VATICANO - El Papa a ocho nuevos representantes diplomáticos: “en este momento histórico las religiones deben también, a través de un diálogo franco y sincero, buscar el camino de la purificación para corresponder cada vez más a su verdadera vocación”

viernes, 18 diciembre 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “Las religiones vividas según su esencia profunda han sido y son una fuerza de reconciliación y de paz. En este momento histórico las religiones deben también, a través de un diálogo franco y sincero, buscar el camino de la purificación para corresponder cada vez más a su verdadera vocación. Nuestra humanidad desea la paz y, si es posible, la paz universal. Es necesario tender hacia ella sin utopías y sin manipulaciones”. Lo afirmó el Santo Padre Benedicto XVI durante la audiencia a los nuevos Embajadores de Dinamarca,
Uganda, Sudán, Kenya, Kazakhstan, Bangladesh, Finlandia y Letonia, que han presentado sus cartas credenciales el 17 de diciembre. En su discurso el Papa recordó que “la paz para establecerse tiene necesidad de condiciones políticas y económicas, culturales y espirituales” y que “la coexistencia pacífica de las diversas tradiciones religiosas al interno de toda nación es a veces difícil”, por esto “todo creyente está llamado a interrogar a Dios sobre Su voluntad respecto a toda situación humana”.
El Santo Padre ha reafirmado que “no existe ante Dios ninguna categoría o jerarquía de hombre, inferior o superior, dominante o protegido. Para Él existe sólo el hombre que ha creado por amor y que quiere ver vivir, en familia y en sociedad, en armonía fraterna... Para el hombre de fe y para el hombre de buena voluntad, la resolución de los conflictos humanos, como la delicada cohabitación de las diversas religiones, puede transformarse en una coexistencia humana en un orden lleno de bondad y de sabiduría que tiene su origen y su dinamismo en Dios”. Incluso si el mundo político y el económico difícilmente conceden al hombre el primer lugar y con mayor dificultad todavía admiten la importancia y la necesidad de la dimensión religiosa, “la paz, tan deseada, nacerá sólo de la acción conjunta del individuo – que descubre su verdadera naturaleza en Dios – y de los dirigentes de las sociedades civiles y religiosas que – en el respeto de la dignidad y de la fe de cada uno – sabrán reconocer y otorgar a la religión su noble y auténtico papel de realización y de perfeccionamiento de la persona humana”.
En su discurso el Pontífice ha puesto también en evidencia la importancia “de restablecer una correcta relación entre el hombre y la creación en la que vive y obra”, exhortando a las Autoridades políticas de cada país y del conjunto de naciones, “no sólo a reforzar su acción a favor de la conservación del ambiente, sino también... a ser una fuerza de propuesta y de incitación, para llegar a acuerdos internacionales vinculantes, que sean útiles y justos para todos”. El trabajo para superar los desafíos que debe enfrentar hoy la humanidad podrá alcanzar resultados positivos sólo si será acompañado “por una conversión o una transformación del modelo de desarrollo actual de nuestras sociedades. La Iglesia propone que este cambio profundo, que debe ser descubierto y vivido, se oriente por la noción de desarrollo integral de la persona humana. En efecto, el bien del hombre no consiste en un consumismo cada vez más desenfrenado y en la acumulación ilimitada de bienes, consumismo y acumulación reservadas a un pequeño número de personas, propuestos como modelos a la masa. Por ello, corresponde no sólo a las diversas religiones subrayar y defender el primado del hombre y del espíritu, sino también al Estado”, favoreciendo el acceso a los bienes espirituales para todos los ciudadanos. (S.L.) (Agencia Fides 18/12/2009; líneas 38 palabras 569)


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