VATICANO - AVE MARIA de don Luciano Alimandi - El Baptista y las beatitudes

miércoles, 27 junio 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La vocación de San Juan Bautista, que la Iglesia custodia como uno de sus más grandes tesoros, nos anima a cada uno de nosotros a dejarse guiar por el Espíritu de Dios se dejó él guiar humildemente que, desde el regazo materno gustó su presencia y acción. La visita que la Madre de Jesús hizo a Isabel despertó en el alma de Juan Bautista el estupor por Cristo, haciendo que saltase de alegría en el regazo materno. Así, ya desde el principio, su misión estuvo marcada por esta inseparable unión con el Salvador, de quien precisamente él, Juan, tenía que preparar el camino para que el pueblo de Israel se dispusiera a acoger la salvación. La grandeza del Bautista está precisamente en esto: hacer crecer constantemente a Jesús en él, olvidándose a si mismo!
Como la Virgen Maria también Juan puede cantar el Magníficat de los humildes siervos del Señor que son elegidos por su pequeñez y que permanecen siempre y sólo como siervos del Verbo. San Agustín usa palabras estupendas en describir la vocación del Bautista, al subrayar que éste sólo quería sólo ser una "voz", no ya la "palabra", porque "el Verbo" es Jesús y Juan dejó al Señor todo el espacio. Es realmente bella la expresión de Agustín que describe así el nacimiento de Juan Bautista: "¡nace la voz!" "Si Juan se hubiera anunciado a si mismo no hubiera abierto la boca a Zacarías. Se desata la lengua porque nace la voz. En efecto a Juan, que preanunciaba al Señor, se le preguntó: '¿Quién eres tú?' (Jn 1, 19). Y contestó: 'Yo soy la voz de uno que clama en el desierto', (Jn 1, 23). Voz es Juan, mientras que del Señor se dice: ‘En el principio era el Verbo' (Jn 1, 1). Juan es voz durante cierto tiempo; Por el contrario Cristo es el Verbo eterno desde el principio" (S. Agustín).
El Santo Padre Benedicto XVI, en este mismo espíritu, hablando de la solemnidad del nacimiento del Bautista ha dicho que su vida "está toda orientado a Cristo como la de la madre de Él, Maria. Juan Bautista fue el precursor, la 'voz' envida a anunciar el Verbo Encarnado. Por ello, conmemorar su nacimiento significa en realidad celebrar a Cristo, cumplimiento de las promesas de todos los profetas, de los que el Baptista ha sido el más grande, llamado a 'preparar el camino’ delante del Mesías (cfr Mt 11,9-10)", (Benedicto XVI, Ángelus del 24 de junio de 2007).
La auténtica identidad del testigo de Cristo, siempre y en todo lugar, es precisamente esta: ser "voz" no ya "protagonista" del anuncio cristiano. En la escuela de la humildad Juan formó sus discípulos y Cristo aprobó decididamente esta escuela y tomó consigo a algunos de entre ellos haciéndolos apóstoles. Juan Bautista continua siendo para todos los educadores un modelo insustituible de guía, que deja al Señor que recoja los frutos del propio trabajo en el momento justo; es, en efecto, al Dueño de la mies a quien se debe dejar la cosecha. La humildad es fundamental en todo camino espiritual para quedarse cada uno en su lugar en la actitud más bella y verdadera: la pobreza del espíritu.
"¡Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos!" Ésta es la bienaventuranza de Juan, no por casualidad la primera, la puerta de entrada para el resto. Quien no pasa por esta puerta no puede encontrar el camino de las bienaventuranzas. El Bautista, por el contrario, desde el principio al final permaneció pobre de si y rico de Él porque las Bienaventuranzas eran su vida. (Agencia Fides 27/6/2007 Líneas: 42 Palabras: 619)


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