ÁFRICA/REPÚBLICA CENTROAFRICANA - La odisea de Marlene: 540 días de esclavitud en las manos de los guerrilleros del LRA para una joven de 13 años

lunes, 15 marzo 2010

Bangassou (Agencia Fides) – Frecuentemente se habla de niños y niñas soldado, raptados y convertidos en esclavos por los guerrilleros ugandeses del LRA (Ejército de Resistencia del Señor), una formación que se despliega entre el noreste de la República Democrática del Congo, el sur de Sudán y el extremo sureste de la República Centroafricana. Sin embargo son pocos los testimonios de quienes han logrado escapar de las garras de los guerrilleros. Su Excelencia Mons. Juan José Aguirre Muños, Obispo de Bangassou, que recientemente acepto una entrevista a la Agencia Fides sobre la situación en su diócesis (ver Fides 4/3/2010), envió el siguiente testimonio acerca de Marlene, una joven de 13 años que pasó 540 días en las manos del LRA.
“En marzo del 2008, cientos de soldados entraron a Obo, al este de la República Centroafricana, que fue mi primera misión, en la que trabajé por 7 años. En esa noche espantosa, los rebeldes saquearon los graneros, violaron a las mujeres en sus camas de a tres a cuatro soldados a la vez, y sembraron la desesperación, dejando decenas de familias en luto. En esa noche tomaron prisionera a Marlene. La amarraron junto con otras muchas jóvenes de Obo y le colgaron un saco con 25 kilos de yuca a la cabeza: así comenzó su calvario en el LRA.
Fue obligada por 15 días a marchas forzadas, asistiendo a la muerte de algunos de los prisioneros que no lograban tener el ritmo de los demás y por lo tanto eran eliminados a golpe de machete. Un año y medio de horror, 18 meses a través de la selva, soñando con la comida que le daba su madre. Marlene fue obligada, junto con otras de las prisioneras, a formar un muro humano cuando los helicópteros ugandeses dispararon misiles contra el campo Kony, en la selva congolesa de Garamba. Durante todo el tiempo durmió sobre la tierra, amarrada a un árbol, fingiendo dormir mientras alguno abusaba de otra joven amarrada al mismo árbol.
Marlene trabajaba como lavandera, lavando las prendas de los soldados en el río, mientras presenciaba el adoctrinamiento de sus compañeros de escuela, prisioneros como ella, quienes empuñando un AK-47, eran formados para la guerra.
Tras el tercer intento de fuga, el pasado julio, Marlene logró regresar a Obo tras haber caminado a través de la jungla por 10 días. Llegó con los pies destruidos, en estado de shock, con una herida abierta en la mejilla. Su madre hizo de todo para alimentarla, abrazándola de noche, cuando gritaba, y confortándola durante sus largos silencios.
Un mes después el LRA ha atacado de nuevo Obo: saqueos, violencia, robos y brutalidad. Hace pocos días quemaron un automóvil de una ONG italiana, asesinando al chofer y a su asistente africano. Es así que el nombre Obo aparece en Internet, pues existía una relación con Italia. Pero en Oba y alrededores viven 15 mil personas, aplastadas por el hambre y el miedo. He sido obligado a retirar a las religiosas de aquel infierno, pero los sacerdotes centroafricanos se han quedado para alentar y dar fuerza al pueblo; escaparon en marzo del 2008 y aún están ahí, como columnas de bronce.
Ahora Marlene está en Bangassou, en un centro para estudiantes cerca de la Catedral. Un mes más tarde, Marlene regresa sonriente, contando tímidamente sus desaventuras y volviendo a ser una persona como todas las demás”. (L.M.) (Agencia Fides 15/3/2010; líneas 38 palabras 561)


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