INTENCIÓN MISIONERA - Abril: “Para que crezca el número de las vocaciones sacerdotales y religiosas en Norteamérica, y en los Países del Océano Pacífico, para responder adecuadamente a las exigencias pastorales y misioneras de esos pueblos”. Comentario a la intención misionera indicada por el Santo Padre, a cargo del P. Vito Del Prete, PIME, Secretario general de la Pontificia Unión Misionera (PUM)

viernes, 30 marzo 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La falta de operadores pastorales en la Iglesia católica en estos decenios se ha agudizado particularmente en las Iglesias de América del Norte y de los países del Pacífico. Mientras, en efecto, asistimos a un florecimiento de vocaciones presbiterales y religiosas en Asia, África y América Latina, debemos registrar una constante y progresiva disminución del clero diocesano y religioso en los continentes mencionados antes.
En el período de tiempo que va de 1970 al 2000, se evidencia una baja de 7.851 sacerdotes diocesanos norteamericanos. De 43.648 en 1970 han pasado a 35.797 en el 2000, que corresponde al 18% menos en el clero diocesano. Los Sacerdotes Fidei Donum en 1970 eran 3.124 operantes en los países de misión, ahora son apenas 669.
En Oceanía, en el mismo período de tiempo, se ha registrado una baja de ordenaciones presbiterales, con una disminución total de 414 sacerdotes, correspondientes al 15% del clero diocesano, pasando así de 3.055 a 2.614. La misma baja se refleja además en los Fidei Donum, que pasan de 153 en 1970 a 101 en el 2000.
Parece incontenible asimismo la disminución de los presbíteros religiosos y de las demás formas de vida consagrada. No puede ser un remedio a esta situación deficitaria el uso indiscriminado de sacerdotes y religiosos/as provenientes de Asia, África o América Latina, para llenar lugares vacíos o continuar manteniendo estructuras existentes. Este uso puede tener sentido solamente en una dinámica de comunión entre las Iglesias para una misión específica y en el respeto de la igual distribución del clero, como pedido en la “Postquam Apostoli”.
La crisis de las vocaciones presbiterales y religiosas es solamente el síntoma más grave de la crisis de valores que amenaza a la sociedad y a la comunidad cristiana. Los presbíteros y los religiosos están invadidos por un sentimiento de fluidez, típico de la cultura contemporánea, causa de desorientación, de incertidumbre, cansancio y a veces desesperación. Ha cambiado cualitativamente el contexto cultural y social. La nueva cultura o mentalidad de masa esta impregnada de relativismo, de nuevo paganismo, que profesa una ideología que absolutiza las realidades creadas, como la riqueza, el poder, el estado, la sexualidad, tomando de estos ‘ídolos’ las normas del propio pensamiento y de las propias acciones. Existe en acto una deculturización cristiana, que llega hasta la negación de las raíces cristianas, que han constituido hasta ahora el tejido esencial de la comunidad civil de estos países. Esta coyuntura cultural y social ha puesto en crisis, y obliga por lo tanto a repensar, todo el mundo de la identidad personal, colectiva, eclesial y antropológica de la vida presbiteral y consagrada. Es necesario que esta se coloque en medio de la sociedad con una nueva carga profética, con inquietud evangélica, con la confianza en las nuevas estaciones de Dios.
Dos son los pilares para un renovado florecimiento de vocaciones. El primero continúa siendo el indicado por el documento sobre la vida religiosa, “Recomenzar desde Cristo”, como el realizar un verdadero regreso al Centro, a través de la contemplación de Dios y de Cristo, una contemplación que involucre a la persona toda, en todo lugar donde se encuentre, en todo momento de su vida. El segundo es un renovado impulso misionero. Solo en la misión las comunidades cristianas y aquellas de vida consagrada encontrarán la leva de Arquímedes para obtener identidad y vitalidad auténticas.
Este es un momento favorable, un kairós para la vida presbiteral y consagrada, llamada a responder a los urgentes clamores que vienen de los nuevos areópagos de la misión, con un discernimiento inteligente de los tiempos de Dios y con creatividad.
Sería verdaderamente estéril y deletéreo si las necesidades y las preocupaciones internas indujesen a estas iglesias locales a encerrarse en sí mismas, renunciando a su vocación misionera. Sería su muerte. En este mese, en el que la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Oración por las Vocaciones, dirigimos al Padre nuestra oración especialmente por las hermanas Iglesias de América del Norte y del pacífico que se encuentran en las fronteras antropológicas de la humanidad. Allí son necesarios el ministerio de los Pastores y el testimonio de los religiosos, que prefiguran el surgimiento de una humanidad fundada sobre valores evangélicos de paz y de amor. Y el Dueño de la mies, que se preocupa más que nosotros por la salvación de la humanidad, mandará obreros a su mies. P. Vito Del Prete (Agencia Fides 30/3/2007, líneas 52, palabras 741)


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