VATICANO - Benedicto XVI: “la salvaguardia de la creación no responde primariamente a una exigencia estética, sino más bien a una exigencia moral”

martes, 12 enero 2010

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “La negación de Dios desfigura la libertad de la persona humana, y devasta también la creación. Por consiguiente, la salvaguardia de la creación no responde primariamente a una exigencia estética, sino más bien a una exigencia moral, puesto que la naturaleza manifiesta un designio de amor y de verdad que nos precede y que viene de Dios”. Lo ha afirmado el Santo Padre Benedicto XVI en la audiencia al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede el 11 de enero, para las felicitaciones de año nuevo.
Al inicio de su discurso, el Papa ha recordado con “profunda satisfacción” las plenas relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y la Federación Rusa, y la visita “muy significativa” del Presidente de la República Socialista de Vietnam. Ha subrayado: “La Iglesia está abierta a todos porque - en Dios - ella existe para los demás. Ella, por tanto, comparte intensamente la suerte de la humanidad que, en este año apenas comenzado, aparece todavía marcada por la crisis dramática que ha golpeado la economía mundial, provocando una grave y vasta inestabilidad social”. Las raíces de esta situación “e encuentran en la vigente mentalidad egoísta y materialista, que no tiene en cuenta los límites inherentes a toda criatura” ha afirmado el Papa, subrayando que “dicha mentalidad amenaza también a la creación”. La protección del ambiente no se puede separar o incluso oponer a la de la vida humana, comprendida la vida antes del nacimiento, ha indicado el Santo Padre.
Se ha dirigido un pensamiento especial al continente africano: durante el Sínodo, los Padres sinodales han señalado con preocupación la erosión y la desertificación de grandes zonas de tierra cultivable, a causa de la explotación desconsiderada y la polución del entorno”, además “la lucha por acceder a los recursos naturales es una de las causas de numerosos conflictos, particularmente en África”. Prosiguiendo, el Pontífice ha recordado las “extensas zonas de tierra, por ejemplo en Afganistán o en ciertos países de Latinoamérica, donde la agricultura, lamentablemente relacionada todavía con la producción de droga, es una fuente nada despreciable de empleo y subsistencia. Si se quiere la paz, hay que preservar la creación mediante la reconversión de dichas actividades”.
Reafirmando que “la protección de la creación es un factor importante de paz y justicia”, Benedicto XVI ha denunciado el aumento de los gastos militares y de mantenimiento de los arsenales nucleares, deplorando que “la producción y la exportación de armas contribuya a perpetuar conflictos y violencias, como en Darfur, Somalia o en la República Democrática del Congo … No hace falta subrayar como tales conflictos perjudican y degradan el ambiente. Asimismo, se ha de mencionar el terrorismo, que pone en peligro muchas vidas inocentes y causa una difusa ansiedad”. El Papa ha citado también la situación de los cristianos de Oriente Medio: “amenazados de muchos modos, incluso en el ejercicio de su libertad religiosa, dejan la tierra de sus padres, donde creció la Iglesia de los primeros siglos”.
La comunidad de creyentes quiere ofrecer su contribución a la solución de los dramáticos problemas de la situación ambiental, que tienen raíces de orden moral y tienen que ser solucionados “con un gran esfuerzo educativo, para promover un efectivo cambio de mentalidad y establecer nuevos estilos de vida”. “Lamentablemente, en ciertos países, sobre todo occidentales, se difunde en ámbitos políticos y culturales, así como en los medios de comunicación social, un sentimiento de escasa consideración y a veces de hostilidad, por no decir de menosprecio, hacia la religión, en particular la religión cristiana” ha denunciado el Pontífice señalando que es urgente definir “una laicidad positiva, abierta, y que, fundada en una justa autonomía del orden temporal y del orden espiritual, favorezca una sana colaboración y un espíritu de responsabilidad compartida”.
Hacia la conclusión del discurso, el Pontífice ha recordado “las catástrofes naturales que a lo largo del año pasado han sembrado muerte, sufrimiento y destrucción en Filipinas, Vietnam, Laos, Camboya y en la Isla de Taiwán, in Indonesia y en la región del Abruzzo”, deseando que frente a tragedias similares no falte nunca la ayuda generosa, “porque la vida de las criaturas de Dios está en juego”. Ha indicado además “la vía de un diálogo constructivo” para resolver “diferencias y hostilidades” entre estados en defensa de la paz, citando come ejemplo el Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile, obtenido hace 25 años gracias a la mediación de la Sede Apostólica. En Latinoamérica. Entre los motivos de alegría, el Santo Padre ha citado el entendimiento logrado entre Croacia y Eslovenia a propósito del arbitraje relativo a sus fronteras, acuerdo entre Armenia y Turquía con vistas a la reanudación de las relaciones diplomáticas deseando que “a través del diálogo se mejoren las relaciones entre todos los países del Cáucaso meridional”.
Con respecto a Tierra Santa, el Papa ha levantado una vez más su voz, “para que el derecho a la existencia del Estado de Israel sea reconocido por todos, así como a gozar de paz y seguridad en las fronteras reconocidas internacionalmente. Asimismo, que el pueblo palestino vea reconocido su derecho a una patria soberana e independiente, a vivir con dignidad y a desplazarse libremente”. En particular ha pedido el apoyo de todos “para que sean protegidos la identidad y el carácter sagrado de Jerusalén”. Ha exhortado a los gobernantes y ciudadanos de Irak para que superen “las divisiones, la tentación de la violencia e intolerancia, para construir juntos el futuro de su país. Las comunidades cristianas quieren también ofrecer su aportación, pero para ello es necesario que se les asegure respeto, seguridad y libertad”. También en Pakistán ha pedido que “que se haga todo lo posible para que… los cristianos puedan sentirse plenamente integrados en la vida de su país”. “a propósito de la violencia contra los cristianos, no puedo dejar de mencionar el deplorable atentado que en los últimos días ha sufrido la comunidad copta egipcia, precisamente cuando celebraba la fiesta de Navidad – ha continuado Benedicto XVI- . En cuanto a Irán, espero que, a través del diálogo y la colaboración, se encuentren soluciones comunes tanto a nivel nacional como en el ámbito internacional. Deseo que el Líbano, que ha superado una larga crisis política, continúe por la vía de la concordia. Espero que Honduras, después de un tiempo de incertidumbre y agitación, se encamine hacia la recuperación de la normalidad política y social. Deseo que, con la ayuda desinteresada y efectiva de la comunidad internacional, suceda lo mismo en Guinea y Madagascar.” (SL) (Agencia Fides 12/1/2010)


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