Sacrofano (Agencia Fides) - La misión de la Iglesia es un «salir» a las encrucijadas del mundo e «invitar a todos» a una fiesta. Las Obras Misionales Pontificias también están llamadas a mostrar con sus propias iniciativas y estructuras que la vida prometida por Jesús es como un banquete «acogedor y atractivo», precisamente ahora que en varias partes del mundo muchos ni siquiera parecen interesados en escuchar la promesa del Evangelio. Así lo ha pedido el cardenal Luis Antonio Gokim Tagle, Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, interviniendo el lunes 27 de mayo por la tarde en la Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias que se está desarrollando en la Fraterna Domus de Sacrofano, en la periferia de Roma.
La intervención del cardenal Tagle ha arrancado de la parábola evangélica de las bodas del hijo del rey, evocada por el Papa Francisco en su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2024 (véase Fides 2/2/2024).
Un banquete «invitante»
El rey -nos dice Jesús en el Evangelio de Mateo- había enviado a sus siervos a llamar a los invitados a la boda de su hijo, pero los invitados no quisieron acudir. Algunos incluso insultaron a los criados y mataron a algunos de ellos. Entonces el rey ordenó a los criados que volvieran a salir para invitar a la boda a todos los que encontraran en los cruces de las calles.
La Iglesia -ha comentado el cardenal Tagle, citando expresiones recurrentes en el Magisterio del Papa Francisco- está llamada a salir e «invitar a la gente a un banquete. Invitar, no obligar, no forzar a la gente a acudir. Nuestra predicación, nuestra oración, nuestra vida sacramental, nuestra obra de caridad, nuestras relaciones, nuestro testimonio, todo esto debe ser una invitación a venir, dirigida a todas las personas».
El banquete al que invitamos a todos -ha continuado el Proprefecto del Dicasterio Misionero- debe presentarse como «algo que invita, algo que atrae». El Papa Benedicto XVI -ha recordado el cardenal Tagle- ha repetido muchas veces que la fe crece por atracción, no por coacción.
«Mi pregunta es: ¿Presentamos el Evangelio como una fiesta de Dios con la humanidad? ¿Presentamos el banquete como algo atractivo?». A este respecto, el Cardenal ha compartido con la asamblea episodios elocuentes de su experiencia como pastor: «Cuando todavía era obispo en Manila, una mujer muy brillante y valiente me dijo: “Eminencia, voy a Misa todos los días, y allí se proclama el Evangelio de la buena noticia. Pero cuando el predicador empieza a explicar, la 'buena noticia' se convierte en 'mala noticia'... La buena noticia, en manos de ciertas personas, se convierte en malas noticias”. ¿Y cómo se puede invitar a la gente al banquete cuando la buena noticia pierde su sabor? », ha comentado el cardenal Tagle.
El desvanecimiento de la memoria cristiana
El interés por la Iglesia -ha reconocido el Cardenal Tagle- se está debilitando en muchas partes del mundo, donde, especialmente entre los jóvenes, está desapareciendo cualquier tipo de vínculo vital con la fe.
Ante este panorama -ha subrayado repetidamente el Cardenal-, la solución no es «cancelar el banquete». Precisamente ante la realidad del mundo actual, es necesario «salir e invitar a todos», superando la costumbre de dirigirse siempre a personas ya comprometidas en la labor apostólica de la Iglesia, o la práctica de «pedir a la gente que venga donde estamos nosotros».
Un nuevo horizonte también para las OPM
Como los siervos de la parábola evangélica -ha sugerido el Cardenal-, las Obras Misionales Pontificias están llamadas a buscar invitados para el banquete en todos los caminos de la vida. Su trabajo apostólico debe dirigirse a «todos», buscando no sólo a los «católicos comprometidos», sino a todas las personas en el tejido concreto de su vida ordinaria. Esta Asamblea -ha subrayado el Proprefecto del Dicasterio Misionero- puede servir también para revisar nuestras estructuras y metodologías. Podemos aprender unos de otros, y quizá podamos preguntarnos humildemente: «¿favorecen nuestras estructuras, nuestro funcionamiento y nuestro modo de hacer las cosas el salir a invitar?».
El cardenal Tagle también ha mencionado «grupos de personas» que hay que tener en cuenta para ampliar el horizonte de acción de las Obras Misionales Pontificias. Así, ha mencionado a los jóvenes «influencers» que conoció en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa «Ellos se consideran misioneros: Invitan a sus compañeros a acercarse al Evangelio»); a los artistas implicados en las iniciativas pastorales de la diócesis de Manila («eran los ídolos de los jóvenes, y buscaban una oportunidad para testimoniar su fe»), y a los numerosos filipinos y filipinas que emigran en busca de trabajo (el Papa Francisco, cuando celebró la Misa para los inmigrantes filipinos que trabajan en Roma, les dijo: «sigan siendo “contrabandistas de la fe”. Llegáis como cuidadoras y babysitter, pero en los hogares y en las familias en las que entráis, lleváis también vuestra fe. Enseñad a los niños a rezar»).
«Sin tener que crear una nueva Obra Misionera», ha añadido el cardenal Tagle, «quizá se podría prestar atención a estos “nuevos invitados”, a estos nuevos grupos que podrían promover la misión de invitar a otras personas al banquete nupcial». Todas las actividades de las OMP y todas las actividades de la Iglesia - ha repetido el cardenal filipino - pueden convertirse en una invitación al banquete. Recordando siempre que la invitación no es una iniciativa de los hombres de Iglesia o de las obras eclesiales, sino que «es el Padre quien ha invitado a todos al banquete».
(GV) (Agencia Fides 28/5/2024)