Bangalore (Agencia Fides) - Gratitud por la ayuda humanitaria y espiritual prestada por las comunidades católicas indias y las ONG a la población de Manipur, devastada por el conflicto; espera y paciencia porque "el proceso de paz es gradual y llevará tiempo": así lo ha dicho Linus Neli, arzobispo de Imphal, capital del estado de Manipur, en el noreste de la India, al intervenir en la asamblea general de la Conferencia Episcopal Católica de la India (CBCI), que reúne a los obispos de la comunidad de los tres ritos presentes en la India (latino, siro-malabar y siro-malankar). El arzobispo de Imphal ha realizado un balance de la crisis en el estado de Manipur, donde los cristianos representan cerca del 40% de la población, para los obispos, que en el transcurso de la asamblea han reelegido a monseñor Andrew Thazhath como presidente de la CBCI.
Mons. Neli ha destacado los aspectos demográficos, históricos y étnicos de Manipur, trazando las razones del conflicto étnico entre las comunidades kuki y meitei, y subrayando los esfuerzos de socorro y rehabilitación llevados a cabo por las comunidades católicas. Además, ha informado de que -según datos oficiales- hasta el momento han sido asesinadas unas 180 personas, entre ellas mujeres y niños, y han sido incendiados varias casas, negocios y lugares de culto. La destrucción de unas 300 iglesias, el cierre de numerosas instituciones educativas y el desplazamiento de más de 60.000 personas son fenómenos que han reducido al mínimo la labor pastoral y social de la Iglesia local y han causado grandes dificultades.
Según los informes de las ONG, las heridas son profundas: se han registrado enfrentamientos casi todos los días en el territorio en los tres meses posteriores al estallido de la violencia étnica, a partir del 3 de mayo de 2023. Estos episodios, que en un principio se limitaron al distrito montañoso de Churachandpur, habitado por la comunidad Kuki-Zo, se han extendido desde entonces a los distritos urbanos del valle occidental y oriental de Imphal y al distrito rural del valle de Bishnupur. La violencia, que continúa esporádicamente en la actualidad, ha desplazado a miles de personas y muchos de los refugiados han abandonado el estado. Los medios de comunicación locales señalan también que cientos de camiones con ayuda humanitaria han quedado varados o han sido atacados.
Dada la violencia generalizada, las empresas y los empresarios, grandes y pequeños, del estado están sufriendo por ambas partes. La violencia casi ha paralizado la economía del estado, dejando a la comunidad en una situación desesperada. Varios empresarios han afirmado que sus negocios han sufrido pérdidas de más del 70% y que les resulta difícil incluso hacer frente a los gastos diarios, lo que les ha obligado a despedir a sus empleados y a tomar otras medidas de recorte de gastos. La inflación en el comercio minorista se ha disparado hasta el 11,63% e Internet ha estado fuera de servicio durante largos periodos, lo que ha afectado a empresas y residentes.
Según Sominthang Doungel, uno de los líderes de la comunidad kuki de Manipur, todos los problemas políticos del estado están relacionados de algún modo con la cuestión de la tierra. "El quid de la cuestión es la superposición de reclamaciones de derechos sobre la tierra por parte de kuki, meitei y naga. La mejor solución -afirma- sería crear un comité especial con igual representación de kukis, nagas y meitei, para examinar las diversas cuestiones sobre el terreno", señala.
Los meitei constituyen el 51% de la población de Manipur, que tiene 2,3 millones de habitantes, pero se concentran en las llanuras, donde sólo ocupan el 10% del territorio. Los kuki y los naga constituyen el 40% de la población, pero ocupan el 90% del territorio, ya que se encuentran principalmente en las colinas. Los meitei tienen una mayor cuota de representación en la política y en la asamblea del estado. Aunque la tensión entre la comunidad meitei y las tribus kuki existía desde hacía tiempo, pasó a primer plano la primera semana de mayo, después de que el Tribunal Superior de Manipur ordenara al gobierno estatal que enviara una recomendación al gobierno federal para que concediera el estatus de "tribu reconocida" a los meitei. Esto les permitiría acceder a tierras y servicios específicamente previstos en la Constitución india para la protección de los grupos indígenas. Los kuki se opusieron firmemente a la orden del Tribunal, argumentando que reforzaría aún más a la comunidad meitei, ya dominante. De ahí el estallido de violencia.
Nueve meses después de los primeros enfrentamientos, los dos grupos están completamente segregados, y uno tiene prohibido entrar en las zonas habitadas por el otro. La distancia garantiza, por el momento, la ausencia de conflictos. Esto representa el primer paso para intentar avanzar hacia una auténtica reconciliación, señala el Foro Interreligioso dirigido por Thomas Menamparampil, arzobispo emérito de Guwahati (en el vecino estado de Assam), persona conocida por su compromiso con la paz en la zona del noreste de la India. El Foro intenta tejer relaciones bilaterales para reanudar el diálogo e iniciar negociaciones de paz, con la participación de diversos componentes de la sociedad civil, como grupos de mujeres, intelectuales, líderes religiosos y comunidades de base.
(PA) (Agencia Fides 7/2/2024)