ASIA/PAKISTÁN - Las tensiones entre Irán y Pakistán se suavizan, pero la cuestión de la insurgencia en Beluchistán sigue pendiente

lunes, 29 enero 2024 política   conflictos armados   minorías étnicas  

Islamabad (Agencia Fides) - El Ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hossein Amirabdollahian, se encuentra de visita en Pakistán para aliviar las tensiones tras los ataques aéreos que tuvieron lugar en enero entre Teherán e Islamabad en la zona fronteriza de Beluchistán. Los ataques recíprocos, que se cobraron al menos 11 vidas, supusieron una "escalada" en las relaciones entre los dos Estados vecinos. Irán atacó los escondites de militantes en la provincia de Beluchistán, en el suroeste de Pakistán. Como reacción, Pakistán lanzó ataques aéreos contra presuntos refugios de militantes dentro de Irán, en la provincia iraní de Sistán y Beluchistán, en los que murieron al menos nueve personas.

Las conversaciones de alto nivel entre el ministro de Asuntos Exteriores iraní y su homólogo pakistaní, Jalil Abbas Jilani, pretenden ahora reducir la tensión entre ambos Estados e identificar formas comunes de lucha antiterrorista para garantizar la seguridad fronteriza. Desde hace tiempo, Irán y Pakistán ven con recelo los atentados perpetrados por militantes en su lado de la frontera. Según los observadores, las recientes escaramuzas son también un efecto de la violencia que se extiende por Oriente Próximo, convulsionado por la guerra de Israel contra Hamás en Gaza.

El origen de la tensión entre los dos Estados es el territorio de Beluchistán, que hoy representa un paso clave en el enorme corredor económico, parte del proyecto chino de la "Ruta de la Seda", que va desde China a través de Pakistán (CPEC, China-Pakistan Economic Corridor).

Beluchistán es la provincia más grande de Pakistán, pero la menos poblada, con 15 millones de habitantes repartidos por un territorio árido, desértico y montañoso, pero con un subsuelo muy rico. Suministra el 40% de la producción de gas del país y ofrece inmensos recursos naturales, pero sigue siendo la zona más pobre del país: ésta es una de las razones que ha alimentado la insurgencia en las últimas décadas, desde que Pakistán ocupó la provincia en 1948. En los últimos años, la creciente importancia económica de Beluchistán, para el corredor económico chino-paquistaní, ha agravado las persistentes tensiones políticas entre la población local y el gobierno de Pakistán. Varios episodios de atentados terroristas han elevado el nivel de enfrentamiento en los últimos años.

El pasado diciembre se rindió en Quetta, capital de la provincia paquistaní, Sarfraz Bangulzai, alias Murid Baloch, comandante del Ejército Nacional de Beluchistán (BNA, Baloch National Army) junto con otros 70 militantes. El grupo forma parte del Baloch Raaji Aajoi Sangar (BRAS, Frente de Liberación Nacional de Beluchistán), una alianza operativa de los distintos grupos armados de Beluchistán.

Al mismo tiempo, una marcha de miles de civiles de Beluchistán hacia Islamabad (encabezada por mujeres), celebrada también en diciembre de 2023, pretendía protestar contra las desapariciones forzadas y las ejecuciones extrajudiciales, y exigía la liberación de los activistas de Beluchistán encarcelados. Sin embargo, la respuesta de Islamabad a esa manifestación fue el uso masivo de la fuerza, lo que confirma que, para el gobierno pakistaní, lo que está en juego es sólo una cuestión de "seguridad y terrorismo", al tiempo que rechaza a priori cualquier posible concesión o comprensión de los complejos acontecimientos históricos que han dejado huella y se encuentran en la raíz de la violencia.

De hecho, antes de la partición entre India y Pakistán, bajo administración británica, el pueblo de Beluchistán gozaba de amplia autonomía en materia de seguridad interna y de gobierno, en un territorio, patria histórica de Beluchistán, ahora dividido en tres naciones: El suroeste de Pakistán, el este de Irán y el sur de Afganistán. Tras la partición, el Khan local aceptó la adhesión a Pakistán sólo en marzo de 1948, cuando el gobierno pakistaní envió al ejército a ocupar la región. A partir de entonces, estallaron numerosas revueltas, hasta que en 1977 el general pakistaní Zia ul-Haq, que llegó al poder en Islamabad, concedió una amnistía a los líderes de Beluchistán detenidos, pero no abordó las cuestiones de fondo (las relativas a las reivindicaciones de autonomía y desarrollo socioeconómico de la región) que han resurgido en la actualidad, representando un factor de inestabilidad que repercute en toda Asia Meridional.
(PA) (Agencia Fides 29/1/2024)


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