AMÉRICA/COLOMBIA - Testimonio de un misionero de Colombia, que vive en la violencia pero reza por la paz

lunes, 23 noviembre 2009

Buga (Agencia Fides) – “Liberen los secuestrados” es el lema de ochenta jóvenes colombianos que, para denunciar la plaga de secuestros en su país, están dando vida a una campaña de sensibilización que el miércoles pasado, 18 de noviembre, los llevó a encontrar también al Papa Benedicto XVI al final de la audiencia general. Con algunos Obispos colombianos estaban los ex-secuestrados y los parientes de personas todavía en manos a los captores. Colombia aún se encuentra en una situación muy particular por lo que respecta a la guerrilla y a la violencia al interno del país. La Iglesia católica desde hace tiempo trabaja por el establecimiento un diálogo para la liberación de los secuestrados y la promoción de la paz en todo el país. Sobre esta difícil situación la Agencia Fides pidió su testimonio a un misionero que vive y trabaja en Colombia. La publicamos seguidamente, manteniendo el anonimato por motivos de seguridad.
“Colombia ha vivido una dolorosa y larga experiencia de desigualdades e injusticias sociales, similar a la de muchos otros países del planeta. Pero lo que la hace única, a mi parecer, son varios factores:
1. La geografía colombiana. Pocos piensan en Colombia como un país de geografía muy quebrada, porque miran más el hecho de que se asoma a los dos grandes océanos, Atlántico y Pacífico. Pero conviene recordar que al entrar a Colombia la cadena montañosa de Los Andes se trifurca y genera tres cordilleras que dividen el país de oriente a occidente. En esa quebrada geografía son muchos los territorios a donde no llega eficientemente el Estado, es decir, estructuras de salud, de justicia, de administración.
2. Los grupos alzados en armas. Colombia tiene, además, diversos grupos guerrilleros de muchos años. Al comienzo aparecían como un camino de propuesta revolucionaria, pero poco a poco, o porque los lideres históricos se fueron eternizando y anquilosando o porque más les importaba mantener la lucha que renovar la ideología, estos grupos han caído en el pecado de convertirse en maquinarias económicamente muy exigentes. Esto supone (también porque han variado el apoyo y los subsidios del extranjero) como consecuencia, buscar dinero ‘a cualquier precio’. De ahí vienen la extorsión a los campesinos mas pudientes, el secuestro con fines económicos, la alianza con grupos narcotraficantes.
3. Los carteles de la droga. Hasta hace algunos años se trataba de uno o dos grupos poderosos, pero en cierto modo identificables. Ahora se han atomizado. Más que grandes carteles, lo que hay es innumerables grupos que luchan por mantener los cultivos, agilizar los procesos de laboratorio, inventar nuevas rutas de narcotráfico. Se aprovechan de la indomable geografía y de la estratégica ubicación de los grupos alzados en armas.
4. Las experiencias fallidas de diálogo. En realidad ha sido un proceso muy difícil el de la liberación de secuestrados. No ha habido una política coherente y constante ni en las declaraciones del Estado ni en las de la jerarquía eclesiástica y muchos menos en las de los voceros de quienes retienen a los secuestrados. La gente sencilla también ha ido perdiendo la paciencia y casi prefiere no tocar el tema, porque lo considera ‘empantanado’.
5. ¿Que puede hacer el cristiano de a pie? Creo que lo primero es sentir dolor de patria. Los secuestrados son compatriotas y también lo son los guerrilleros, así consideremos que se equivocan en cosas fundamentales. Hay que enterarse más de la problemática, mirar sin inmediatismo y a largo plazo los procesos, acompañar las manifestaciones que luchen por valores humanos y no las que signifiquen manifestaciones de poder, convencerse de la importancia de la no violencia-activa. Un segundo elemento es la espiritualidad, es decir, saber que nosotros no construimos solos la historia y que tenemos que colaborar positivamente con Dios. Esto supone paciencia histórica, negociar mediaciones sin negociar valores, y actitud orante” (CE) (Agencia Fides, 23/11/2009; líneas 43, palabras 632)


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