder político, económico y militar en Tailandia está concentrado en las manos de decenas de familias. Existen conexiones entre militares y hombres de negocios. Este es un serio problema que agudiza la desigualdad entre una élite pequeña y las masas de pobres, que han encontrado en Thaksin un personaje que ha sabido responder, en un cierto modo, sus preocupación”.
Dichas cuestiones deben ser afrontadas si se quiere desactivar el conflicto social, en una nación que aparece como irremediablemente dividida: “gran parte de la población es favorable a nuevas elecciones, convocarlas sería un modo para restituir a la nación una sana vía de democracia”, concluye el p. Peter, dadas las discutibles circunstancias y modalidades con las que nació el gobierno actual.
En las últimas elecciones generales de fines de 2007, en efecto, el partido que obtuvo la mayoría relativa fue el de los “rojos” (el People Power Party) pero, después de un accidentado recorrido político – según algunos maniobrado por lobbies y “poderes fuertes” – el cargo de gobierno terminó en manos del actual Premier, Abhisit Vejjajiva, del Partido Democrático, apoyado sobre todo por los sectores burgueses. (PA) (Agencia Fides 19/5/2010; líneas 41 palabras 606)


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