Roma (Agencia Fides) – Anunciar el Evangelio y la liberación de Cristo no significa “estar en un balcón gritando el nombre de Jesús, sino salir a la calle, ir a los lugares donde vive la gente, frecuentar los espacios donde se sufre, se trabaja, se estudia y se reflexiona, habitar las encrucijadas donde los seres humanos comparten lo que tiene sentido para sus vidas”. La salvación traída por Cristo sólo puede ser testimoniada habitando “las encrucijadas de hoy”, mientras que “abandonarlas significaría empobrecer el Evangelio y reducir la Iglesia a una secta”. Así, el Papa Francisco, siguiendo las huellas del Apóstol Pablo, ha reiterado que el tiempo de hoy es el “momento propicio” para dar testimonio de Cristo. Y que tal testimonio sólo puede tener lugar en el mundo real, tal como es hoy, sin encerrarse en mundos aparte ni vivir en la nostalgia de lo ya pasado. Lo ha dicho en la audiencia papal de hoy, miércoles 29 de noviembre, continuando el ciclo de catequesis dedicadas a la pasión del anuncio del Evangelio y al celo apostólico.
Al inicio de la Audiencia, el Papa Francisco ha comunicado a la multitud congregada en el Aula Pablo VI que, debido a su estado de convalecencia, tras los problemas de salud que ha sufrido en los últimos días, el texto de la catequesis sería leído en su lugar por monseñor Filippo Ciampanelli, oficial al servicio de la Secretaría de Estado.
La parte inicial de la catequesis papal ha esbozado un escenario realista del tiempo presente y de la cultura dominante que condiciona la vida de las personas y de los pueblos. Un tiempo en el que "casi siempre oímos hablar mal del hoy", marcado por "las guerras, el cambio climático, la injusticia planetaria y las migraciones, la crisis de la familia", dominado "por una cultura que pone al individuo por encima de todo y a la tecnología en el centro de todo.
La nuestra -ha insistido el Papa en su excurso- aparece como la "primera civilización de la historia que globalmente intenta organizar una sociedad humana sin la presencia de Dios, concentrándose en enormes ciudades que permanecen horizontales aunque tengan rascacielos vertiginosos". El presente del mundo -continua la catequesis del Papa Francisco- tiene muchos rasgos que parecen reactualizar el relato de la ciudad de Babel y su torre, narrado en el libro del Génesis: también en aquel relato bíblico, “un proyecto social parecía prefigurar el sacrificio de cada individualidad a la eficiencia de la colectividad".
Un diseño de construcción social en el que "la Humanidad habla una sola lengua, podríamos decir que tiene un 'pensamiento único', y está "como envuelta en una especie de hechizo general que absorbe la singularidad de cada uno en una burbuja de uniformidad". Entonces Dios confunde las lenguas, es decir, restablece las diferencias, recrea las condiciones para que se desarrolle la singularidad, reaviva lo múltiple allí donde la ideología querría imponer lo único. El Señor también aparta a la humanidad de su engaño de omnipotencia".
También hoy -ha reconocido el Papa en su catequesis - la cohesión, en lugar de la fraternidad y la paz, se basa a menudo en la ambición, el nacionalismo, la homologación y las estructuras tecnoeconómicas que inculcan la persuasión de que Dios es insignificante e inútil: no tanto porque se busque más saber, sino sobre todo para tener más poder".
En todo esto -ha continuado el Papa Francisco, citando también reflexiones ya expuestas en la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium- "sólo se puede anunciar a Jesús habitando la cultura del propio tiempo; y teniendo siempre en el corazón las palabras del Apóstol Pablo sobre el hoy: 'He aquí ahora el momento favorable, he aquí ahora el día de la salvación'”. Ante las urgencias e incluso los males del tiempo presente, no sirve de nada "contrastar el hoy con visiones alternativas del pasado". Tampoco basta con reiterar convicciones religiosas adquiridas que, por muy verdaderas que sean, se vuelven abstractas con el paso del tiempo.
Y la catequesis ha continuado afirmando que “una verdad no se hace más creíble porque se alce la voz al decirla, sino porque se testimonia con la vida". Y "el celo apostólico no es nunca una simple repetición de un estilo adquirido, sino un testimonio de que el Evangelio está vivo hoy para nosotros". Por eso, merece la pena considerar "nuestra época y nuestra cultura como un don". Y habitar el tiempo presente también nos ayuda "a los cristianos a comprender de manera renovada las razones de nuestra esperanza, a extraer y compartir del tesoro de la fe 'cosas nuevas y cosas viejas'".
En definitiva, más que querer reconvertir el mundo de hoy -ha subrayado el Papa Francisco en su catequesis, citando de nuevo la Evangelii gaudium-, necesitamos convertir la pastoral para que encarne mejor el Evangelio en el hoy. Hagamos nuestro el deseo de Jesús: ayudar a los compañeros de viaje a no perder el deseo de Dios, a abrirle el corazón y encontrar al único que, hoy y siempre, da al hombre la paz y la alegría".
(GV) (Agencia Fides 29/11/2023)