OCEANIA/AUSTRALIA - “Un papel público de las religiones es esencial”: entrevista al presidente del “Ambrosie Center for Religious Liberty”

jueves, 25 marzo 2010

Sydney (Agencia Fides) - La libertad religiosa y el papel público de las religiones son esenciales para la sociedad y son un termómetro de la cultura jurídica de un país: es la opinión de Rocco Mimmo, abogado de Sydney, fundador y Presidente del “Ambrose Centre for Religious Liberty”, un prestigioso instituto cultural Australiano.
Anteayer, el Arzobispo Silvano Tomasi, Observador Permanente de la Santa Sede de la oficina de la ONU en Ginebra, destacó la importancia de proteger la libertad religiosa en el mundo, un derecho que hoy es violado por prejuicios y discriminaciones. Las religiones, nota Mimmo, y en particular la Iglesia católica, puede y deben desempeñar un papel vital en el debate público en Australia y en otros lugares del mundo. La Agencia Fides le ha dirigido las siguientes preguntas:
¿Qué piensa del debate internacional sobre la libertad de religión?
Creo que la libertad de manifestar la propia religión libre y abiertamente en ámbito público es muy importante. A tal fin, la Iglesia católica desempeña un papel vital en el debate público en todo el mundo. En particular, en Australia, esta función es fundamental hoy en día, ya que el gobierno, después de las indicaciones de la “Comisión Brennan” para los Derechos Humanos podría aprobar una específica “Carta de los Derechos Humanos”.
¿Estaría de acuerdo con este paso?
Creo que en vez de una “Carta de Derechos”, Australia podría crear una comisión parlamentaria para juzgar las leyes presentadas a la Cámara, que evalúe la compatibilidad con las convenciones internacionales de derechos humanos. Este enfoque serviría para evitar amenazas a la libertad religiosa: tenemos el ejemplo de la “Carta de Derechos”, aprobada en el Reino Unido en 1998, con las consecuencias resultantes.
¿Las puede explicar brevemente?
En Gran Bretaña, la Carta se ha interpretado más como un medio para proteger los derechos del individuo y a las autoridades estatales se ha pedido intervenir en el estilo de vida y en las decisiones individuales, en nombre del principio de igualdad de derechos. Por ejemplo, el Estado ha cuestionado incluso si una institución religiosa podría negarse a admitir a los homosexuales al sacerdocio. O una enfermera fue despedida después de haberse ofrecido para rezar una oración por la mujer de 78 años, que estaba cuidando.
¿Cómo se puede luchar contra estas distorsiones?
Es necesario que los diferentes líderes religiosos encuentren y mantengan una posición común en defensa de la libertad de religión. La libertad de religión y de culto, afirmada por el derecho internacional como uno de los derechos humanos fundamentales, en la práctica puede ser tratado como si se fuese una “concesión otorgada por el Estado” a los individuos y a las organizaciones.
¿Qué implica entonces, la defensa de la libertad religiosa en la sociedad?
En un estado de derecho todas las personas son consideradas iguales, pero esto no significa, por ejemplo, que la gente movida por una inspiración religiosa a realizar actos de caridad en favor del interés público, se conviertan en “ciudadanos de segunda clase”, perdiendo el derecho a expresar sus creencias. De lo contrario se llega a la paradoja de verse obligados a tener que cerrar los servicios al público de hospitales y actividades sociales promovidas por comunidades religiosas porque la ley estatal compromete o penaliza sus creencias religiosas, o les obliga a prestar servicios que entran en conflicto con su doctrina moral. Es un modo para reducir la religión a la esfera privada y relegarla a un papel en el que no pueda influir en la política pública. (PA) (Agencia Fides 25/3/2010)


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